jueves, 20 de abril de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 22 – DE ABRIL – SÁBADO – 2 - SEMANA DE PASCUA – A SAN SOTERO y SAN CAYO Papas y Mártires

 

 


22 – DE ABRIL – SÁBADO –

2 - SEMANA DE PASCUA – A

 SAN SOTERO y SAN CAYO

Papas y Mártires

 

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,1-7):

En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas.

Los Doce, convocando a la asamblea de los discípulos, dijeron:

«No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos del servicio de las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra».

La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo; a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.

La palabra de Dios iba creciendo y en Jerusalén se multiplicaba el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 32,1-2.4-5.18-19

 

     R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti

 

Aclamad, justos, al Señor,

que merece la alabanza de los buenos.

Dad gracias al Señor con la cítara,

tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.

La palabra del Señor es sincera,

y todas sus acciones son leales;

él ama la justicia y el derecho,

y su misericordia llena la tierra. R/.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,

en los que esperan su misericordia,

para librar sus vidas de la muerte

y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (6,16-21):

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.

Pero él les dijo:

«Soy yo, no temáis».

Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio adonde iban. 

 

Palabra del Señor

 

1.  El relato de la multiplicación de los panes termina diciendo que aquellas gentes, entusiasmadas al ver que Jesús les había dado de comer en abundancia, quisieron proclamarlo rey. Jesús no aceptó semejante propuesta: despidió a la gente, mandó a los discípulos a la otra orilla del lago, lejos de aquella posible tentación, y él se fue solo al monte, a orar. Jesús era un "hombre de Dios", no un "hombre del poder", ni "hombre de fama" y, menos aún, un "populista".

La profunda humanidad de Jesús se alimentaba de su profunda espiritualidad.

 

2.  Alejarse del lugar del éxito, de la popularidad y del aplauso de la gente, resultó difícil, como una noche oscura, en un mar encrespado y con viento contrario. Así las cosas, lo que más sintieron fue el miedo, no la cercanía de Jesús que los buscaba rápido, para alcanzarlos, con la ingravidez del que se desliza por encima de las aguas agitadas.

 

3.  La palabra de Jesús: Soy yo, va acompañada de un mandato que siempre agrada: No temáis.

La cercanía de Jesús, la presencia de Jesús va siempre acompañada de una experiencia que todos necesitamos y que tanto deseamos: liberarnos del miedo.

Son demasiados los miedos que nos atenazan, nos atormentan, nos avergüenzan. Miedos inconfesables, miedos que no podemos superar. La presencia de Jesús se nota en la paz, la alegría y la ilusión que va unida a la victoria sobre el miedo.

 

SAN SOTERO y SAN CAYO

Papas y Mártires

 


San Sotero y San Cayo

Papas y Mártires - (†175 y †296)

 

Tiempos nada fáciles los que le tocaron vivir a San Sotero. Fue el sucesor en el pontificado del Papa Aniceto muerto el año 165. Había nacido en la Campania italiana, en Fondi y su padre se llamaba Concordio.

Durante su pontificado se extendió la Iglesia ya que él mismo ordenó a bastantes diáconos, sacerdotes y obispos. En el terreno disciplinar dictó leyes sobre el lugar de las mujeres en la Iglesia y, sobre todo, atajó con gran valentía las herejías que se cernían sobre la Iglesia en aquellos tiempos iniciales del cristianismo.

En su tiempo se extendió la herejía de Montano que propugnaba un exagerado rigorismo de costumbres. La penitencia más rigurosa y la vida más perfecta debían practicarla todos los cristianos para no caer en pecado, sobre todo si se trataba de pecados muy graves, ya que no se les podían perdonar porque la Iglesia carecía de poder para ello. Esta doctrina que después defenderían Tertualiano y, sobre todo, Novaciano, fue condenada por la Iglesia en tiempos del Papa San Sotero. Él defendió la doctrina que siempre se había predicado y defendido en la Iglesia desde Jesucristo, que para el pecador arrepentido no hay pecado alguno, por grande que éste sea, que no se le pueda conceder el perdón. Así desaparecía el clima de rigorismo y pesimismo que atormentaba a los cristianos tan en contradicción con la doctrina del Evangelio que es de amor, perdón, alegría y esperanza...

Otra característica de San Sotero fue su ardiente caridad para con los necesitados. Él era todo para todos y quería que se viviera de acuerdo con lo que los Hechos de los Apóstoles expresan de los primeros cristianos, que «todo era común entre ellos» y que «todos eran un solo corazón y una sola alma»... San Sotero pedía limosnas a las Iglesias más ricas para distribuirlas entre las más pobres y se esforzaba «por tratar a todos con palabras y obras como un padre trata a sus hijos». Durante su pontificado el emperador Marco Aurelio (161-180), persiguió sañudamente a la Iglesia y durante este tiempo hubo abundantes mártires, entre ellos el mismo Papa que parece que murió mártir el 22 de Abril del 175.

San Cayo vivió un siglo más tarde y a pesar de ello en la tradición cristiana han caminado siempre unidos ambos Santos aunque nada tengan en común a no ser el haber muerto por Cristo y el haber sido Obispos de Roma. Su vida va entretejida de bastantes leyendas y datos poco dignos de fiar pero sabemos cierto que sucedió en el Pontificado al Papa San Eutiquiano el año 283. La última persecución más violenta fue la de Valeriano. Después casi todo el siglo II fue tiempo de paz y durante él la Iglesia quedó robustecida fuertemente. San Cayo se aprovechó de esta paz y patrocinó, sobre todo las dos escuelas célebres de Oriente: Alejandrina y Antioquena que tantos y tan ilustres hijos produjeron. A pesar de esta paz relativa también hubo algunos conatos de persecución y de hecho el mismo papa San Cayo pasó temporadas oculto en las Catacumbas de San Calixto y desde allí alentaba a los cristianos. Él, valiente, animaba a que fueran fieles a su fe en Jesucristo y que por nada del mundo renegaran de ella. Si no estaban dispuestos a morir por Jesucristo – les decía – que por lo menos perseveraran ocultos entregados a la oración y buenas obras.

El año 283 empezó una nueva persecución contra los cristianos decretada por Caro que, aunque no tan sangrienta como otras anteriores, causó graves daños a la Iglesia, siendo muchos los hombres y mujeres que derramaron generosamente su sangre por confesar a Jesucristo.

No son claras las noticias sobre el martirio de San Cayo. Hay historiadores que afirman que murió mártir, otros que a causa de las persecuciones y también quienes niegan que fuera mártir. Desde el siglo IV se celebra este día. Murió el 296.

 

 

 

 

 

 

 

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