25 - DE
JUNIO – SÁBADO –
12 – SEMANA
DEL T. O. – C –
SAGRADO.
CORAZÓN DE MARÍA
Lectura del libro de las
Lamentaciones2,2. 10-14. 18-19
Ha
destruido el Señor, sin piedad, todas las moradas de Jacob; ha destrozado,
lleno de cólera, las fortalezas de la hija de Judá; echó por tierra y profanó
el reino y a sus príncipes. Se sientan silenciosos en el suelo los ancianos de
la hija de Sion; cubren de polvo su cabeza y se ciñen con saco; humillan hasta
el suelo su cabeza las doncellas de Jerusalén.
Se consumen en lágrimas
mis ojos, se conmueven mis entrañas; muy profundo es mi dolor por la ruina de
la hija de mi pueblo; los niños y lactantes desfallecen por las plazas de la
ciudad.
Preguntan a sus madres:
«¿Dónde hay pan y
vino?», mientras agonizan, como los heridos, por las plazas de la ciudad,
exhalando su último aliento en el regazo de sus madres.
¿A quién te compararé, a
quién te igualaré, hija de Jerusalén?; ¿con quién te equipararé para
consolarte, doncella, hija de Sion?; pues es grande como el mar tu desgracia:
¿quién te podrá curar?
Tus profetas te
ofrecieron visiones falsas y vanas; no denunciaron tu culpa para que cambiara
tu suerte, sino que te anunciaron oráculos falsos y seductores. Sus corazones
claman al Señor.
Muralla de la hija de
Sion, ¡derrama como un torrente tus lágrimas día y noche; no te des tregua, no
descansen tus ojos! Levántate, grita en la noche, al relevo de la guardia;
derrama como agua tu corazón en presencia del Señor; levanta tus manos hacia él
por la vida de tus niños, que desfallecen de hambre por las esquinas de las
calles.
Palabra de
Dios.
Salmo 73
No olvides sin remedio la
vida de los pobres.
¿Por qué, oh, Dios, nos rechazas para siempre
y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño?
Acuérdate de la comunidad que adquiriste
desde antiguo,
de la tribu que rescataste para posesión tuya,
del monte Sion donde pusiste tu morada. R/
Dirige
tus pasos a estas ruinas sin remedio;
el enemigo ha arrasado del todo el santuario.
Rugían los agresores en medio de tu asamblea,
levantaron sus propios estandartes. R/
Como quien se abre paso
entre la espesa arboleda,
todos juntos derribaron sus puertas,
las abatieron con hachas y mazas.
Prendieron fuego a tu santuario,
derribaron y profanaron
la morada de tu nombre. R/
Piensa en tu alianza: que los rincones del país
están llenos de violencias.
Que el humilde no se marche defraudado,
que pobres y afligidos alaben tu nombre. R/
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,41-51):
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y,
cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que
lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una
jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no
encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo
encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y
haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento
y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has
tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contestó:
«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi
Padre?»
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a
Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su
corazón.
Palabra del Señor
1. Cuando Dios decidió venir al mundo lo hizo en
forma de niño, con un corazón de niño. De Jesús, en un momento dado de su vida,
se nos dice que: “iba creciendo en edad, en estatura, en sabiduría y en gracia
ante Dios y ante los hombres” (Lc 2,52). Pero, su corazón no creció como suelen
hacerlo los de los otros seres humanos, que se hacen más desconfiados,
suspicaces y maliciosos, sino en la línea de la inocencia, de la sencillez y de
la confianza. De ahí que llegara a decir: “Aprended de mí que soy manso y
humilde de corazón” (Mt 11,29). Jesús lo aprendió de su Madre, María. Con ella
lo vivió y lo practicó primero; luego, más tarde, no hizo más que seguir en
aquella dirección con todos.
2. “Sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible para los
ojos”: Antoine de Saint Exupery.
En nuestra cultura occidental, hablar del corazón es hablar de afectos, de
sentimientos, de amor o de odio. Lo específicamente humano, lo espiritual, lo
afectivo, lo intelectual es invisible para los ojos. La amistad, la bondad, la
belleza, la verdad, la sinceridad no son visibles más que con el corazón. Los
ojos son importantísimos, pero su misión, al final, es llevarnos a la otra
dimensión y, al llegar, retirarse, para que el corazón tome las riendas de lo
que es competencia suya.
Al celebrar el Corazón de María, estamos hablando de lo que María veía y
cómo lo veía. Los ojos le mostraban un niño, ella veía a Dios; los ojos le
mostraban un José que no entendía qué es lo que pasaba; María veía en él a la
persona puesta y dispuesta por Dios para el cometido más delicado que se
pudiera pensar. Y así con todo lo demás. Y, porque María todo eso lo intuía y
veía con el corazón, lo celebramos, lo admiramos, se lo agradecemos y, en la
medida en que podemos, la imitamos. Porque ser ciego es una de las mayores
desgracias, pero “no tener corazón” es todavía peor; o tenerlo, no de carne,
sino de piedra, insensible, es algo que todos detestamos. María fue muy humana,
muy sensible, muy delicada, piadosa y compasiva.
3. “María lo guardaba todo en su corazón”. Y, al mismo tiempo,
María seguía siendo humana. Y, como tal, no lo entendía todo. Y, en lugar de
pedir cuentas a Dios o disgustarse, protestar o retirarse, su actitud fue muy
distinta: lo guardaba todo, como algo sagrado, en lo más hondo de su corazón. Y
allí lo rezaba, lo discernía, lo recordaba, lo volvía a vivir. Y esperaba como
buena madre que llegara el momento de entender aquello, o de no entenderlo
porque no era suyo sino de Dios.
No sé si estaré acertado o equivocado, pero tengo para mí que una cosa, una
verdad, un misterio, todo aquello con capacidad para estar en un libro o en
Google y en el Corazón de María, cambia substancialmente si está en un sitio o
en otro. En apariencia es la misma realidad, pero realmente es distinto. La
persona y el corazón de María tienen capacidad suficiente para hacer las cosas
“según Dios”, no sólo según los hombres. A mí me da mucha más seguridad
contemplar lo que María guardaba en su corazón sobre cualquier aspecto de Jesús
que lo que pueda aprender a través de otros medios. Esto no es fácil explicarlo
ni demostrarlo; pero intuyo que nosotros, los seguidores de Jesús y de María,
tampoco lo necesitamos. Por eso celebramos su Corazón, y, al hacerlo,
celebramos también todo lo que allí guardaba y la forma en la que lo hacía.
Pidiendo únicamente ser capaces de parecernos a ella, por madre y por maestra.
SDO. CORAZON DE MARIA
La
devoción al Inmaculado Corazón de María, junto con la del Sagrado Corazón de
Jesús, fue promovida por San Juan Eudes en el siglo 17.
El
Papa Pío VII y Pío IX sugirieron su celebración como Purísimo Corazón de María.
En 1944, el Papa Pío
extendió esta devoción a toda la Iglesia fijando la celebración del Inmaculado
Corazón de María el 22 de agosto, ocho días después de la Asunción.
Con
la renovación litúrgica, se le restó importancia a esta fiesta para dársela a
las principales fiestas marianas y, se cambió la fecha para un día después de
la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
San
Juan Eudes, decía que el Corazón de María es la fuente y el principio de todas
las grandezas y excelencias que la adornan y que la hacen estar por encima de
todas las creaturas; por ser hija predilecta de Dios Padre, madre muy amada de
Jesús y esposa fiel del Espíritu Santo. Y que ese santísimo Corazón de María es
fuente de todas las virtudes que practicó.
También
San Antonio María Claret, fundador de los Misioneros del Inmaculado Corazón de
María, profesó un inmenso amor a esta advocación.
Quiso
que sus misioneros, salieran por todo el mundo extendiendo la devoción al
Inmaculado Corazón de María. Fue un profeta de Fátima, porque en Fátima la
Virgen personalmente nos manifestó que Dios quería salvar al mundo, por medio
de su Inmaculado Corazón.
La
fiesta del Inmaculado Corazón de María sigue a la del Sagrado Corazón de Jesús.
El corazón expresa y es símbolo de la intimidad de la persona. La primera vez
que se menciona en el Evangelio el Corazón de María es para expresar toda la
riqueza de esa vida interior de la Virgen: “María conservaba estas cosas en su
corazón”
El
corazón de María conservaba como un tesoro el anuncio del Ángel sobre su
Maternidad divina; guardó para siempre todas las cosas que tuvieron lugar en la
noche de Belén, o la adoración de los pastores ante el pesebre, y la presencia,
un poco más tarde, de los Magos con sus dones,... y la profecía del anciano
Simeón, y las preocupaciones del viaje a Egipto.
Más
tarde, el corazón de María sufrió por la pérdida de Jesús en Jerusalén a los
doce años de edad, según lo relata San Lucas en el evangelio de hoy.
Pero María conservaba
todas estas cosas en el corazón....
Jamás
olvidaría los acontecimientos que rodearon a la muerte de su Hijo en la Cruz,
ni las palabras que le oyó decir: “Mujer, he ahí a tu hijo”. Y al mirar a Juan
ella nos vio a todos nosotros. Vio a todos los hombres. Desde aquel momento nos
amó con su Corazón de madre, con el mismo Corazón que amó a Jesús.
Pero
María ejerció su maternidad desde antes que se consumase la redención en el
Calvario, pues Ella es madre nuestra desde que prestó su colaboración a la
salvación de los hombres en la Anunciación.
En
el relato de las bodas de Cana, San Juan nos revela un rasgo verdaderamente
maternal del Corazón de María: su atenta disposición a las necesidades de los
demás. Un corazón maternal es siempre un corazón atento, vigilante.
La
devoción al Corazón de María no es una devoción más. Nos lleva a aprender a
tratar a nuestra Madre con más confianza, con la sencillez de los niños
pequeños que acuden a sus madres en todo momento: no sólo se dirigen a ellas
cuando están en gravísimas necesidades, sino también en los pequeños apuros que
le salen al paso. Las madres les ayudan a resolver los problemas más
insignificantes. Y ellas – las madres – lo han aprendido de nuestra Madre del
Cielo.
Hoy
queremos encontrarnos con María, con nuestra madre. Si recurrimos confiados a
ella, ella nos va a decir qué debemos hacer y sentiremos su amor por nosotros.
Ese mismo amor que Jesús tiene por cada uno de nosotros. y ella nos dirá que
nos quiere, que nos quiere con toda su alma.
Pidamos
a Dios que preparó en el Corazón de María, una morada digna al Espíritu Santo,
que haga que nosotros, por intercesión de la Santísima Virgen lleguemos a ser
templos dignos de su gloria.
Consagración al Sagrado Corazón
de María
Oh
Corazón Inmaculado de María, por tu perfecta comunión de amor con el Corazón de
Jesús, eres la escuela viviente de total consagración y dedicación a Su
Corazón.
En
tu Corazón, Oh Madre, queremos vivir para aprender a amar, sin divisiones, al
Corazón de Jesús; a obedecerle con diligencia y exactitud; servirle con
generosidad y a cooperar activa y responsablemente en los designios de Su
Corazón.
Deseamos
consagrarnos totalmente a tu Corazón Inmaculado y Doloroso que es el camino
perfecto y seguro de llegar al Corazón de Jesús. Tu Corazón, es también refugio
seguro de gracia y santidad, donde nos vamos liberando y sanando de todas
nuestras oscuridades y miserias.
Deseamos
pertenecer a tu Corazón, Oh Virgen Santísima, sin reservas y en total
disponibilidad de amor a la voluntad de Dios, que se nos manifestará a través
de tu mediación maternal.
En
virtud de esta consagración, Oh Inmaculado Corazón, te pedimos que nos guardes
y protejas de todo peligro espiritual y físico. Qué nuestros corazones ardan
con el fuego del Espíritu como arde tu Corazón.
Qué
unidos a ti, que eres la portadora por excelencia de Cristo para el mundo, y
ungidos por el poder del Espíritu Santo, seamos instrumentos para dar a un
mundo tan árido y frío, el amor, la alegría y la paz del Corazón de Jesús.
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