15 - DE
NOVIEMBRE – MARTES –
33 – SEMANA DEL T. O. – C
San Alberto Magno
Lectura del libro del Apocalipsis (3,1-6.14-22):
Yo, Juan, escuché al Señor que me decía:
«Escribe al ángel de la Iglesia en Sardes:
“Esto dice el que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas.
Conozco tus obras, tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto.
Sé vigilante y reanima lo que te queda y que estaba a punto de morir, pues
no he encontrado tus obras perfectas delante de mi Dios. Acuérdate de cómo has
recibido y escuchado mi palabra, y guárdala y conviértete. Si no vigilas,
vendré como ladrón y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Pero tienes en
Sardes unas cuantas personas que no han manchado sus vestiduras, y pasearán
conmigo en blancas vestiduras, porque son dignos.
El vencedor será vestido de blancas vestiduras, no borraré su nombre del
libro de la vida y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus
ángeles. El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
Escribe al ángel de la Iglesia en Laodicea:
“Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de
Dios. Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o
caliente! Pero porque eres tibio, ni frío ni caliente, estoy a punto de
vomitarte de mi boca. Porque dices:
‘Yo soy rico, me he enriquecido, y no tengo necesidad de nada’; y no sabes
que tú eres desgraciado, digno de lástima, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo
que me compres oro acrisolado al fuego para que te enriquezcas; y vestiduras
blancas para que te vistas y no aparezca la vergüenza de tu desnudez; y colirio
para untarte los ojos a fin de que veas.
Yo, a cuantos amo, reprendo y corrijo; ten, pues, celo y conviértete. Mira,
estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta,
entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.
Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo he vencido y
me he sentado con mi Padre en su trono.
El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias».
Palabra de Dios
Salmo: 14,2-3ab.3cd-4ab.5
R/. Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono.
El que procede honradamente
y practica la
justicia,
el que tiene
intenciones leales
y no calumnia
con su lengua. R/.
El que no hace mal a su prójimo
ni difama al
vecino.
El que
considera despreciable al impío
y honra a los
que temen al Señor. R/.
El que no presta dinero a usura
ni acepta
soborno contra el inocente.
El que así
obra nunca fallará. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,1-10):
En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e
iba atravesando la ciudad. En esto, un
hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era
Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura.
Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que
pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:
«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu
casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo:
«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor:
«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he
defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo:
«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de
Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba
perdido».
Palabra del Señor
1. Este episodio tiene mucho
que ver con la vocación de Leví y el banquete siguiente (Lc 5, 27-32). Y es una
renovación resumida del capítulo 15 de Lucas, en el que Jesús explicó cómo se
comporta Dios con los perdidos y extraviados.
En esos relatos se explica la atracción
que Jesús ejercía sobre los pecadores y los recaudadores de impuestos, que eran
los grupos más despreciados social y religiosamente.
Sin duda, la gente sabía que Jesús, no
solo no rechazaba ni reprendía a esa clase de individuos, sino que tenía con
ellos tan buena relación, que solía comer con ellos, lo que era el signo más
claro de una amistad y una acogida sin condiciones.
2. Por todo esto nos explica
que Zaqueo tuviera tanto interés por ver a Jesús. Y sus sentimientos llegaron
al colmo de la admiración cuando Jesús le dijo que tenía que ir a hospedarse en
su casa. Era inimaginable que un profeta de Dios se fuera a cenar y pasar la
noche en la casa del hombre más despreciable y despreciado del pueblo.
La reacción de Zaqueo impresiona:
1) Por lo que hizo, dar la mitad de su
fortuna a los pobres y devolver cuatro veces más que había robado.
2) Por lo que no dice el texto, ya que
el relato no habla ni de conversión, ni de arrepentimiento, ni se pondera la
contrición de aquel pecador.
Según este relato, al Evangelio no le
interesan los sentimientos, le interesan los hechos.
3. - ¿De qué les sirven, a
los que acumulan fortunas, sus sentimientos de devolución, piedad, arrepentimiento
y solidaridad, si no sueltan lo que han robado ellos o sus antepasados [San Jerónimo]);
sabiendo que hay millones de criaturas que tienen que vivir con menos de un
euro al día, al tiempo que ellos se gastan en consumismo innecesario cantidades
que nadie se atreve a declarar?
¡Necesitamos “Zaqueos”
urgentemente!
San Alberto, apellidado “Magno”, obispo y doctor en Iglesia, que ingresó en
la Orden de Predicadores en París, enseñó de palabra y en sus escritos las
disciplinas filosóficas y divinas, y fue maestro de santo Tomás de Aquino,
uniendo maravillosamente la sabiduría de los santos con la ciencias humanas y
naturales. Después se vio obligado a aceptar la sede episcopal de Ratisbona,
esforzándose asiduamente en fortalecer la paz entre los pueblos, pero al cabo
de un año prefirió la pobreza de la Orden a toda clase de honores y murió
santamente en Colonia, en la Lotaringia Germánica.
San Alberto nace en el seno de la noble familia de los Ingollstad en
Lauingen, Diócesis de Augsburgo en la Baviera Alemana en 1.206.
Desea cursar la carrera de Leyes por lo que sus padres le envían primero a
Bolonia, que más tarde será cumbre de los estudios juristas; pasa más adelante
a Venecia, para terminar en Padua. En 1.223 conoce a su compatriota el Beato
Jordán de Sajonia que sucederá a Santo Domingo de Guzmán en el gobierno de la
Orden Dominicana. Queda prendado por la predicación y las cualidades de este
hombre; recibe la llamada de Dios y decide ingresar en la Orden de Predicadores
en 1.224. La oposición de su familia es frontal, pero él permanece fiel a su
decisión.
En 1.228 es enviado a su patria como profesor y enseña, primero en Colonia,
con posterioridad en Hildesheim, Friburgo, Ratisbona, Estrasburgo y en la
Sorbona de París, donde tendrá como discípulo predilecto a Santo Tomás de
Aquino.
Patrono de los científicos: es un místico que descubre a Dios en el encanto
de la creación
En 1.248 le encontramos, de nuevo, en
Colonia dirigiendo el Estudio General de la Orden en esta ciudad. En los años
1.254 a 1.257 es elegido Provincial de la Provincia de Teutonia. En 1.256 está
en Roma y allí, con San Buenaventura, franciscano, defiende los derechos de las
Ordenes Mendicantes, frente a Guillermo de San Amor y otros profesores, el
derecho de enseñar en las Universidades de entonces. San Alberto Magno es
profesor en la Curia Pontificia.
Cuatro años más tarde el Papa Alejandro IV le nombra Obispo y, a pesar de su
oposición, es consagrado Obispo de Ratisbona; organizó la Diócesis. A los dos
años, con nostalgia de su vida conventual dominicana, el Papa Urbano IV le
acepta la renuncia. De 1.261 al 1.263 es nombrado Predicador de la Cruzada y profesor
de la Curia Pontificia.
Destaca San Alberto Magno por su capacidad, sagacidad y equilibrio en
solucionar casos conflictivos como el del Obispo de Wurzburgo con sus fieles.
Su misión y su campo es la enseñanza, la investigación por la que sigue dictando
su sabiduría en las Cátedras Wurzburgo, Estrasburgo y Lyon. Participa en el II
Concilio de Lyon, donde media para que sea reconocido como Rey de Alemania
Rodolfo de Augsburgo.
Fresco de San Alberto Magno en Treviso (Italia)Fresco de San Alberto Magno
en el Seminario de Treviso (Italia)
En 1.279 se debilita física y mentalmente. Ese mismo año redacta su
testamento y muere, con serenidad y paz, sobre su mesa de trabajo. Era el 15 de
noviembre de 1.280.
El Maestro General de la Orden Dominicana, Humberto de Romans, nos ha dejado
estas pinceladas: "Era de buena talla y bien dotado de formas físicas.
Poseía un cuerpo formado con bellas proporciones y perfectamente moldeado para
todas las fatigas del servicio de Dios".
San Alberto es Magno por la grandeza de su espíritu. Era un hombre abierto a
lo universal; escritor y profesor incansable. Como naturalista era un hombre de
vocación analítica y observador nato. En sus obras destacan afirmaciones tales
como: "Yo lo observé" "Yo hice el experimento" "Esto
me lo han referido pescadores o cazadores expertos".
Pero es preciso destacar que San Alberto estudia, investiga, analiza todo en
función de la Santa Predicación; por eso utiliza tanto las Ciencias Naturales,
Biología, Botánica, Química, Zoología, Arqueología, como la Filosofía y la
Teología.
Semblanza espiritual
San Alberto es un científico, pero ante todo es un teólogo, observante y
mortificado, hombre de oración ininterrumpida. Pasa muchas noches en la
oración, amante de la Eucaristía: "Celebraba los Misterios Divinos con la
más grande pureza y el más ardiente amor".
Pero San Alberto Magno es un místico que descubre a Dios en el encanto de la
creación. Y un místico mariano, con una sencilla y profunda devoción a la
Virgen María. Su amor a la Virgen es ingenuo y profundo a la vez.
Fue canonizado por Pio XI el 16 de diciembre de 1.931. Pio XII, en 1.941, lo
declara Patrono de los científicos. La gran gloria de San Alberto es sin duda
su discípulo Santo Tomás de Aquino
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