11 DE MARZO
– LUNES –
4ª – SEMANA DE CUARESMA - B
San Vicente de LEÓN, abad
Lectura del libro
de Isaías (65,17-21):
ESTO dice el Señor:
«Mirad: voy a
crear un nuevo cielo y una nueva tierra: de las cosas pasadas ni habrá recuerdo
ni vendrá pensamiento.
Regocijaos,
alegraos por siempre por lo que voy a crear:
yo creo a Jerusalén “alegría”, y a su
pueblo, “júbilo”.
Me alegraré
por Jerusalén y me regocijaré con mi pueblo, ya no se oirá en ella ni llanto ni
gemido; ya no habrá allí niño que dure pocos días, ni adulto que no colme sus
años, pues será joven quien muera a los cien años, y quien no los alcance se
tendrá por maldito.
Construirán
casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán los frutos».
Palabra de Dios
Sal
29,2.4.5-6.11-12a.13b
R/. Te ensalzaré,
Señor, porque me has librado
Te ensalzaré, Señor, porque me has
librado
y no has dejado que mis enemigos se rían
de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la
fosa. R/.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
celebrad el recuerdo de su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R/.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por
siempre. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Juan (4,43-54):
EN aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había
atestiguado:
«Un profeta
no es estimado en su propia patria».
Cuando llegó
a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que
había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la
fiesta.
Fue Jesús
otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
Había un
funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había
llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su
hijo que estaba muriéndose.
Jesús le
dijo:
«Si no veis
signos y prodigios, no creéis».
El
funcionario insiste:
«Señor, baja
antes de que se muera mi niño».
Jesús le
contesta:
«Anda, tu
hijo vive».
El hombre
creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus
criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a
qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron:
«Ayer a la
hora séptima lo dejó la fiebre».
El padre cayó
en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo
vive». Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al
llegar de Judea a Galilea.
Palabra del Señor
1. Se
discute si este relato del IV evangelio es una variante, con ligeras
diferencias, del que se encuentra en Mateo y Lucas, en los que se relata la
curación del siervo del centurión romano (Mt 8, 5-13; Lc 7, 1-10). La
diferencia principal entre este relato de Juan y los de Mateo y Lucas está en
que aquí se habla de "funcionario real", de nacionalidad y religión
judía, mientras que en los otros evangelios se trata de un militar pagano (J.
D. G. Dunn).
2. Lo
que menos importa, en la redacción de este episodio, es precisar si se trata de
variantes del mismo suceso o se habla de casos distintos. En definitiva, lo mismo da que Jesús curase al criado (o al hijo) de un judío o de un
romano.
Lo importante
es la preocupación de aquel personaje por la curación y la vida del muchacho. Y el correspondiente interés de Jesús por remediar el
sufrimiento del enfermo y todo lo que aquello llevaba consigo.
3. Con
frecuencia ocurre -sobre todo en el estudio y explicación de los evangelios-
que interesan más algunos detalles (sociales, históricos...) que los problemas
más graves y apremiantes de la vida. No caemos en la cuenta de que las tres grandes preocupaciones de Jesús fueron: 1) la salud; 2) la
alimentación; 3) las relaciones humanas.
Es urgente
que la teología y los teólogos sepan centrarse en lo fundamental, en las
cuestiones que más interesaron a Jesús, que no fueron las ceremonias del Templo
y los rituales de los sacerdotes, sino los problemas que nos llevan
derechamente al fondo de la felicidad o al sufrimiento de las personas.
San Vicente de LEÓN, abad
Vicente de León
(muerto en León, 11 de marzo de 554) fue un monje benedictino, abad del
monasterio de San Clodio de León.
Se significó por
su lucha contra la herejía arriana. Durante una invasión de los suevos
arrianos, comandados per Reciano, éste atacó el monasterio, que se encontraba
en los alrededores de León, y detuvieron al abad. Torturado,
mantuvo su posición hacia la herejía y fue condenado, muriendo de un golpe de
espada en la cabeza.
Dos días después,
también murieron el prior del monasterio, Ramiro, y doce monjes que
permanecieron allí, mientras el resto de la comunidad huyó.
Sus restos fueron
enterrados en el monasterio, pero con el tiempo se perdieron, excepto las de
Vicente y Ramiro. Las de Vicente fueron trasladadas a la catedral de Oviedo,
donde se depositaron en un arca de plata, hoy en la Cámara Santa.
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