28 – DE ABRIL
– VIERNES –
3 - SEMANA DE
PASCUA – A
San Luis María Grignon de Montfort
Lectura del
libro de los Hechos de los apóstoles (9,1-20):
EN aquellos días, Saulo, respirando todavía amenazas de muerte contra los
discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las
sinagogas de Damasco, autorizándolo a traerse encadenados a Jerusalén a los que
descubriese que pertenecían al Camino, hombres y mujeres.
Mientras caminaba, cuando ya estaba cerca de Damasco, de repente una luz
celestial lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le
decía:
«Saulo,
Saulo, ¿por qué me persigues?».
Dijo él:
«¿Quién eres,
Señor?».
Respondió:
«Soy Jesús, a
quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad, y allí se te dirá lo
que tienes que hacer».
Sus
compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero no
veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos,
no veía nada. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. Allí estuvo tres días
ciego, sin comer ni beber.
Había en
Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una visión:
«Ananías».
Respondió él:
«Aquí estoy,
Señor».
El Señor le
dijo:
«Levántate y
ve a la calle llamada Recta, y pregunta en casa de Judas por un tal Saulo de
Tarso. Mira, está orando, y ha visto en visión a un cierto Ananías que entra y
le impone las manos para que recobre la vista».
Ananías
contestó:
«Señor, he
oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en
Jerusalén, y que aquí tiene autorización de los sumos sacerdotes para llevarse
presos a todos los que invocan tu nombre».
El Señor le
dijo:
«Anda, ve;
que ese hombre es un instrumento elegido por mí para llevar mi nombre a pueblos
y reyes, y a los hijos de Israel. Yo le mostraré lo que tiene que sufrir por mi
nombre».
Salió
Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo:
«Hermano
Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha
enviado para que recobres la vista y seas lleno de Espíritu Santo».
Inmediatamente
se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se
levantó, y fue bautizado. Comió, y recobró las fuerzas.
Se quedó unos
días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a anunciar en las sinagogas
que Jesús es el Hijo de Dios.
Palabra de Dios
Salmo:
116,1.2
R/. Ir al
mundo entero y proclamad el Evangelio
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos. R/.
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R/.
Lectura del
santo evangelio según san Juan (6,52-59):
EN aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí:
«¿Cómo puede
este darnos a comer su carne?».
Entonces
Jesús les dijo:
«En verdad,
en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su
sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene
vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es
verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre
habita en mí y yo en él.
Como el Padre que vive me ha enviado, y
yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el
pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y
murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
Esto lo dijo
Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.
Palabra del Señor
1. El
acontecimiento central del cristianismo fue (y es) lo que llamamos el
Misterio de la Encarnación. Dios (la Palabra) "se hizo carne" (sarx)
(Jn 1, 14), es decir, Dios "se humanizó", se rebajó, "se despojó
de su rango" y "no se aferró a su categoría de Dios" (Fil 2,
6-7).
Este
acontecimiento, central en el cristianismo, no es solo un contenido de la fe,
sino que además y sobre todo es el "hecho
normativo" fundamental para los creyentes en Jesús: la norma de conducta,
central en la vida, es la renuncia a todo rango, categoría o poder que nos
aleja de lo humano y, en definitiva, nos "deshumaniza".
2. A
partir de este criterio, hay que entender las palabras de Jesús sobre la eucaristía. Comer la carne de Jesús es, desde luego, integrar en la propia
vida a Jesús mismo. Pero esto nos lleva, a su vez, a la convicción de que
la comunión eucarística no es solamente recibir al Señor, sino algo
indeciblemente más fuerte: comulgar la "carne" (sarx) de Jesús es
integrar en la propia vida el proyecto y el proceso de humanización de Dios en
Jesús.
3. Comulgar
no es ninguna dignidad. Es un abajamiento, es la renuncia a toda distinción o categoría. La renuncia, incluso, a la separación de dignidad y
"santidad" que implica "lo santo", "lo sagrado".
Por tanto, encarnarse
en lo simplemente humano, en lo laico, en lo
secular. Sencillamente, hacerse como uno de tantos.
San Luis María Grignon de Montfort
San Luis María Grignon de Montfort, presbítero, que evangelizó las regiones
occidentales de Francia anunciando el misterio de la Sabiduría Eterna y fundó
dos congregaciones. Predicó y escribió acerca de la Cruz de Cristo y de la
verdadera devoción hacia la Santísima Virgen, y después de convertir a muchos,
descansó de su peregrinación terrena en la aldea de Saint-Laurent-sur-Sèvre.
Vida de San Luis María Grignon de Montfort
PRIMEROS AÑOS
San Luis nació en Montfort, Francia el 31 de enero de 1673 de una familia
muy numerosa, el siendo el mayor de 18 hermanos. Uno de ellos murió en su
infancia, 3 fueron sacerdotes y 3 religiosas. San Luis sobresalía entre sus
amigos por su habilidad y su extraordinaria fortaleza física. De carácter era más
bien tímido y prefería la soledad.
Desde joven, San Luis tenía una gran devoción a la Eucaristía y a la Virgen
María. Frecuentemente lo encontraban rezando por largo rato frente a una imagen
de la Virgen. Cuando tenía suficiente edad, pidió permiso para asistir en la
misa de la parroquia en las mañanas. Como la Iglesia le quedaba a dos millas de
su casa, tenía que levantarse muy temprano para llegar a tiempo. Mientras
estudiaba con los jesuitas en Rennes siempre visitaba la iglesia antes y
después de las clases. Participó en una sociedad de jóvenes que durante las
vacaciones servían a los pobres y los enfermos incurables. Les leían libros
inspirados durante las comidas.
Pero no todo en su juventud era de color de rosas. Su padre, Jean Grignion,
tenía la fama de ser uno de los hombres más coléricos en toda la región de
Rennes. Y como Luis era el hijo mayor, era quien sentía más el peso de la
furia. Su papá constantemente lo incitaba a la ira. Ya por sí mismo Luis tenía
un temperamento tan fuerte como el de su papá, lo cual le hacía aún más difícil
soportar aquellas pruebas.. Para evitar un enfrentamiento con su papá, y el mal
que su ira podría traer, Luis salía corriendo. Así evitaba la ocasión de pecado.
Era todo lo que Luis podía hacer para controlar su temperamento. En vez de
empeorar, a través de estas demostraciones de ira de su papá, Luis aprendió a
morirse a sí mismo y pudo aprender a ser paciente, dulce y crecer en virtud. Su
papá, sin quererlo le proporcionó un medio para entrar en la lucha por la
santidad a una temprana edad.
UN TOQUE DE GRACIA LO LLEVA AL
SACERDOCIO
Entre los 16 y 18 años, San Luis tuvo una experiencia de Dios que marcó su
vida para siempre. Ante este encuentro personal e íntimo con Dios, la vida de
Luis cambió radicalmente. Se entregaba totalmente a la oración y a la
penitencia, encontrando su delicia tan solo en Dios. San Luis aprendió
rápidamente que lo que verdaderamente valía no eran los grandes acontecimientos
en este mundo: el dinero, la fama, etc. Sino que el verdadero valor ante Dios
estaba en la transformación interior.
Escribe San Luis: "Esta es la forma en que actúan las almas
predilectas. Se mantienen dentro de su casa .... o sea, mantienen sus mentes en
las verdades espirituales (y no en las de la tierra). Se aplican a la oración
mental, siguiendo el ejemplo de María, su madre, cuya mayor gloria durante su
vida era su vida interior y quien amaba tanto la oración mental. Estas almas
observan como tantos trabajan y gastan grandes energías e inteligencia para
ganar éxitos y reconocimiento en la tierra. Por la luz del Espíritu Santo,
saben que hay más gloria y más gozo, permaneciendo escondidos en Cristo y en
perfecta sumisión a María, que en hacer grandes cosas o grandes milagros."
En 1693, a los 20 años, siente el llamado de consagrar su vida a Dios a
través del Sacerdocio. La primera reacción de su padre no era favorable, pero
cuando su papá vio la determinación de su hijo, le dio su bendición. Y así, a finales
de ese año, San Luis sale de su casa hacia París.
EL SEMINARIO
Renunciando a la comodidad de su caballo, San Luis se decidió caminar los
300 kilómetros hacia el seminario en París. Durante su camino, se encuentra con
dos pobres en distintos momentos. Al primero le da todo el dinero que su padre
le había entregado, quedándose con nada. Al segundo, no teniendo ya más dinero
que darle, le entrega su único traje, regalo de su mama, cambiándolo por los
trapos del pobre. De esta manera, San Luis marca lo que ha de ser su vida desde
ese momento en adelante. Ya no se limitará a servir a los pobres, pues es ya
uno de ellos. Hace entonces un voto de vivir de limosnas.
En aquella época había seminarios separados para ricos y pobres. Cuando
llega San Luis al seminario, viéndolo en tan miserable condición, los
superiores lo mandan al seminario de los pobres. Así se privó de las ventajas
ofrecidas en el mejor seminario.
En el seminario, San Luis fue Bibliotecario y velador de muertos, dos
oficios que eran poco queridos por los demás. Mas en el plan providente de Dios
le proporcionaron oportunidades de mucha gracia y crecimiento.
Por su oficio de bibliotecario, San Luis pudo leer muchos libros, sobre
todo, libros de la Virgen María. Todos los libros que encontraba de ella, los
leía y estudiaba con gran celo. Este período llegó a ser para él, la fundación
de toda su espiritualidad Mariana.
El oficio de velar a los muertos fue también de gran provecho. Era su
responsabilidad pasar toda la noche junto con algún muerto. Ante la realidad de
la muerte que estaba constantemente ante sus ojos, San Luis aprendió a
despreciar todo lo de este mundo como vano y temporal. Esto lo llevó a
"atesorar tesoros en el cielo y no en la tierra." Él llegó a
reconocer que nada se debe esperar de lo que es de este mundo más todo de Dios.
Su tiempo en el seminario estuvo lleno de grandes pruebas. San Luis era poco
comprendido por los demás. No sabían cómo lidiar con él, si como un santo o un
fanático. Sus superiores, pensando que toda su vida estaba movida más bien por
el orgullo que por el celo de Dios, lo mortificaban día y noche. Lo humillaban
y lo insultaban en frente de todos. Sus compañeros en el seminario, viendo la
actitud de los superiores, también lo maltrataban mucho. Se reían de él, lo
rechazaban muy a menudo. Y todo esto San Luis lo recibió con gran paciencia y
docilidad. Es más, lo miraba todo como un gran regalo de Cristo quién le había
dado a participar de Su Cruz.
SACERDOTE
El 5 de junio de 1700, San Luis, de 27 años, fue ordenado sacerdote. Escogió
como lema de su vida sacerdotal: "ser esclavo de María". Enseguida
empezaron a surgir grandes cruces en su vida. Pero no se detenía a pensar en sí
mismo sino que su gran sueño era llegar a ser misionero y llevar la Palabra de
Cristo a lugares muy distantes
Después de su ordenación, sus superiores no sabían aun como tratar con él.
San Luis estaba ansioso de poder empezar su obras apostólicas. Sin embargo sus
superiores le negaron sus facultades de ejercer como sacerdote.... no podía
confesar ni predicar.... y lo mantuvieron un largo rato en el seminario
haciendo varios oficios menores. Esto fue un gran dolor para San Luis, no por
los trabajos humildes sino por no poder ejercer su sacerdocio. Tenía como único
deseo dar gloria a Dios en su sacerdocio y en sus obras misioneras. Mas como
siempre, San Luis obedeció con amor.
Después de casi un año en el seminario, por fin San Luis se encontró con un
sacerdote organizador de una compañía de sacerdotes misioneros, que le invitó a
acompañarlo en otro pueblo. Sus superiores, aprovechando esta oportunidad para
salir de él, le dieron permiso. A San Luis le esperaba otra gran decepción pues
cuando llegó a la casa de los padres misioneros, vio tan grandes abusos y
mediocridad entre ellos que no le quedaba duda de que no podía quedarse.
Escribió inmediatamente a su superior del seminario pidiendo regresar a París
pero este le dijo que estaba siendo malagradecido y le hizo quedarse. San Luis,
que obedecía santamente a sus superiores, se quedó. Aun no le daban permiso
para confesar y pasaba los días enseñándole catecismo a los niños.
CAPELLÁN DE HOSPITAL
Después de varios
meses en que se encuentra relegado, San Luis es asignado capellán del hospital
de Poitiers, un asilo para los pobres y marginados. No era el apostolado que
San Luis buscaba, pues su deseo era ser misionero, pero aceptó con docilidad.
Cuando ya percibía los frutos llegó la prueba otra vez. Los poderosos del mundo
no podían aceptar la simplicidad y naturalidad que tenía San Luis con los
pobres y empezaron los ataques y la persecución. Vive, como todos los santos,
el sufrimiento de Cristo.
De vuelta en París, el predilecto de la Virgen Santísima empieza a ver como
las puertas se le cerraban con rapidez. Muchos, no entendiéndolo, crean falsos
testimonios de él, desacreditándolo como sacerdote y como hombre. Es rechazado
hasta por sus amigos más íntimos. Fue tanto el rechazo contra él, que en uno de
los hospitales en que servía, su superior le puso una nota bajo su plato a la
hora de la cena informándole que ya no necesitaba de su ministerio. Hasta su
propio obispo empieza a dudar seriamente de él y dos veces lo manda a callar.
San Luis, aunque sufrió enormemente, se mantuvo firme en su fe actuando como
un santo sacerdote. Dios lo estaba purificando y fortaleciendo para que su vida
sea un amor puro a Dios y al prójimo. En su total humillación y abandono de todos
se abre cada vez más a la total conciencia de que Dios es su único apoyo, su
única defensa. Él ve en esto una nueva oportunidad de abrazar su determinación
de vivir en plena pobreza, tanto espiritual como física. También llega a
entender que la razón de los ataques es la doctrina Mariana que enseña. Primero
porque Satanás no la quiere y segundo porque la humanidad no está dispuesta a
abrazar sus enseñanzas.
RECURSO AL PAPA QUIEN LE HACE
MISIONERO
San Luis decide, en el año 1706, recurrir al Santo Padre, el Papa Clemente
XI. Quería saber si en verdad estaba errado como todos decían o si cumplía la
voluntad de Dios, lo cual era su único deseo. Se logra el encuentro y San Luis
recibe del papá la bendición y el título de Misionero Apostólico.
Durante su vida apostólica como misionero, San Luis llegará a hacer 200
misiones y retiros. Con gran celo predicaba de pueblo en pueblo el Evangelio.
Su lenguaje era sencillo pero lleno de fuego y amor a Dios. Sus misiones se
caracterizaban por la presencia de María, ya que siempre promovía el rezo del
santo rosario, hacía procesiones y cánticos a la Virgen. Sus exhortaciones
movían a los pobres a renovar sus corazones y, poco a poco, volver a Dios, a
los sacramentos y al amor a Cristo Crucificado. San Luis siempre decía que sus
mejores amigos eran los pobres, ante quienes abría de par en par su corazón.
FUNDADOR
Un año antes de su muerte, el Padre Montfort fundó dos congregaciones -- Las
hermanas de la Sabiduría, dedicadas al trabajo de hospital y la instrucción de
niñas pobres, y la Compañía de María, misioneros. Hacía años que soñaba con
estas fundaciones, pero las circunstancias no le permitían. Humanamente
hablando, en su lecho de muerte la obra parecía haber fracasado. Solo había
cuatro hermanas y dos sacerdotes con unos pocos hermanos. Pero el Padre
Montfort, quien tenía el don de profecía, sabía que el árbol crecería. Al
comienzo del siglo XX las Hermanas de la Sabiduría eran cinco mil con cuarenta
y cuatro casas, dando instrucción a 60,000 niños.
Después de la muerte del fundador, la Compañía de María fue gobernada
durante 39 años por el Padre Mulot. Al principio había rehusado unirse a
Montfort en su trabajo misionero. "No puedo ser misionero", decía,
"porque tengo un lado paralizado desde hace años; tengo infección de los
pulmones que a penas me permite respirar, y estoy tan enfermo que no descanso
día y noche." Pero San Luis, inspirado por Dios, le contestó, "En
cuanto comiences a predicar serás completamente sanado". Así ocurrió
SUS VIRTUDES
Los santos son hombres que aman con todo el corazón y el corazón da fruto en
virtud. Los frutos no se dan sin la entrega y el sacrificio perseverante. San
Luis Grignion de Montfort es un hombre de oración constante, ama a los pobres y
vive la pobreza con radicalidad, goza en las humillaciones por Cristo.
Algunas anécdotas:
En una misión para soldados en La Rochelle, estos, movidos por sus palabras,
lloraban y pedían perdón por sus pecados a gritos. En la procesión final un
oficial caminaba a la cabeza descalzo, llevando la bandera. Los soldados,
también descalzos, seguían llevando en una mano el crucifijo y en la otra el
rosario mientras cantaban himnos.
Cuando anunció su plan de construir un monumental Calvario en una colina
cercana a Pontchateau, muchos respondieron con entusiasmo. Por quince meses,
entre doscientos y cuatrocientos campesinos trabajaron diariamente sin
recompensa. Cuando la magna obra estaba recién terminada, el rey ordenó que
todo fuese destruido. Los Jansenistas habían convencido al gobernador de
Bretaña que se estaba construyendo una fortaleza capaz de ayudar a una
revuelta. El padre Montfort actuó con una gran paz ante la situación. Solo
exclamó: "Bendito sea Dios".
-En una ocasión, cuando el obispo lo había mandado a callar, San Luis
obedientemente se retiró en oración. Fue durante ese tiempo que escribió
"A los Amigos de la Cruz", un fabuloso tratado que enseña la
necesidad y la práctica de llevar la cruz.
-Los Jansenistas (seguidores de Jansenio que terminaron en herejía),
irritados por los éxitos del padre Montfort, logran por medio de intrigas que
se le expulse del distrito en que daba una misión.
-En La Rochelle trataron de envenenarlo con una taza de caldo y, a pesar del
antídoto que tomó, su salud fue dañada permanentemente.
-En otra ocasión trataron de asesinarlo cuando caminaba por una estrecha calle.
El tubo un presentimiento de peligro y escapó por otra calle.
¿Y CUÁL ES ESPIRITUALIDAD TAN
ATACADA?
La espiritualidad de San Luis María sigue hoy día siendo amada por el Papa y
perseguida por muchos aun de la Iglesia. Es porque enseña un camino muy claro y
exigente que no permite ambigüedades ni medias tintas. El amor lo reclama todo.
La espiritualidad de San Luis
María de Montfort se basa en dos fundamentos:
1- Reproducir la imagen de Cristo Crucificado en nosotros. 2- Hacerlo a través y por medio de nuestra
consagración a María como esclavo de amor.
En otras
palabras: vivir la Cruz Redentora a través de María.
Toda la vida de Luis fue centrada sobre un deseo: La adquisición de la
Sabiduría Eterna que es Jesucristo, Hijo de Dios e Hijo de María.
Optó por una condición radical de vida formulada como "La santa
esclavitud" o la esclavitud voluntaria de amor a la Virgen Santísima para
llevarnos a la de Cristo. A ella le entregamos cuerpo y alma para que haga con
nosotros lo que quiera pues todo lo que ella quiere es de Dios. La Virgen,
Gestora de Cristo, pasa a ser la que dispone de nosotros.
Es una vía de perfección y unión, de ascética radical y de misticismo dentro
del corazón de María Santísima. Enseña que el alma abandonada en las manos de
la Madre es unida a la obediencia del Hijo. Esta entrega es total cuando el
alma se separa de todo apego terrenal y así es reengendrada en el seno de María
donde se encarnó Jesús. Llega a ser así perfecta imagen de Dios quien escogió
ser obediente hasta la Cruz.
San Luis no ve en María una simple devoción piadosa y sentimental, sino una
devoción fundada en teología sólida, la cual proviene del misterio inefable de
lo que Dios ha optado realizar por su mediación y por su perfecta docilidad a
esa obra. Esto es muy importante, ya que es este desarrollo lo que ha hecho
posible la revolución teológica que causó San Luis de Montfort.
El papa Juan Pablo II era un gran devoto de Montfort. De él tomó su lema
"Totus Tuus" y se refirió al santo en su encíclica Mariana Redemptoris
Mater y en muchas otras ocasiones. También visitó su tumba Saint Laurent sur
Sevre, añadiéndola al itinerario de su visita a Francia. Allí, junto a la tumba
estuvo a punto de sufrir un atentado, plantaron una bomba que fue descubierta
por la seguridad. Providencialmente, nada detuvo al Papá de honrar al santo que
tanto ama.
ESCRITOS
San Luis dio a la Iglesia las obras mas grandes que se han escrito sobre la
Virgen Santísima: El Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, el
Secreto de la Virgen, y El Secreto del Rosario. A estos se añade "A los
Amigos de la Cruz". La Iglesia ha reconocido sus libros como expresión
auténtica de la doctrina eclesial. El Papa Pío XII, quién canonizó a San Luis
dijo: "Son libros de enseñanza ardiente, sólida y autentica."
MUERTE Y CANONIZACIÓN
San Luis murió en Saint Laurent sur Sevre el 28 de Abril de 1716, a la edad
de 43 años.
Fue beatificado en 1888 por León XIII y canonizado el 20 de Julio de 1947
por Pío XII.
Es venerado como sacerdote, misionero, fundador y sobre todo, como Esclavo
de la Virgen María.
(Fuente: corazones.org)
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