18 - DE
NOVIEMBRE – VIERNES –
33 – SEMANA DEL T. O. – C
DEDICACIÓN DE
LA BASÍLICA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO
Lectura del libro del Apocalipsis (10,8-11):
Yo, Juan, escuché la voz del cielo que se
puso a hablarme de nuevo diciendo:
«Ve a tomar el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre
el mar y la tierra».
Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el librito. Él me dice:
«Toma y devóralo; te amargará en el vientre, pero en tu boca será dulce
como la miel».
Tomé el librito de mano del ángel y lo devoré; en mi boca sabía dulce como
la miel, pero, cuando lo comí, mi vientre se llenó de amargor.
Y me dicen:
«Es preciso que profetices de nuevo sobre muchos pueblos, naciones, lenguas
y reinos».
Palabra de Dios
Salmo: 118,14.24.72.103.111.131
R/. ¡Qué dulce al paladar tu promesa, Señor!
Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas
las riquezas. R/.
Tus preceptos son mi delicia,
tus
enseñanzas son mis consejeros. R/.
Más estimo yo la ley de tu boca
que miles de
monedas de oro y plata. R/.
¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel
en la boca! R/.
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de
mi corazón. R/.
Abro la boca y respiro,
ansiando tus
mandamientos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,45-48):
En aquel tiempo, Jesús entró en el templo
y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:
«Escrito está: “Mi casa será casa de oración”; pero vosotros la habéis
hecho una “cueva de bandidos”».
Todos los
días enseñaba en el templo.
Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del
pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían qué hacer, porque todo el pueblo
estaba pendiente de él, escuchándolo.
Palabra del Señor
1. La
interpretación más difundida sobre este episodio consiste en decir que Jesús
quiso la "purificación" del Templo. Pero esta explicación
tropieza con una dificultad:
- ¿qué había
que purificar en el Templo? Los sacrificios de animales eran parte esencial del
culto religioso. Y para sacrificar los animales, como es lógico, había que
adquirirlos.
- ¿Es que los
vendían demasiado caros?
- ¿Es que con eso hacían negocio
los sacerdotes? No hay indicio alguno de estas cosas.
No parece,
pues, que fuera necesaria ninguna "purificación del Templo".
2. Entonces,
- ¿por qué hizo Jesús una acción tan provocativa, que resultó ser la acusación
más fuerte que se hizo contra Jesús en el juicio religioso (Mt 26,60 s
par) y el motivo de burla cuando estaba en la cruz (Mt 27, 39 s par)?
Para responder
a esta cuestión, se ha dicho que el gesto de Jesús fue una "acción
simbólica" (J. Roloff, J. P. Meier...).
- ¿En qué
sentido?
Es evidente
que la acción de Jesús fue un "ataque" al Templo. No
simplemente a "aquel" Templo.
Jesús se
enfrentó directamente a la religión que tiene su centro en el templo, el que
sea, y sea la que sea esa religión. Lo que relata este evangelio fue un ataque que se vio como un anuncio de la "destrucción" de la religión del
Templo.
Los primeros
cristianos estaban convencidos de esto. De ahí la acusación que
contra Esteban (Hch 6, 14).
Lo que Jesús
pretendía era la desaparición del templo, que sería sustituido por el templo
nuevo y perfecto (E. R Sanders).
3.- El
templo nuevo y perfecto es Jesús mismo (Jn 2, 19-22). La presencia de Dios ya
no está circunscrita a un espacio sagrado. Dios está en Jesús, es el Dios
humanizado. Y por eso está en todo ser humano. De ahí que el autor
de la carta a los Hebreos afirma que la muerte de Jesús, interpretada como "sacrificio
introdujo un "cambio radical en la condición religiosa de la
humanidad". La nueva religiosidad, a partir de Jesús, no
consiste en el culto y respeto en el templo, al margen de la vida en su
totalidad, sino que consiste en la vida entera, en el respeto a todo ser humano
y en el amor sin condiciones. He aquí el cambio de religiosidad que la Iglesia
no acepta y que los cristianos no entendemos. Por eso tampoco entendemos, ni
vivimos, el Evangelio.
DEDICACIÓN DE
LA BASÍLICA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO
Ya en el siglo XII se
celebraba en la basílica vaticana de San Pedro y en la basílica de San Pablo,
en la vía Ostiense, el aniversario de las respectivas dedicaciones, hechas por
los santos papas Silvestre y Siricio en el siglo IV.
Esta conmemoración se extendió posteriormente a todo el rito romano. Del
mismo modo que en el aniversario de la basílica de Santa María la Mayor (el día
5 de agosto) se celebra la maternidad de la Santísima Virgen, así hoy son
honorados los dos principales apóstoles de Cristo.
La actual Basílica de San Pedro en Roma fue
consagrada por el Papa Urbano Octavo el 18 de noviembre de 1626, aniversario de
la consagración de la Basílica antigua.
La construcción de este grandioso templo duró
170 años, bajo la dirección de 20 Sumos Pontífices. Está construida en la
colina llamada Vaticano, sobre la tumba de San Pedro.
Allí en el Vaticano fue martirizado San Pedro
(crucificándolo cabeza abajo) y ahí mismo fue sepultado. Sobre su sepulcro hizo
construir el emperador Constantino una Basílica, en el año 323, y esa magnífica
iglesia permaneció sin cambios durante dos siglos. Junto a ella en la colina
llamada Vaticano fueron construyéndose varios edificios que pertenecían a los
Sumos Pontífices. Durante siglos fueron hermoseando cada vez más la Basílica.
Cuando los Sumos Pontífices volvieron del
destierro de Avignon el Papa empezó a vivir en el Vaticano, junto a la Basílica
de San Pedro (hasta entonces los Pontífices habían vivido en el Palacio, junto
a la Basílica de Letrán) y desde entonces la Basílica de San Pedro ha sido
siempre el templo más famoso del mundo.
La Basílica de San Pedro mide 212 metros de
largo, 140 de ancho, y 133 metros de altura en su cúpula. Ocupa 15,000 metros
cuadrados. No hay otro templo en el mundo que le iguale en extensión.
Su construcción la empezó el Papa Nicolás V
en 1454, y la terminó y consagró el Papa Urbano VIII en 1626 (170 años
construyéndola). Trabajaron en ella los más famosos artistas como Bramante,
Rafael, Miguel Ángel y Bernini. Su hermosura es impresionante.
Hoy recordamos también la consagración de la
Basílica de San Pablo, que está al otro lado de Roma, a 11 kilómetros de San
Pedro, en un sitio llamado "Las tres fontanas", porque la tradición
cuenta que allí le fue cortada la cabeza a San Pablo y que al cortársela cayó
al suelo y dio tres golpes y en cada golpe salió una fuente de agua (y allí
están las tales tres fontantas).
La antigua Basílica de San Pablo la habían
construido el Papa San León Magno y el emperador Teodosio, pero en 1823 fue
destruida por un incendio, y entonces, con limosnas que los católicos enviaron
desde todos los países del mundo se construyó la nueva, sobre el modelo de la
antigua, pero más grande y más hermosa, la cual fue consagrada por el Papa Pío
Nono en 1854. En los trabajos de reconstrucción se encontró un sepulcro
sumamente antiguo (de antes del siglo IV) con esta inscripción: "A San
Pablo, Apóstol y Mártir".
Estas Basílicas nos recuerdan lo generosos
que han sido los católicos de todos los tiempos para que nuestros templos sean
lo más hermoso posible, y cómo nosotros debemos contribuir generosamente para
mantener bello y elegante el templo de nuestro barrio o de nuestra parroquia.
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