domingo, 10 de marzo de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 12 DE MARZO – MARTES – 4ª – SEMANA DE CUARESMA - B SAN SIMEON EL TEÓLOGO

 

 


12 DE MARZO – MARTES – 4ª – SEMANA DE CUARESMA - B

SAN SIMEON EL TEÓLOGO

 

  Lectura de la profecía de Ezequiel (47,1-9.12):

 

EN aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo del Señor.

De debajo del umbral del templo corría agua hacia el este —el templo miraba al este—. El agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar.

Me hizo salir por el pórtico septentrional y me llevó por fuera hasta el pórtico exterior que mira al este. El agua corría por el lado derecho.

El hombre que llevaba el cordel en la mano salió hacia el este, midió quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta las rodillas. Midió todavía otros quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta la cintura.

Midió otros quinientos metros: era ya un torrente que no se podía vadear, sino cruzar a nado.

Entonces me dijo:

«¿Has visto, hijo de hombre?»,

Después me condujo por la ribera del torrente. Al volver vi en ambas riberas del torrente una gran arboleda.

Me dijo:

«Estas aguas fluyen hacia la zona oriental, descienden hacia la estepa y desembocan en el mar de la Sal, Cuando hayan entrado en él, sus aguas serán saneadas. Todo ser viviente que se agita, allí donde desemboque la corriente, tendrá vida; y habrá peces en abundancia. Porque apenas estas aguas hayan llegado hasta allí, habrán saneado el mar y habrá vida allí donde llegue el torrente.

En ambas riberas del torrente crecerá toda clase de árboles frutales; no se marchitarán sus hojas ni se acabarán sus frutos; darán nuevos frutos cada mes, porque las aguas del torrente fluyen del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales».

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 45,2-3.5-6.8-9

R/. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob

 

 Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,

poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos, aunque tiemble la tierra,

y los montes se desplomen en el mar. R/.

 Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios,

el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;

Dios la socorre al despuntar la aurora. R/.

 El Señor del universo está con nosotros,

nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,

las maravillas que hace en la tierra. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (5,1-16):

 

SE celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.

     Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.

Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.

Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:

«¿Quieres quedar sano?».

El enfermo le contestó:

«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado».

Jesús le dice:

«Levántate, toma tu camilla y echa a andar».

Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.

Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:

«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla».

Él les contestó:

«El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla y echa a andar”».

Ellos le preguntaron:

«¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?».

Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado.

Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:

«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor».

Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.

Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

 

Palabra del Señor

 

  1.  Lo más notable de este relato es que está redactado de forma que, si prescindimos de los detalles descriptivos que se refieren al sitio y a la fiesta en que esto ocurrió, lo que se destaca es, ante todo, las condiciones en que vivía aquel hombre: enfermo de parálisis, de manera que no podía valerse por sí mismo y, además, completamente solo en la vida, sin poder contar con nadie que le acompañara o le pudiera echar una mano cuando necesitaba ayuda.

Era un indigente total: pobre, solo y desamparado. Y frente a semejante desamparo, Jesús.

Pues bien, Jesús ve al inválido y desamparado total. Y su reacción es inmediata: le devuelve la salud y la vida normal, sin reparar en que aquel día era sábado. Pero, sin duda, que Jesús hizo aquello a sabiendas del lío en que se metía.  Violar la ley en público era un asunto feo y grave. Pero, para Jesús, era importante y urgente remediar el sufrimiento de aquel hombre.

 

  2.  La liberación del sufrimiento de una persona, que se ve en tales circunstancias, no necesita justificación alguna. Ni divina ni humana. Eso, si es que se puede resolver, se resuelve y nada más.  Ni menos tampoco. Eso es lo que hizo Jesús en este caso. Y enseguida se quitó de en medio. No por cobardía, como queda patente en lo que el capítulo dice a continuación. Los dirigentes judíos empezaron, desde entonces, a perseguir a Jesús y querían matarlo (Jn 5,16. 18).

 

  3.  Es frecuente que las personas "espirituales", la "gente de Iglesia", cuando sospecha que, si hace o dice tal cosa, eso le puede complicar la vida, le puede crear problemas, será sin duda "persona mal vista", sin duda alguna que, en tales casos, lo que los observantes y espirituales suelen ver como "lo más prudente" es callarse, estarse quieto, no dar motivo ni crear malestar alguno en la curia diocesana o en las oficinas de la administración provincial..., etc.

De lo cual se siguen dos consecuencias:

 

1)      Lo que está mal, sigue mal.

2)      El que podría remediarlo, sigue siendo visto como una persona "equilibrada", "prudente" y "respetable".

Y así está la Iglesia: repleta de "prudentes", que viven al margen de tantos males y desgracias que se podrían remediar.

 

SAN SIMEON EL TEÓLOGO

 


Nuevo Teólogo

(949–1022)

San Simeón el Nuevo Teólogo (949–1022) es el último de los tres santos de la Iglesia Ortodoxa al que se dio el título de teólogo de ahí que también recibiera el adjetivo de «Nuevo». Los otros son san Juan el Apóstol y san Gregorio Nacianceno. San Simeón fue un poeta que personificó la tradición hesicasta mística. Escribió que los seres humanos podían y debían experimentar a Dios directamente. Sus obras influyeron en la controversia hesicasta del siglo XIV. Su discípulo más famoso fue Nicetas Estetatos, su ayudante de celda, que también escribió su vida.

Nacido en Galacia, Paflagonia, su padre le preparó una educación en Constantinopla en la vida oficial. Fue más tarde asignado como cortesano para atender al emperador Basilio. Abandonó su vida como cortesano para retirarse a un monasterio a la edad de 27 años bajo el Viejo Simeón el Pío en el Monasterio de Studion. Más tarde se convirtió en abad del monasterio de San Mamés en Constantinopla.

La estricta disciplina monástica que pretendía Simeón dolió a algunos en el monasterio. Un día, después de la liturgia algunos de los monjes le atacaron y casi le mataron. Después fueron expulsados del monasterio y Simeón pidió que se los tratara con lenidad. También de las autoridades eclesiásticas Simeón padeció una severa oposición que encontraba sus obras suficientemente fastidiosas para excluirle de Constantinopla. Así que abandonó la ciudad y residió en el monasterio de Santa Makrina cruzando el Bósforo. Con el tiempo se hizo un recluso.

Simeón no estaba educado en filosofía griega, pero sabía bastante de la vida de la iglesia. A menudo hablaba a partir de su experiencia personal directa y a veces atacó a algunos eruditos a quienes veía como personas que pretendían tener un conocimiento del que carecían.

Algunas de las obras de Simeón fueron: Discursos catecúmenos, Himnos de Amor divino y los Tres Discursos teológicos.

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario