martes, 18 de abril de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 20 – DE ABRIL – JUEVES – 2 - SEMANA DE PASCUA – A SANTA INES de Montepulciano, virgen

 

 

 


20 – DE ABRIL – JUEVES –

2 - SEMANA DE PASCUA – A

 SANTA  INES

de Montepulciano, virgen

 

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,27-33):

En aquellos días, los apóstoles fueron conducidos a comparecer ante el Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó, diciendo:

«¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre».

Pedro y los apóstoles replicaron:

«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen».

Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 33,2.9.17-18.19-20

 

R/. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha

Bendigo al Señor en todo momento,

su alabanza está siempre en mi boca.

Gustad y ved qué bueno es el Señor,

dichoso el que se acoge a él. R/.

El Señor se enfrenta con los malhechores,

para borrar de la tierra su memoria.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha

y lo libra de sus angustias. R/.

El Señor está cerca de los atribulados,

salva a los abatidos.

Aunque el justo sufra muchos males,

de todos lo libra el Señor. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (3,31-36):

El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.

El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

 

Palabra del Señor

 

1.  Como se advierte fácilmente, este breve relato no habla de la historia de Jesús, sino de la cristología (reflexión teórica sobre Cristo) que elaboró el evangelio de Juan.

En la cristología de Juan, tiene un lugar importante el verbo griego erchomai, que significa "venir" o "ir", o sea, se trata de un verbo que expresa un desplazamiento. Se puede decir que, según el IV evangelio, Jesús es un "desplazado": ha abandonado su origen y viene con una misión o encargo que tiene que cumplir.

 

2.  Jesús es "el que viene" (hoerchómenos) "de Dios", "del Padre", "del cielo", "de lo alto" (Jn 3, 31. 32; 5, 43; 7, 28; 8, 14. 42; 9, 39; 10, 10; 12, 47; 13, 3; 16, 28; 18, 37).

Según las creencias religiosas de todos los tiempos y de todos los pueblos y culturas, Jesús representa un caso absolutamente único: viene de la condición y posición más excelsa y privilegiada que los hombres religiosos han podido pensar. Es decir, ha abandonado su gloria, sus privilegios, su condición excelsa, sus poderes, su autoridad, y se ve equiparado a lo terreno, lo de abajo, lo limitado, lo efímero, lo mortal, lo transitorio. Y, por si era poco, aquí, en esta tierra de los mortales, se ve rechazado, de forma que nadie acepta su testimonio. Es fuerte y duro verse así.

 

3.  Con esto Jesús está diciendo que el procedimiento para dar vida en plenitud, lo que se suele decir vida "eterna" (aiónios), es el camino del descenso, del despojo de toda grandeza y privilegio, el camino trillado y vulgar de los mortales, donde uno pierde poder y ha de ganarse la credibilidad, no por el estamento al que pertenece, sino por la autenticidad de su vida.

 

SANTA  INES

de Montepulciano, virgen

 




Nació alrededor del año 1270. Hija de la toscana familia Segni, propietarios acomodados de Graciano, cerca de Orvieto.

Cuanto solo tiene nueve años, consigue el permiso familiar para vestir el escapulario de «saco» de las monjas de un convento de Montepulciano que recibían este nombre precisamente por el pobre estilo de su ropa.

Seis años más tarde funda un monasterio con Margarita, su maestra de convento, en Proceno, a más de cien kilómetros de Montepulciano. Mucha madurez debió de ver en ella el obispo del lugar cuando, con poco más de quince años, la nombra abadesa. Dieciséis años desempeñó el cargo y en el transcurso de ese tiempo hizo dos visitas a Roma; una fue por motivos de caridad, muy breve; la otra tuvo como fin poner los medios ante la Santa Sede para evitar que el monasterio que acababa de fundar fuera un día presa de ambiciones y usurpaciones ilegítimas. Se ve que en ese tiempo podía pasar cualquier cosa no solo en los bienes eclesiásticos que detentaban los varones, sino también con los que administraban las mujeres.

Apreciando los vecinos de Montepulciano el bien espiritual que reportaba el monasterio de Proceno puertas afuera, ruegan, suplican y empujan a Inés para que funde otro en su ciudad pensando en la transformación espiritual de la juventud. Descubierta la voluntad de Dios en la oración, decide fundar. Será en el monte que está sembrado de casas de lenocinio, «un lugar de pecadoras», y se levantará gracias a la ayuda económica de los familiares, amigos y convecinos. Ha tenido una visión en la que tres barcos con sus patronos están dispuestos a recibirla a bordo; Agustín, Domingo y Francisco la invitan a subir, pero es Domingo quien decide la cuestión: «Subirá a mi nave, pues así lo ha dispuesto Dios». Su fundación seguirá el espíritu y las huellas de santo Domingo y tendrá a los dominicos como ayuda espiritual para ella y sus monjas.

Con maltrecha salud, sus monjas intentan procurarle remedio con los baños termales cercanos; pero fallece en el año 1317.

Raimundo de Capua, el mayor difusor de la vida y obras de santa Inés, escribe en Legenda no solo datos biográficos, sino un chorro de hechos sobrenaturales acaecidos en vida de la santa y, según él, confirmados ante notario, firmados por testigos oculares fidedignos y testimoniados por las monjas vivas a las que tenía acceso por razones de su ministerio. Piensa que, relatando prolijamente los hechos sobrenaturales –éxtasis, visiones y milagros–, contribuye a resaltar su santa vida con el aval inconfundible del milagro. Por ello habló del maná que solía cubrir el manto de Inés al salir de la oración, el que cubrió en interior de la catedral cuando hizo su profesión religiosa, o la luz radiante que aún después de medio siglo de la muerte le ha deslumbrado en Montepulciano; no menos asombro causaba oírle exponer cómo nacían rosas donde Inés se arrodillaba y el momento glorioso en que la Virgen puso en sus brazos al niño Jesús (antes de devolverlo a su Madre, tuvo Inés el acierto de quitarle la cruz que llevaba al cuello y guardarla después como el más preciado tesoro). Cariño, poesía y encanto.

Santa Catalina de Siena, nacida unos años después y dominica como ella, será la santa que, profundamente impresionada por sus virtudes, hablará de lo de dentro de su alma. Llegó a afirmar que, aparte de la acción del Espíritu Santo, fueron la vida y virtudes ejemplares vividas heroicamente por santa Inés las que le empujaron a su entrega personal y a amar al Señor. Resalta en carta escrita a las monjas hijas de Inés de Montepulciano –una santa que habla de otra santa– la humildad, el amor a la Cruz y la fidelidad al cumplimiento de la voluntad de Dios. Pero el mayor elogio que puede decirse de Inés lo dejó escrito en su Diálogo, poniéndolo en boca de Jesucristo: «La dulce virgen santa Inés, que desde la niñez hasta el fin de su vida me sirvió con humildad y firme esperanza sin preocuparse de sí misma».

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario