miércoles, 23 de noviembre de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 25 - DE NOVIEMBRE – VIERNES – 34 – SEMANA DEL T. O. – C Santa Catalina de Alejandría,

 


 

25 - DE NOVIEMBRE – VIERNES –

 34 – SEMANA DEL T. O. – C

Santa Catalina de Alejandría,

virgen y mártir

 

Lectura del libro del Apocalipsis (20,1-4.11-15):

 

Yo, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo y una cadena grande en la mano. Sujetó al dragón, la antigua serpiente, o sea, el Diablo o Satanás, y lo encadenó por mil años; lo arrojó al abismo, echó la llave y puso un sello encima, para que no extravíe a las naciones antes que se cumplan los mil años. Después tiene que ser desatado por un poco de tiempo.  

Vi unos tronos y se sentaron sobre ellos, y se les dio el poder de juzgar; vi también las almas de los decapitados por el testimonio de Jesús y la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen y no habían recibido su marca en la frente ni en la mano. Estos volvieron a la vida y reinaron con Cristo mil años.

     Vi un trono blanco y grande, y al que estaba sentado en él. De su presencia huyeron cielo y tierra, y no dejaron rastro. Vi a los muertos, pequeños y grandes, de pie ante el trono. Se abrieron los libros y se abrió otro libro, el de la vida. Los muertos fueron juzgados según sus obras, escritas en los libros. El mar devolvió a sus muertos, Muerte y Abismo devolvieron a sus muertos, y todos fueron juzgados según sus obras. Después, Muerte y Abismo fueron arrojados al lago de fuego —el lago de fuego es la muerte segunda—. Y si alguien no estaba escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.

       Y vi un cielo y una tierra nuevos, pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo.

 

Palabra de Dios

 

Salmo 83

R/. He aquí la morada de Dios entre los hombres.

 

V/. Mi alma se consume y anhela

los atrios del Señor,

mi corazón y mi carne

retozan por el Dios vivo. R/.

 

V/. Hasta el gorrión ha encontrado una casa;

la golondrina, un nido

donde colocar sus polluelos:

tus altares, Señor del universo,

Rey mío y Dios mío. R/.

 

V/. Dichosos los que viven en tu casa,

alabándote siempre.

Dichoso el que encuentra en ti su fuerza.

Caminan de baluarte en baluarte. R/.

 

Evangelio según san Lucas 21, 29-33

    En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos:

"Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca.

Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios.

Os aseguro que antes que pase esta generación todo esto se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán".

 

Palabra del Señor

 

1.  Por los evangelios sinópticos, sabemos que las comunidades primitivas pusieron en boca de Jesús afirmaciones contundentes en el sentido de que "algo importante" iba a suceder y por eso los cristianos vivían en una apremiante expectación (Mc 9, 1; Mt 10, 23; Lc 21, 32-33).

¿A qué se referían en concreto tales expectativas?

 Por más que no nos sea posible saberlo con seguridad (cf. J. A. Fitzmyer), no es menos

cierto que aquellas primeras comunidades de creyentes en Jesús vivían en el convencimiento de que un cambio muy profundo se estaba gestando. Un cambio que afectaría a toda la historia siguiente de la humanidad.

¿Qué cambio podría ser este?

 

2.  Por lo menos, es seguro que el gran acontecimiento que aquella generación vivió fue el mismo acontecimiento de Jesús, el Crucificado y el Resucitado, que fue el origen y el punto de partida, no solo ni principalmente, de una nueva era, sino por encima de todo lo demás, el arranque de un proceso lento, largo e imparable de la humanización.

En Jesús, Dios se humanizó. Y la humanización de Dios, en aquel judío enteramente y singular, es el inicio de la creciente superación de la deshumanización que a todos nos sigue causando tantos sufrimientos y tanta degradación.

Es este un tema capital que la teología cristiana no ha desentrañado debidamente.

Quizá hemos necesitado mucho tiempo para empezar a vislumbrar las consecuencias que lleva consigo la realidad que estamos viviendo.

 

3.  En todo caso, nuestra esperanza no se derrumba. Se mantiene firme, no obstante, toda la deshumanización que a estas alturas de la historia nos sigue acosando.

Jesús lo dijo: "el cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán". Así es: la palabra y la promesa de Jesús sigue adelante en la historia. Es la palabra y la promesa de una creciente humanización que, al hacernos más humanos, por eso mismo nos hace más divinos. 

Es decir, nos hace alcanzar la anhelada meta de un mundo más humano.  Y de una esperanza firme en que la vida tiene sentido. Porque tiene futuro.

El futuro definitivo del Trascendente que nos espera para siempre. Vamos dejando atrás tiempos de asombrosas desigualdades. De manera que, casi sin darnos cuenta, las nuevas generaciones tienen una sensibilidad para exigir los derechos humanos, la igualdad entre los pueblos y los mortales, la dignidad y el valor de la vida, el derecho que todos tenemos al goce y al disfrute de la existencia humana, que no se habían generalizado como ahora son ya patrimonio de la humanidad. Lo cual quiere decir que la causa de Jesús sigue adelante.

Es sencillamente imparable.

 

Santa Catalina de Alejandría,

virgen y mártir

 

Santa Catalina de Alejandría - (siglo IV)

 

 Natural de Alejandría, fue una mujer de noble cuna que estudió filosofía. Se convirtió al cristianismo inspirada por el sueño de un ermitaño. Después, convirtió a la esposa del emperador Magencio, a un oficial y a doscientos soldados. En venganza, el emperador reunió a cincuenta eruditos paganos y la retó a un debate religioso.

Después de una larga y acalorada discusión, las palabras de Catalina indujeron a los cincuenta eruditos a convertirse. Magencio ordenó que la ataran a un potro, que la despedazó enseguida. Después fue decapitada.

Es patrona de la elocuencia, los filósofos, los predicadores, las solteras, las hilanderas y los estudiantes.

 

 

BIOGRAFIA

Alejandría fue fundada por Alejandro Magno, que no quería pasar sólo a la historia como guerrero, sino también como mecenas de los sabios. Alejandría será conocida en el mundo de las letras por su famosa universidad, por su célebre escuela y por su biblioteca de unos 700.000 volúmenes. Una de las siete maravillas del mundo estaba también aquí, el faro de Alejandría. Hubo otros faros luminosos, como Plotino, Filón, Porfirio, Orígenes, Tertuliano, Atanasio, Cirilo.

   Alejandría era una algarabía de pueblos y razas, de sectas y sistemas filosóficos. «Griegos y judíos, dice la condesa de Pardo Bazán, andaban a la greña continuamente. Con el advenimiento de los cristianos se complicó el asunto. La confusión de sectas y teologías se hizo formidable».

La colonia judía era muy importante. Sus Libros Sagrados eran muy apreciados. Fue aquí en Alejandría donde Tolomeo II mandó que setenta intérpretes tradujeran del hebreo al griego el Antiguo Testamento.

La religión cristiana también empezó a tener mucha influencia. Según una antigua tradición, la Iglesia de Alejandría fue fundada por el evangelista San Marcos. Tuvo luego la mejor escuela catequética de su tiempo, el Didascaleo, donde enseñaron grandes maestros: Tertuliano, Orígenes, Lactancio, San Clemente Alejandrino y San Dionisio de Alejandría.

Aquí nació nuestra Santa, faro más luminoso que el faro de Alejandría y que todos los sabios. La leyenda áurea la presenta con grandes elogios. El nombre de Catalina -la pura, la blanca- respondería a una linda princesa, hija del rey siciliano Costo, nacida en Alejandría a fines del siglo III.

Posee Catalina una personalidad radiante y popular por cuádruple motivo: como hermosa, como sabia, como virgen y como mártir. «Catalina, escribe la Pardo Bazán, no fue sólo una filósofa. Su alma es una historia de amor. Grandes artistas, como Van Dyck, Memling, Leonardo y el Veronés, plasmaron en sus lienzos los Desposorios de la virgen alejandrina con Jesucristo».

Catalina tenía pasión por la verdad. A los dieciocho años descuella por sus conocimientos filosóficos. Es docta y elocuente, bella y con muchos pretendientes, apasionada y enamorada de la belleza.

Había recorrido todas las escuelas. Su favorito era Platón. Discute, analiza, rechaza. La cautiva sobre todo la enseñanza del obispo Pedro el Patriarca. Aquella moral tan pura, aquel Maestro tan sublime, el Sermón de la montaña, aquella Virgen Madre, de tan divina grandeza. Así, por la belleza tangible llegó Catalina a la Belleza increada: Dios.

Un providencial encuentro con el ermitaño Trifón allanó las dificultades. Catalina creyó y se bautizó. Y se dice que Cristo aquella misma noche celebró con ella los místicos Desposorios. Ya es filósofa cristiana.

La intrépida virgen Catalina se presenta audazmente ante el sanguinario Maximino Daia para recriminarle su conducta con los cristianos. Maximino se siente deslumbrado por su elocuencia. Concierta una disputa pública. Se enfrenta Catalina a cincuenta renombrados doctores. Con versos de Homero, con citas de Platón, con textos de los profetas, unidos a su gracia y elocuencia, no sólo deshace los argumentos de sus adversarios, sino que les convierte a casi todos, y sellan su fe con el martirio.

A Catalina le aplican la rueda con cuchillos. Pero se rompe en vez de lastimarla. Finalmente le llega la muerte por la espada. La desposada se iba al cielo a celebrar las bodas con su celestial Esposo. El martirologio romano dice que los ángeles trasladaron los virginales restos al Sinaí.

 

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