miércoles, 16 de noviembre de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 18 - DE NOVIEMBRE – VIERNES – 33 – SEMANA DEL T. O. – C DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO

 

 


18 - DE NOVIEMBRE – VIERNES –

 33 – SEMANA DEL T. O. – C

DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO

 

Lectura del libro del Apocalipsis (10,8-11):

Yo, Juan, escuché la voz del cielo que se puso a hablarme de nuevo diciendo:

«Ve a tomar el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y la tierra».

Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el librito. Él me dice:

«Toma y devóralo; te amargará en el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel».

Tomé el librito de mano del ángel y lo devoré; en mi boca sabía dulce como la miel, pero, cuando lo comí, mi vientre se llenó de amargor.

Y me dicen:

«Es preciso que profetices de nuevo sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reinos».

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 118,14.24.72.103.111.131

R/. ¡Qué dulce al paladar tu promesa, Señor!

Mi alegría es el camino de tus preceptos,

más que todas las riquezas. R/.

Tus preceptos son mi delicia,

tus enseñanzas son mis consejeros. R/.

Más estimo yo la ley de tu boca

que miles de monedas de oro y plata. R/.

¡Qué dulce al paladar tu promesa:

más que miel en la boca! R/.

Tus preceptos son mi herencia perpetua,

la alegría de mi corazón. R/.

Abro la boca y respiro,

ansiando tus mandamientos. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,45-48):

En aquel tiempo, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:

«Escrito está: “Mi casa será casa de oración”; pero vosotros la habéis hecho una “cueva de bandidos”».

Todos los días enseñaba en el templo.

Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían qué hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él, escuchándolo.

 

Palabra del Señor

 

1.  La interpretación más difundida sobre este episodio consiste en decir que Jesús quiso la "purificación" del Templo.  Pero esta explicación tropieza con una dificultad:

- ¿qué había que purificar en el Templo? Los sacrificios de animales eran parte esencial del culto religioso. Y para sacrificar los animales, como es lógico, había que adquirirlos.

- ¿Es que los vendían demasiado caros?

- ¿Es que con eso hacían negocio los sacerdotes?  No hay indicio alguno de estas cosas.

No parece, pues, que fuera necesaria ninguna "purificación del Templo".

 

2.  Entonces, - ¿por qué hizo Jesús una acción tan provocativa, que resultó ser la acusación más fuerte que se hizo contra Jesús en el juicio religioso (Mt 26,60 s par) y el motivo de burla cuando estaba en la cruz (Mt 27, 39 s par)?

Para responder a esta cuestión, se ha dicho que el gesto de Jesús fue una "acción simbólica" (J. Roloff, J. P. Meier...).  

- ¿En qué sentido?

Es evidente que la acción de Jesús fue un "ataque" al Templo.  No simplemente a "aquel" Templo.  

Jesús se enfrentó directamente a la religión que tiene su centro en el templo, el que sea, y sea la que sea esa religión. Lo que relata este evangelio fue un ataque que se vio como un anuncio de la "destrucción" de la religión del Templo.

Los primeros cristianos estaban convencidos de esto.  De ahí la acusación que contra Esteban (Hch 6, 14).

Lo que Jesús pretendía era la desaparición del templo, que sería sustituido por el templo nuevo y perfecto (E. R Sanders).

 

3.-   El templo nuevo y perfecto es Jesús mismo (Jn 2, 19-22). La presencia de Dios ya no está circunscrita a un espacio sagrado. Dios está en Jesús, es el Dios humanizado. Y por eso está en todo ser humano.  De ahí que el autor de la carta a los Hebreos afirma que la muerte de Jesús, interpretada como "sacrificio introdujo un "cambio radical en la condición religiosa de la humanidad".  La nueva religiosidad, a partir de Jesús, no consiste en el culto y respeto en el templo, al margen de la vida en su totalidad, sino que consiste en la vida entera, en el respeto a todo ser humano y en el amor sin condiciones. He aquí el cambio de religiosidad que la Iglesia no acepta y que los cristianos no entendemos. Por eso tampoco entendemos, ni vivimos, el Evangelio.

 

DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO

 




Ya en el siglo XII se celebraba en la basílica vaticana de San Pedro y en la basílica de San Pablo, en la vía Ostiense, el aniversario de las respectivas dedicaciones, hechas por los santos papas Silvestre y Siricio en el siglo IV.

Esta conmemoración se extendió posteriormente a todo el rito romano. Del mismo modo que en el aniversario de la basílica de Santa María la Mayor (el día 5 de agosto) se celebra la maternidad de la Santísima Virgen, así hoy son honorados los dos principales apóstoles de Cristo.

La actual Basílica de San Pedro en Roma fue consagrada por el Papa Urbano Octavo el 18 de noviembre de 1626, aniversario de la consagración de la Basílica antigua.

La construcción de este grandioso templo duró 170 años, bajo la dirección de 20 Sumos Pontífices. Está construida en la colina llamada Vaticano, sobre la tumba de San Pedro.

Allí en el Vaticano fue martirizado San Pedro (crucificándolo cabeza abajo) y ahí mismo fue sepultado. Sobre su sepulcro hizo construir el emperador Constantino una Basílica, en el año 323, y esa magnífica iglesia permaneció sin cambios durante dos siglos. Junto a ella en la colina llamada Vaticano fueron construyéndose varios edificios que pertenecían a los Sumos Pontífices. Durante siglos fueron hermoseando cada vez más la Basílica.

Cuando los Sumos Pontífices volvieron del destierro de Avignon el Papa empezó a vivir en el Vaticano, junto a la Basílica de San Pedro (hasta entonces los Pontífices habían vivido en el Palacio, junto a la Basílica de Letrán) y desde entonces la Basílica de San Pedro ha sido siempre el templo más famoso del mundo.

La Basílica de San Pedro mide 212 metros de largo, 140 de ancho, y 133 metros de altura en su cúpula. Ocupa 15,000 metros cuadrados. No hay otro templo en el mundo que le iguale en extensión.

Su construcción la empezó el Papa Nicolás V en 1454, y la terminó y consagró el Papa Urbano VIII en 1626 (170 años construyéndola). Trabajaron en ella los más famosos artistas como Bramante, Rafael, Miguel Ángel y Bernini. Su hermosura es impresionante.

Hoy recordamos también la consagración de la Basílica de San Pablo, que está al otro lado de Roma, a 11 kilómetros de San Pedro, en un sitio llamado "Las tres fontanas", porque la tradición cuenta que allí le fue cortada la cabeza a San Pablo y que al cortársela cayó al suelo y dio tres golpes y en cada golpe salió una fuente de agua (y allí están las tales tres fontantas).

La antigua Basílica de San Pablo la habían construido el Papa San León Magno y el emperador Teodosio, pero en 1823 fue destruida por un incendio, y entonces, con limosnas que los católicos enviaron desde todos los países del mundo se construyó la nueva, sobre el modelo de la antigua, pero más grande y más hermosa, la cual fue consagrada por el Papa Pío Nono en 1854. En los trabajos de reconstrucción se encontró un sepulcro sumamente antiguo (de antes del siglo IV) con esta inscripción: "A San Pablo, Apóstol y Mártir".

Estas Basílicas nos recuerdan lo generosos que han sido los católicos de todos los tiempos para que nuestros templos sean lo más hermoso posible, y cómo nosotros debemos contribuir generosamente para mantener bello y elegante el templo de nuestro barrio o de nuestra parroquia.

 

 

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