9 – DE ABRIL
–
DOMINGO DE
RESURRECCIÓN – A
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (10,34a.37-43):
En
aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
«Vosotros
conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del
bautismo que predicó Juan.
Me
refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo,
que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque
Dios estaba con él.
Nosotros
somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. A
este lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y
le concedió la gracia de manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos
designados por Dios: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su
resurrección de entre los muertos.
Nos
encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha
constituido juez de vivos y muertos. De él dan testimonio todos los profetas:
que todos los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los
pecados».
Salmo: 117,1-2.16ab-17.22-23
R/. Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo
Dad
gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su
misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su
misericordia. R/.
«La
diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es
excelsa».
No he de morir, viviré
para contar las hazañas
del Señor. R/.
La
piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra
angular.
Es el Señor quien lo ha
hecho,
ha sido un milagro
patente. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,1-4):
Hermanos:
Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo
está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de
la tierra.
Porque
habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando
aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos,
juntamente con él.
Secuencia
Hoy es obligatorio decir la Secuencia. Los días dentro de la Octava es
potestativo.
Ofrezcan
los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero
sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon
vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la
Vida,
triunfante se levanta.
«¿Qué
has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid
a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»
Primicia
de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey
vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1-9):
El
primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando
aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó
a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús
amaba, y les dijo:
«Se
han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron
Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el
otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro;
e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó
también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos
tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos,
sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces
entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio
y creyó.
Pues hasta entonces no
habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor
Tres reacciones ante la resurrección de
Jesús.
Una elección extraña
Las dos frases más repetidas por la iglesia en este domingo son: “Cristo
ha resucitado” y “Dios ha resucitado a Jesús”. Resumen las
afirmaciones más frecuentes del Nuevo Testamento sobre este tema.
Sin embargo, como evangelio para este domingo se ha elegido uno que no
tiene como protagonistas ni a Dios, ni a Cristo, ni confiesa su resurrección.
Los tres protagonistas que menciona son puramente humanos: María Magdalena,
Simón Pedro y el discípulo amado. Ni siquiera hay un ángel. El relato del
evangelio de Juan se centra en las reacciones de estos personajes, muy
distintas.
…María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún
estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde
estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les
dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han
puesto».
Pedro y el otro discípulo Salieron camino del
sepulcro.
…el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y
llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no
entró.
…Simón Pedro llegó detrás de él y entró en el sepulcro:
vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no
con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
El otro discípulo, entró …vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de
resucitar de entre los muertos.
María reacciona de forma precipitada: le basta ver que han quitado la losa del
sepulcro para concluir que alguien se ha llevado el cadáver; la resurrección ni
siquiera se le pasa por la cabeza.
Simón Pedro actúa como un inspector de policía diligente: corre al sepulcro y no se
limita, como María, a ver la losa corrida; entra, advierte que las vendas están
en el suelo y que el sudario, en cambio, está enrollado en sitio aparte. Algo
muy extraño. Pero no saca ninguna conclusión.
El discípulo amado también corre, más incluso que Simón Pedro, pero luego
lo espera pacientemente. Y ve lo mismo que Pedro, pero concluye que Jesús ha
resucitado.
El evangelio de san Juan, que tanto nos hace sufrir a lo largo del
año con sus enrevesados discursos, ofrece hoy un mensaje espléndido:
ante la resurrección de Jesús podemos pensar que es un fraude (María), no saber
qué pensar (Pedro) o dar el salto misterioso de la fe (discípulo amado).
¿Por qué espera el discípulo amado a Pedro?
Es frecuente interpretar este hecho de la siguiente manera. El discípulo
amado (sea Juan o quien fuere) fundó una comunidad cristiana bastante peculiar,
que corría el peligro de considerarse superior a las demás iglesias y terminar
separada de ellas. De hecho, el cuarto evangelio deja clara la enorme intuición
religiosa del fundador, superior a la de Pedro: le basta ver para creer, igual
que más adelante, cuando Jesús se aparezca en el lago de Galilea,
inmediatamente sabe que “es el Señor”. Sin embargo, su intuición especial no lo
sitúa por encima de Pedro, al que espera a la entrada de la tumba en señal de
respeto. La comunidad del discípulo amado, imitando a su fundador, debe
sentirse unida a la iglesia total, de la que Pedro es responsable.
Las otras dos lecturas: beneficios y compromisos.
A diferencia del evangelio, las otras dos lecturas de este domingo (Hechos
y Colosenses) afirman rotundamente la resurrección de Jesús. Aunque son muy
distintas, hay algo que las une:
a) las dos mencionan los beneficios de la resurrección de
Jesús para nosotros: el perdón de los pecados (Hechos) y
la gloria futura (Colosenses);
b) las dos afirman que la resurrección de Jesús implica un compromiso para los
cristianos: predicar y dar testimonio, como los Apóstoles (Hechos),
y aspirar a los bienes de arriba, donde está Cristo, no a los de la tierra
(Colosenses).
El libro de los Hechos de los apóstoles 10, 34a. 37-43
…Pedro tomó la palabra y dijo:…
…Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y
en Jerusalén.
…Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de
manifestarse, …a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su
resurrección de entre los muertos.
Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha
constituido juez de vivos y muertos…
La carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1-4
HERMANOS:
Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba…,
…aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios…
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