16 DE MARZO
– SÁBADO –
4ª –
SEMANA DE CUARESMA - B
SAN HERIBERTO
Lectura del libro de Jeremías (11,18-20):
EL Señor me instruyó, y comprendí, me explicó todas sus intrigas. Yo, como
manso cordero, era llevado al matadero; desconocía los planes
que estaban urdiendo contra mí:
«Talemos el
árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra de los vivos, que jamás se
pronuncie su nombre».
Señor del
universo, que juzgas rectamente, que examinas las entrañas y el corazón, deja
que yo pueda ver cómo te vengas de ellos, pues a ti he confiado mi causa.
Palabra de Dios
Salmo:
7,2-3.9bc-10.11-12
R/. Señor, Dios.
mío, a ti me acojo
Señor, Dios mío, a ti me acojo,
líbrame de mis perseguidores y sálvame;
que no me atrapen como leones
y me desgarren sin remedio. R/.
Júzgame, Señor, según mi justicia,
según la inocencia que hay en mí.
Cese la maldad de los culpables,
y apoya tú al inocente,
tú que sondeas el corazón y las
entrañas,
tú, el Dios justo. R/.
Mi escudo es Dios,
que salva a los rectos de corazón.
Dios es un juez justo,
Dios amenaza cada día. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Juan (7,40-53):
EN aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de
Jesús, decían:
«Este es de
verdad el profeta».
Otros decían:
«Este es el
Mesías».
Pero otros
decían:
«¿Es que de
Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del
linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?».
Y así surgió
entre la gente una discordia por su causa.
Algunos
querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.
Los guardias
del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron:
«¿Por qué no
lo habéis traído?».
Los guardias
respondieron:
«Jamás ha
hablado nadie como ese hombre».
Los fariseos
les replicaron:
«También
vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído
en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos».
Nicodemo, el
que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo:
«¿Acaso
nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha
hecho?».
Ellos le
replicaron:
«¿También tú
eres galileo?
Estudia y
verás que de Galilea no salen profetas».
Y se
volvieron cada uno a su casa.
Palabra del Señor
1. El
contraste, que presenta este relato, da que pensar: a Jesús lo comprendía y lo
seguía el "óchlos" (Jn 7, 49), la plebe ignorante, los
"nadies", los ignorantes, los muertos de hambre, "el pelotón de
los torpes", (H. Bietenhard).
Estas pobres
gentes encontraban en Jesús la solución de sus vidas. Sin embargo, los
sacerdotes, los maestros de la Ley, los sabios teólogos del Templo, no solo no
entendían a Jesús, sino que lo despreciaban y ni lo soportaban.
2. En
contraste con lo dicho, no creían en Jesús ni los "jefes", ni los
"fariseos". Es decir, ni los "poderosos", ni los
"observantes" aceptaban a Jesús. Y buscaban las razones más pintorescas
para justificar su rechazo. Por ejemplo, que el Mesías no podía ser galileo; o
que tendría que haber nacido en Belén. Razones que no tienen peso teológico
alguno. La religión se resiste al Evangelio y lo rechaza con la
"verdad falseada", tan frecuente en los ambientes de gente tan
cercana a la religión como alejada del dolor del pueblo.
3. Resulta
patente la conclusión, que es tan clara como la luz: son los últimos de este
mundo los que sintonizan con Jesús. Sin duda alguna, la Iglesia naciente -lo mismo en los evangelios sinópticos que en el evangelio de
Juan expresa la preferencia de Jesús, de Dios, por los que están abajo en
la sociedad y en la historia. Al igual que la sintonía de los últimos con el
Evangelio de Jesús.
No se trata
de una cuestión social. Es un problema más profundo, que se resume en esta
pregunta:
- ¿con quién
sintonizamos en nuestra vida?
- ¿Con los
que fracasan o con los que triunfan?
Aquí nos
jugamos el "ser" o el "no-ser" de nuestra realidad de
seguidores de Jesús.
SAN HERIBERTO
Heriberto
nació en Worms en el año 970, siendo hijo de Hugo y Gräfin, duques de esta
ciudad. Estudió en la escuela de la catedral de Worms y en el monasterio
benedictino de Gorza y, por su linaje fue nombrado rector de la catedral de
Worms. En el 994 fue ordenado sacerdote y nombrado canciller del reino alemán
en Italia por el emperador Otón III, del que fue gran amigo, consejero y
compañero de sus viajes a Roma. En el 999, con 29 años, estando aún en Roma con
el emperador, fue elegido arzobispo de Colonia (antes había rechazado, por
humildad el arzobispado de Würzburg), por el pueblo, al morir el anterior
obispo.
El
clero prefería a otro, pero se impuso la voluntad popular y el polémico Papa
Silvestre II le impuso el palio arzobispal, siendo consagrado ya en Colonia,
ese mismo año. Realizó misiones diplomáticas, creó la diócesis de Bamberg y
logró la pacificación de Luxemburgo. Se distinguió por su vida de estudio de la
Sagrada Escritura, la oración, el celo pastoral y la especial atención a los
pobres. En 1002 asistió al emperador en su lecho de muerte en Paternó y
acompañó sus restos mortales a Alemania. En este viaje fue apresado por el
nuevo emperador, Enrique II, porque Heriberto se había opuesto a apoyarle en su
pretensión al trono, pero había acatado su reinado luego de su elección. Luego
de profesar su obediencia fue liberado y sirvió fielmente a Enrique, aconsejándolo
y sirviéndolo, hasta que, casi 20 años más tarde, este reconoció su error y le
pidió perdón de rodillas, delante de todo el pueblo, (a tiempo, porque ese
mismo año moriría Heriberto). Al morir, el santo obispo fue enterrado en la
iglesia del monasterio de Deutz, donde se veneran aún sus reliquias. Su proceso
de canonización lo comenzó en 1073 el papa San Gregorio VII (25 de mayo), y su
culto se aprobó en 1175, fijando su fiesta para el mismo día de su
fallecimiento, el 16 de marzo.
Fue
oficialmente canonizado en 1626, por Urbano VIII. Es intercesor para obtener la
lluvia y se le suele representar con una paloma, pues en una procesión
penitencial contra la sequía y la peste consecuente, una volaba sobre él,
protegiéndolo y anunciando el fin de la plaga.
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