13 – DE ABRIL
– JUEVES
DE OCTAVA
DE PASCUA – A
SAN HERMENEGILDO
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (3,11-26):
En
aquellos días, mientras el paralítico curado seguía aún con Pedro y Juan, todo
el pueblo, asombrado, acudió corriendo al pórtico llamado de Salomón, donde
estaban ellos.
Al
verlo, Pedro dirigió la palabra a la gente:
«Israelitas,
- ¿por qué os admiráis de esto? - ¿Por qué nos miráis como si
hubiéramos hecho andar a este con nuestro propio poder o virtud?
El
Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha
glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y de quien
renegasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo.
Vosotros
renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino;
matasteis al autor de la vida, pero Dios Jo resucitó de entre los muertos, y
nosotros somos testigos de ello.
Por
la fe en su nombre, este, que veis aquí y que conocéis, ha recobrado el vigor
por medio de su nombre; la fe que viene por medio de él le ha restituido
completamente la salud, a la vista de todos vosotros.
Ahora
bien, hermanos, sé que Jo hicisteis por ignorancia, al igual que vuestras
autoridades; pero Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los
profetas, que su Mesías tenía que padecer.
Por
tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados; para que
vengan tiempos de consuelo de parte de Dios, y envíe a Jesús, el Mesías que os
estaba destinado, al que debe recibir el cielo hasta el tiempo de la
restauración universal, de la que Dios habló desde antiguo por boca de sus
santos profetas.
Moisés
dijo:
“El
Señor Dios vuestro hará surgir de entre vuestros hermanos un profeta como yo:
escuchadle todo lo que os diga; y quien no escuche a ese profeta será excluido
del pueblo”.
Y,
desde Samuel en adelante, todos los profetas que hablaron anunciaron también
estos días.
Vosotros
sois los hijos de los profetas, los hijos de la alianza que hizo Dios con
vuestros padres, cuando le dijo a Abrahán:
“En
tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra”.
Dios
resucitó a su Siervo y os lo envía en primer lugar a vosotros para que os
traiga la bendición, apartándoos a cada uno de vuestras maldades».
Palabra de Dios
Salmo: 8, 2a.5.6-7.8-9
R/. Señor, dueño nuestro
¡qué admirable es tu
nombre en toda la tierra!
Señor,
Dios nuestro,
¿qué es el hombre para que
te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar
por él? R/.
Lo
hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y
dignidad,
le diste el mando sobre
las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajo sus
pies. R/.
Rebaños
de ovejas y toros,
y hasta las bestias del
campo,
las aves del cielo, los
peces del mar,
que trazan sendas por el
mar. R/.
Secuencia (Opcional)
Ofrezcan
los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero
sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon
vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la
Vida,
triunfante se levanta.
«¿Qué
has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid
a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»
Primicia
de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey
vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (24,35-48):
En
aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el
camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban
hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:
«Paz
a vosotros».
Pero
ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.
Y
él les dijo:
«
- ¿Por qué os alarmáis?, - ¿por qué surgen dudas en vuestro
corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en
persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y
huesos, como veis que yo tengo».
Dicho
esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la
alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis
ahí algo de comer?».
Ellos
le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y
les dijo:
«Esto
es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se
cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca
de mí».
Entonces
les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y
les dijo:
«Así
está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día
y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a
todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Vosotros
sois testigos de esto».
Palabra del Señor
1. Los relatos de las apariciones quieren destacar la identidad
entre el Crucificado y el Resucitado.
El que murió en la cruz y el que resucitó del sepulcro es el
mismo. Por eso el Resucitado muestra, como señas de su identidad,
sus manos y sus pies.
Pide que le palpen. Insiste en que un fantasma no tiene carne ni huesos. Y
hasta se pone a comer delante de ellos.
Lo importante aquí está en que las señas de identidad que da el Resucitado
son todas señas de identidad humana: manos, pies, carne, huesos, comer...
2. Por tanto, el que ha sido exaltado a la Gloria, no solo sigue
identificado con lo humano, sino que es precisamente en
lo humano en lo que puede ser identificado.
El Cristo glorificado no se identifica por su poder, su gloria, su
dignidad, su divinidad, sino por su humanidad. Un Dios que se
desentiende de nuestra condición de carne y hueso, de lo que vemos y palpamos,
de nuestra necesidad de comer y beber, es un Dios deshumanizado. Y por eso
mismo, semejante "Dios", ya no es el Dios que se nos ha comunicado en
Jesús, el Crucificado y el Resucitado.
3. En la enseñanza religiosa, que se nos ha dado, se ha
insistido mucho en la divinidad de Cristo. Pero se ha insistido menos en la
humanidad de Jesús. Y jamás se ha hablado de la humanización de Dios.
Los hombres de la religión se manejan bien con "lo
divino". Como nadie lo ha visto.., en nombre de "lo divino" se manda y
se gobierna con poder indiscutible.
El problema está en que, si tomamos en serio que Dios se identifica
con lo humano, no iremos por la vida sacrificando o excluyendo "lo
humano" porque así estamos más cerca de "lo divino".
Se desconoce su fecha de nacimiento, pero
se sabe que murió el 13 de abril de 585, Leovigild, el rey ariano de los
visigodos (569-86) tenía dos hijos, Hermenegildo y Reccared, que fueron
producto de su primer matrimonio con la princesa católica Theodosia. Hermenegildo
se casó en 576 con Ingundis, una princesa católica hija de Sigebert y
Brunhilde.
Como resultado de su propia inclinación e
influenciado por su esposa, y por instrucciones de San Leander de Sevilla,
ingresó a la fe católica. La segunda esposa de Leovigild, Goswintha, una
fanática ariana, llegó a odiar a su nuera y trató de establecer la manera de
apartarla de la fe católica. Hermenegildo se había ido, con la sanción de su
padre, a Andalucía, y había llevado a su esposa con él. Sin embargo, cuando
Leovigild se enteró de la conversión de su hijo, le impuso regresar a Toledo,
una orden que Hermenegildo no llegó a obedecer.
El fanatismo religioso de su madrastra, y
la severidad con que su padre estaba tratando a los católicos en España, le
obligó a tomar las armas en protección de sus compañeros de religión, y en
defensa de sus propios derechos. Al mismo tiempo, formó una alianza con los
bizantinos. Leovigild tomó el campo en contra de su hijo, en 582, haciendo que
los bizantinos traicionaran a su hijo por la suma de 30,000 barras de oro
sólido, haciendo que sitiaran a Hermenegildo en Sevilla en 583, y capturando la
ciudad, tras un sitio de casi dos años.
Hermenegildo buscó refugio en una iglesia
en Córdova, donde recibió falsas promesas por parte de Leovigild; este último
le prohibió regresar a Valencia (584). Su esposa Ingundis, se fue con su hijo a
Africa, donde ella murió. Luego de ello, el muchacho fue entregado, por orden
del Emperador Mauricio, al cuidado de su abuela Brunhilde. No sabemos mucho más
del subsiguiente destino de Hermenegildo.
Gregorio el Grande relata (Dialogi, III,
31, en P.L. LXVII, 289-93) que Leovigild envió a un obispo ariano cuando
nuestro personaje se encontraba en prisión, en la vìspera de pascua de 585; el
propósito era el de perdonar a su hijo, siempre que este aceptara la comunión
de una autoridad ariana. A ello, Hermenegildo se opuso con firmeza, no
rechazando su fe católica, y como resultado, fue decapitado el Día de Pascua de
ese año.
Más tarde fue venerado como mártir, y
Sixto V (1585), actuando de acuerdo a la sugerencia del Rey Felipe II, extendió
la celebración de su festividad (13 de abril), en todo el territorio de España.
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