sábado, 22 de abril de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 24 – DE ABRIL – LUNES – 3 - SEMANA DE PASCUA – A San Benito Menni

 

 

 

24 – DE ABRIL – LUNES –

3 - SEMANA DE PASCUA – A

San Benito Menni

 

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,8-15):

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos, de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.

Entonces indujeron a unos que asegurasen:

«Le hemos oído palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios».

Alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas, y, viniendo de improviso, lo agarraron y lo condujeron al Sanedrín, presentando testigos falsos que decían:

«Este individuo no para de hablar contra el Lugar Santo y la Ley, pues le hemos oído decir que ese Jesús el Nazareno destruirá este lugar y cambiará las tradiciones que nos dio Moisés».

Todos los que estaban sentados en el Sanedrín fijaron su mirada en él y su rostro les pareció el de un ángel.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 118,23-24.26-27.29-30

 

R/. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor

Aunque los nobles se sienten a murmurar de mí,

tu siervo medita tus decretos;

tus preceptos son mi delicia,

tus enseñanzas son mis consejeros. R/.

Te expliqué mi camino, y me escuchaste:

enséñame tus mandamientos;

instrúyeme en el camino de tus mandatos,

y meditaré tus maravillas. R/.

Apártame del camino falso,

y dame la gracia de tu ley;

escogí el camino verdadero,

deseé tus mandamientos. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (6,22-29):

Después de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el mar. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos.

Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.

Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:

«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».

Jesús les contestó:

«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».

Ellos le preguntaron:

«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».

Respondió Jesús:

«La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».

 

Palabra del Señor

 

 

1.   La primera preocupación que siempre han tenido, y siguen teniendo, todos los seres humanos es la preocupación por la vida, por tener una vida sana y segura.  Ahora bien, la sanidad y seguridad de la vida supone alimentación y salud. Por eso, los dos grandes temas, que aparecen constantemente en los evangelios, son la salud de los enfermos y la comida de los que carecen de alimentos, no como limosna para llenar el estómago, sino como comensalía para compartir la mesa.

 

2.   Por eso, si hablamos de la comida, no como mera solución al hambre de cada uno, sino como comensalía, que nos lleva al tema del compartir con los demás, se comprende lo que Jesús le dijo a la gente que le buscaba. 

Aquella gente no comprendió el significado de la multiplicación de los panes.  Solo apetecían el pan que aquel día les resolvería el problema del hambre.  El problema está en que, como eso es lo único que nos preocupa a casi todos, por eso no se resuelve el problema del hambre en el mundo. Y, menos aún el problema que es la causa de que haya tanta hambre en un mundo en el sobran alimentos.

 

3.   Se suele decir que este espantoso problema no se resuelve porque no hay voluntad política para resolverlo. No es eso.

El problema radica en la falta de fe, es decir, en la falta de una motivación superior, de una voluntad y fuerza superior, que nos haga sensibles a la solidaridad y a la comensalía para todos. 

La solución está en que tengamos fe en Él, es decir, que la "memoria subversiva" de Jesús movilice nuestras vidas.

 

San Benito Menni

 


San Benito Menni.

 

Milán (Italia), 11.III.1841 – Dinán (Francia), 24.IV.1914.

Restaurador de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios (OH) en España, fundador de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús.

 

Biografía

 

Nacido en el seno de una humilde familia cristiana milanesa el 11 de marzo de 1841 y bautizado con el nombre de Ángel Hércules, fue el quinto de quince hijos. Realizados los estudios en la escuela elemental y gimnástica, a los dieciséis años se colocó en un instituto bancario. Atraído por la caridad que desarrollaron los hermanos de San Juan de Dios con los heridos en la batalla de Magenta el año 1859, solicitó el ingreso en la Orden Hospitalaria. Entró en ella en Milán y vistió el hábito el 1 de mayo de 1860, hizo los votos simples el 15 de mayo siguiente y la profesión solemne el 17 del mismo mes de 1864. Fue destinado a Lodi para cursar los estudios de sacerdote. El superior general, Juan María Alfieri, lo trasladó a Roma, donde hizo la carrera eclesiástica en la Universidad Gregoriana y fue ordenado sacerdote a título de hospitalidad, el 14 de octubre de 1866.

 

Casi extinguida la Orden en España con la muerte del padre José Bueno Villagrán, último general de la Congregación de España, pues no quedaban más de cuatro hermanos en el Hospital de Nuestra Señora de la Paz, en Sevilla, y el resto estaba disperso, el padre Juan María Alfieri, general de Italia, tomó a su cargo restaurarla en el momento oportuno con gran empeño.

Puso los ojos en el joven Benito y lo presentó dos veces a Su Santidad Pío IX, quien le encomendó la tarea en España como comisario o delegado general.

El padre Menni se aplicó a la ardua empresa comenzada, estudiando español; antes de llegar a España pasó por Francia y aprendió también allí las prácticas religiosas y hospitalarias de los hermanos. Después entró en España por Barcelona en la semana de Pasión de 1867 y, vencidas las primeras dificultades, trató de recoger a los hermanos desperdigados y abrió un pequeño hospital para niños desvalidos y pobres el 14 de diciembre de 1867. Recibió a jóvenes candidatos con los que formó una pequeña comunidad, pero la Revolución septembrina de 1868 le obligó a trasladarse a Marsella con los novicios.

Estallada la Segunda Guerra Carlista (1874-1876), ofreció sus servicios y pasó a las ambulancias del Norte con varios hermanos y colaboró con la Cruz Roja. Abrió un establecimiento benéfico en Escoriaza (Guipúzcoa). Acabada la guerra, se trasladó a Madrid el 20 de mayo de 1876, donde quiso fundar.

Consultó al nuncio y a otras autoridades para establecer un centro de salud mental y el 5 de septiembre presentó en el Gobierno Civil los estatutos de la Asociación de Enfermeros Hermanos de la Caridad; el 27 de octubre fue autorizada la asociación y aprobados sus estatutos, con lo cual los asociados podían vivir en comunidad y dentro de la legalidad constitucional y prestar servicios en hospitales y asilos de cualquier lugar de la nación.

Así inició varias fundaciones: Ciempozuelos (Madrid), para enfermos mentales (finales de 1876), lo que es hoy el gran complejo psiquiátrico para hombres y mujeres; Sevilla, para ancianos (1878), recuperando el antiguo Hospital de Nuestra Señora de la Paz, uno de los más antiguos de la Orden; Granada, donde el 22 de agosto de 1878 firmó con el arzobispo la entrega de la iglesia basílica de San Juan de Dios, donde reposa su venerado cuerpo, pagando la deuda que debía y las obras de restauración. Conocida la noticia por el superior general de la Orden, padre Alfieri, hizo un viaje a España y el 8 de septiembre del mismo año,recibió de manos del arzobispo las llaves de la basílica, tomó posesión de ella y comunicó a todas las casas tan deseada recuperación. Visto lo imposible de recuperar el antiguo Hospital fundado por san Juan de Dios y comprobadas las necesidades sociales de los niños, abrió un asilo para niños huérfanos, para lo que fue concedido el permiso por Real Orden de 13 de mayo de 1878. El 24 de octubre de 1883 se hizo cargo del Asilo San Bartolomé para huérfanos, hasta 1895 en que fueron retirados. Los hermanos siguieron trabajando en el Asilo de Barcelona con cincuenta niños acogidos y vivían de las limosnas; el 4 de noviembre se inauguraba la iglesia y el 26 de febrero de 1882 se colocó la primera piedra de un amplio pabellón.

En 1884 fue constituida la provincia española por la Sagrada Congregación y el padre Menni su primer provincial, que sucesivamente lo fue hasta 1903, acrecentando en este período las fundaciones en Portugal y México, con docientos religiosos y unos tres mil enfermos.

En ese tiempo reafirmaron su obediencia al único superior general de toda la Orden y a sus sucesores canónicamente elegidos.

Al mismo tiempo que atendía a la restauración de la Orden, se percató de lo necesaria que era una congregación de religiosas que se hicieran cargo de las enfermas mentales y niñas lisiadas, en algunas ocasiones estas religiosas se hacían imprescindibles, pues las diputaciones para firmar contratos de asistencia a los enfermos varones, exigían también que se encargaran de la asistencia a las mujeres. Fue forjando la idea de fundar una Congregación religiosa de mujeres. Hizo un viaje a Granada y allí conoció a Josefa Recio y María Angustias Jiménez, con las que fundó la congregación de Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, que ejercieron con las enfermas de su sexo las mismas obras de hospitalidad de los hermanos.

Después de probado su espíritu y la rectitud de sus intenciones de consagrar su vida al servicio de las enfermas, las recibió en Ciempozuelos y durante un año se prepararon para la vida religiosa-hospitalaria.

Con el tiempo, se fueron uniendo otras postulantes y con ellas dio comienzo la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, a las que se impuso el hábito el 31 de mayo de 1881.

Bajo su acertada dirección, la Congregación fue adquiriendo un rápido desarrollo con fundaciones en Madrid, Barcelona, Málaga, Palencia y Pamplona.

La Congregación fue aprobada por León XIII el 25 de junio de 1892, dando el Decretum Laudes, y el 29 de noviembre de 1901 la aprobación definitiva.

     Hoy atiende por todo el mundo a enfermas principalmente de psiquiatría, ancianas y niñas disminuidas.

     Con grupos de hermanos y hermanas acudió a las provincias atacadas por el cólera en 1885, como consecuencia del cual fallecieron varios religiosos. En mayo de 1911 fue nombrado superior general de la Orden y en junio de 1912, enfermo, dimitió y se retiró a la casa de Dinán (Francia), donde falleció el 24 de abril de 1914.

     Restauró la Orden Hospitalaria en Portugal e Hispanoamérica, realizando varias fundaciones: Casa de Salud de Telhal; envió hermanos a Montemor y restauró la Casa-Hospital de San Martín de Guadalajara; intentó fundar en Filipinas y en Argentina, pero las circunstancias no fueron entonces propicias.

   El 6 de mayo de 1914 fue trasladado su cuerpo a Ciempozuelos, donde se le hizo un solemne funeral; en la actualidad reposa en la chapilla-panteón del Complejo Asistencial de las Hermanas Hospitalarias.

   Se inició el proceso de beatificación el 25 de mayo de 1944 y fue introducido en Roma por Decreto de 1 de marzo de 1955. El papa Juan Pablo II lo beatificó el 23 de junio de 1985 y fue canonizado el 21 de noviembre de 1999. Ha sido nombrado patrono del voluntariado en alguna diócesis

 

 

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