23 - DE
JUNIO – JUEVES –
12 – SEMANA
DEL T. O. – C –
La Natividad de SAN
JUAN BAUTISTA
Lectura del libro de Isaías (49,1-6):
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos:
Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y
pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la
sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo:
«Tú
eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.»
Mientras
yo pensaba:
«En
vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi
derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el
Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob,
para que le reuniese a Israel –tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi
fuerza–: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y
conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para
que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»
Palabra de Dios
Salmo: 138,1-3.13-14.15
R/. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente
Señor,
tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me
siento o me levanto,
de lejos penetras mis
pensamientos;
distingues mi camino y mi
descanso,
todas mis sendas te son
familiares. R/.
Tú
has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno
materno.
Te doy gracias, porque me
has escogido portentosamente,
porque son admirables tus
obras;
conocías hasta el fondo de
mi alma. R/.
No
desconocías mis huesos,
cuando, en lo oculto, me
iba formando,
y entretejiendo en lo
profundo de la tierra. R/.
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,22-26):
En
aquellos días, dijo Pablo:
«Dios
nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: “Encontré a David, hijo de
Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos.”
Según
lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús.
Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y,
cuando estaba para acabar su vida, decía:
“Yo
no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las
sandalias.”
Hermanos,
descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha
enviado este mensaje de salvación.»
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,57-66.80):
A Isabel
se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos
y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la
felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban
Zacarías, como a su padre.
La
madre intervino diciendo:
«¡No!
Se va a llamar Juan.»
Le
replicaron:
«Ninguno
de tus parientes se llama así.»
Entonces
preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase.
Él
pidió una tablilla y escribió:
«Juan
es su nombre.»
Todos
se quedaron extrañados.
Inmediatamente
se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los
vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de
Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
«¿Qué
va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba
creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se
presentó a Israel.
Palabra del Señor
1. El día de san Juan Bautista nos recuerda a todos el momento
en que se inicia uno de los cambios más decisivos en la historia de la
humanidad. Juan Bautista es el único santo del que la Iglesia celebra
su nacimiento. Aparte de las razones que tuvieran, quienes instituyeron esta
fiesta, para conmemorar hoy, no su muerte sino su nacimiento, lo que debe
retener la atención del creyente es que, con la llegada de Juan Bautista a este
mundo, se cierra una etapa en la historia de las tradiciones religiosas, y se
abre otra: "La Ley y los Profetas llegaron hasta Juan Bautista; desde
entonces se anuncia el Reino de Dios" (Lc16, 16; Mt 11, 13).
Con Juan se cierra la etapa marcada por la ley religiosa y se abre la etapa
del Reino, que es vida para pobres, enfermos y pecadores.
Dicho más claramente: la presencia de Juan Bautista en este
mundo nos anuncia a todos que el "hecho religioso" se desplaza.
El centro de ese hecho deja de estar en el templo y pasa a la calle, al
campo, al desierto. Lo central ya no es "lo sagrado", sino "lo
profano". Así de fuerte es esto.
Representó una innovación importante en su tiempo. Era hijo de un sacerdote
(Zacarías) y su madre (Isabel) era de la familia de Aarón (Lc 1, 5). 0 sea Juan
era de familia sacerdotal en sentido pleno. Lo lógico es que él hiciera lo que
le correspondía, integrarse en el Templo y vivir como sacerdote. Pero no lo
hizo así. Juan fue un hombre del desierto, lugar de peligro y marginación
social, donde vivían gentes que no tenían buena relación con el Templo,
como era el caso de los monjes de Qumrán.
3. Pero Juan fue soló el primer paso de un desplazamiento decisivo. El paso
de la etapa de la Ley y el Templo, a la etapa del Reino de Dios.
Pero hay diferencias entre Juan y Jesús. Reduciendo estas diferencias a lo
central, es seguro que el centro de las preocupaciones de Juan fue la
conversión de los pecadores, en tanto que el centro de las preocupaciones de
Jesús fue la salud de los enfermos y la alimentación (como comensalía) de
todos, especialmente de los pobres y excluidos sociales.
El fondo de todo estuvo en que Juan creía en un Dios justiciero y castigador (Mt
3, 12; Lc 3, 17), mientras que Jesús creyó siempre en un Padre absolutamente
bueno con todos (Lc 15, 11-32).
Natividad de san Juan Bautista
Fue Precursor del Señor, que, estando aún en el seno materno, al quedar
lleno del Espíritu Santo, exultó de gozo por la próxima llegada de la salvación
del género humano. Su nacimiento profetizó la Natividad de Cristo el
Señor, y su existencia brilló con tal esplendor de gracia que el mismo
Jesucristo dijo no haber entre los nacidos de mujer nadie tan grande como Juan
el Bautista.
Vida de San Juan
Bautista (Natividad)
Natividad de San Juan Bautista. (s. I d.J.C.) Con el de la Virgen y el de
Jesús, el nacimiento de San Juan Bautista es de los tres únicos que celebra la
Iglesia: el de María por haber sido creada inmaculada, y el de San Juan por
haber sido santificado en el seno de su madre Santa Isabel, cuando ésta recibió
la visita de María, su prima.
Toda su vida fue digna de tales comienzos. "Entre los nacidos de mujer,
nadie hay mayor que Juan el Bautista", dijo una vez Jesús. Juan tuvo la
misión de preparar el camino al Salvador, anunciando la llegada inminente del
Mesías. Fue así el último de los profetas del Antiguo Testamento, y la Iglesia
lo considera el más grande de los santos después de la Virgen María.
Contemporáneo de Jesús, es considerado por la tradición cristiana como el
precursor del Mesías. El cariz de su predicación inquietó a las autoridades.
Herodes Antipas, por su parte, se vio afectado en su vida privada por las
exigencias morales del profeta; temiendo una revuelta popular, mandó detenerlo.
Juan fue decapitado en la cárcel el año 28 d.J.C.
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