10 - DE
NOVIEMBRE – JUEVES – 32 – SEMANA DEL T. O. – C
San León Magno papa
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón (7-20):
Me alegró y animó mucho tu caridad,
hermano, porque tú has aliviado los sufrimientos de los santos. Por eso, aunque
tengo plena libertad en Cristo para mandarte lo que conviene hacer, prefiero
rogártelo apelando a tu caridad, yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo
Jesús. Te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión,
que antes era tan inútil para ti, y ahora, en cambio, es tan útil para ti y
para mí; te lo envío como algo de mis entrañas. Me hubiera gustado retenerlo
junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta prisión que sufro por el
Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo; así me harás este
favor, no a la fuerza, sino con libertad. Quizá se apartó de ti para que lo
recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano
querido. Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y
como cristiano. Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo.
Si en algo te ha perjudicado y te debe algo, ponlo en mi cuenta; yo, Pablo, te
firmo el pagaré de mi puño y letra, para no hablar de que tú me debes tu propia
persona. Por Dios, hermano, a ver si me das esta satisfacción en el Señor;
alivia mi ansiedad, por amor a Cristo.
Palabra de Dios
Salmo: 145,7.8-9a.9bc-10
R/. Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob
Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace
justicia a los oprimidos,
que da pan a
los hambrientos.
El Señor
liberta a los cautivos. R/.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor
endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama
a los justos.
El Señor
guarda a los peregrinos. R/.
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna
el camino de los malvados.
El Señor
reina eternamente,
tu Dios,
Sión, de edad en edad. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,20-25):
En aquel tiempo, a unos fariseos que le
preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios Jesús les contestó:
«El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí
o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.»
Dijo a sus discípulos:
«Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y
no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el
fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre
en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta
generación.»
Palabra del Señor
1. A
la pregunta de los fariseos, que seguramente pensaban en una manifestación
portentosa del Reino de Dios, Jesús responde que el Reino de Dios está dentro
de vosotros.
Frente a las
ideas de la teología liberal del s. XIX, que presentaba el Reino de Dios como
una realidad más allá de la historia ("meta- histórica"), desde A.
Ritsch se presta la debida atención a estas palabras de Jesús: el Reino está
"en vosotros" (entos ymón). Es decir, el Reino de Dios es una
realidad ética, que está ligada a la conducta humana.
2. Por
eso Jesús insiste en que el Reino de Dios no es una realidad aparatosa y
espectacular. No se ha de buscar en nada de eso, sino en la verdad de la vida
honrada y justa de cada uno. Porque, en definitiva, el "Reino de
Dios" es "Dios".
Encontrar el
Reino (o Reinado) de Dios es encontrar a Dios.
En la
expresión "Reino de Dios", la palabra "Dios" está en
genitivo. Se trata de un genitivo explicativo. Es decir, el "reinado de
Dios" nos explica dónde está y lo que podemos saber sobre Dios. - ¿Dónde
está Dios, por tanto?
Donde se cura el mal y el dolor, donde se imparte felicidad a la gente, donde
se contagia bondad.
“Regnum Dei Deus est” = el reino de Dios es
Dios (B. D. Chilton).
Y sabemos,
por los evangelios, que el Reino está donde se da paz, alegría y felicidad.
3. Por
eso Jesús advierte que antes de la presencia del Reino él tendrá que pasar por
el dolor y la humillación de la cruz.
La exigencia
ética máxima es el motor de la presencia y la eficacia del Reino en este mundo.
San León Magno papa
Papa y Doctor de la Iglesia
Nació en la Toscana, y en el año 440 fue
elevado a la cátedra de Pedro, ejerciendo su cargo como un verdadero pastor y
padre de las almas. Trabajó intensamente por la integridad de la fe, defendió
con ardor la unidad de la Iglesia, hizo lo posible por evitar o mitigar las
incursiones de los bárbaros, obras que le valieron con toda justicia el
apelativo de Magno.
Su doctrina clara y profunda nos ha llegado en decenas de homilías que
siguen el año litúrgico.
Convocó el Concilio de Calcedonia en 451, donde se definió la doble
naturaleza humana y divina de Cristo en una única persona.
Murió en el año 461.
Martirologio
Romano: Memoria de san León I, papa, doctor de la
Iglesia, que, nacido en Etruria, primero fue diácono diligente en la Urbe y
después, elevado a la cátedra de Pedro, mereció con todo derecho ser llamado
“Magno”, tanto por apacentar a su grey con una exquisita y prudente predicación
como por mantener la doctrina ortodoxa sobre la encarnación de Dios,
valientemente afirmada por los legados del Concilio Ecuménico de Calcedonia,
hasta que descansó en el Señor en Roma, donde en este día tuvo lugar su
sepultura en San Pedro del Vaticano (461).
Etimología: León = Aquel hombre audaz, imperioso y valiente, es de origen latino
Breve Biografía
El Papa León, que nació en Toscana a fines del siglo IV, es recordado en los
textos de historia por el prestigio moral y político que demostró ante la
amenaza de los Hunos de Atila (a los que logró detener sobre el puente Mincio)
y de los Vándalos de Genserico (cuya ferocidad mitigó en el saqueo de Roma del
455). Elevado al solio pontificio en el 440, en sus 21 años de pontificado
(murió el 10 de noviembre del 461) llevó a cabo la unidad de toda la Iglesia
alrededor de la sede petrina, impidiendo usurpaciones de jurisdicción,
arrancando de raíz los abusos de poder, frenando las ambiciones del patriarcado
constantinopolitano y del vicariato de Arles.
Desafortunadamente, no existen muchas noticias biográficas de él. Al Papa
León no le gustaba hablar mucho de sí en sus escritos. Tenía una idea
elevadísima de su función: sabía que encarnaba la dignidad, el poder y la
solicitud de Pedro, jefe de los apóstoles. Pero su posición de autoridad y la
fama de rigidez y hieratismo no le impedían comunicar el calor humano y el
entusiasmo de un hombre de Dios, que se notan por los 96 Sermones y por las 173
cartas que han llegado hasta nosotros. Sobre todo, las homilías nos muestran al
Papa, uno de los más grandes de la historia de la Iglesia, paternalmente
dedicado al bien espiritual de sus hijos, a los que les habla en lenguaje sencillo,
traduciendo su pensamiento en fórmulas sobrias y eficaces para la práctica de
la vida cristiana.
Sus cartas, por el estilo culto, demuestran su rica personalidad. De
espíritu comprensivo y previsor, se destacó también por su impulso doctrinal,
participando activamente en la elaboración dogmática del grave problema
teológico tratado en el concilio ecuménico de Calcedonia, pedido por el
emperador de Oriente para condenar la herejía del monofisismo.
Su famosa Epístola dogmática ad Flavianum, leída por los delegados romanos
que presidían la asamblea, presentó el sentido y también las fórmulas de la
definición conciliar, creando así una efectiva unidad y solidaridad con la sede
de Roma. León fue el primer Papa que recibió de la posteridad el epíteto de “magno”,
grande, no sólo por las cualidades literarias y la firmeza con la que mantuvo
en vida al decadente imperio de Occidente, sino por la solidez doctrinal que
demuestra en sus cartas, en sus sermones y en las oraciones litúrgicas de la
época en donde se ven evidentes su sobriedad y precisión características.
Murió el año 461.
Fuente: Un santo para cada día Ediciones San Pablo
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