15 DE MARZO
– VIERNES –
4ª –
SEMANA DE CUARESMA - B
San Raimundo de Fitero
Lectura
del libro de la Sabiduría (2,1a.12-22):
SE decían los
impíos, razonando equivocadamente:
«Acechemos al justo, que nos resulta
fastidioso: se opone a nuestro modo de actuar, nos reprocha las faltas contra
la ley
y nos reprende contra la educación recibida; presume de conocer a Dios y se
llama a sí mismo hijo de Dios.
Es un reproche contra nuestros
criterios, su sola presencia nos resulta insoportable.
Lleva una vida distinta de todos los
demás y va por caminos diferentes.
Nos considera moneda falsa
y nos esquiva como a impuros.
Proclama dichoso el destino de los justos, y presume de tener por padre a
Dios.
Veamos si es verdad Jo que dice,
comprobando cómo es su muerte.
Si el justo es hijo de Dios, él lo
auxiliará y lo librará de las manos de sus enemigos.
Lo someteremos a ultrajes y torturas,
para conocer su temple y comprobar su resistencia.
Lo condenaremos a muerte ignominiosa,
pues, según dice, Dios lo salvará».
Así discurren, pero se equivocan, pues
los ciega su maldad.
Desconocen los misterios de Dios, no
esperan el premio de la santidad, ni creen en la recompensa de una vida
intachable.
Palabra de Dios
Salmo: 33,17-18.19-20,21.23
R/. El Señor está cerca de los atribulados
V/. El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R/.
V/. El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor. R/.
V/. Él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Juan (7,1-2.10.25-30):
EN aquel
tiempo, recorría Jesús Galilea, pues no quería andar por Judea porque los
judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas.
Una vez que sus hermanos se hubieron marchado a la fiesta, entonces subió
él también, no abiertamente, sino a escondidas.
Entonces algunos que eran de Jerusalén
dijeron:
«¿No es este el que intentan matar? Pues
mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han
convencido de que este es el Mesías? Pero este sabemos de dónde viene, mientras
que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene».
Entonces Jesús, mientras enseñaba en el
templo, gritó:
«A mí me conocéis, y conocéis de dónde
vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que
me envía; a ese vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él y
él me ha enviado».
Entonces intentaban agarrarlo; pero
nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.
Palabra del Señor
1. La
fiesta de los Campamentos (o de las Chozas) se celebraba en otoño, cuando los
campesinos habían terminado de recoger la vendimia. Era una fiesta
de agricultores que daban gracias a Dios por la cosecha. Duraba una semana y a
ella acudía mucha gente. Pero lo más importante era la fuerte carga religiosa
que se vivía esos días que servían para excitar las esperanzas mesiánicas del
judaísmo (Lv 23, 33-36; Zac14,16.19; 9, 9).
Si a Jesús se le veía como una posible
promesa o una amenaza, se comprende que acudiera a la fiesta clandestinamente.
2. Tiene que ser fuerte
sentirse vigilado, controlado y amenazado de muerte. Jesús sabía que lo iban a
matar. En tales condiciones, acudir a una fiesta tan nacionalista y de tanta
exaltación religiosa era evidentemente correr un riesgo. Podía pasar cualquier
cosa.
Jesús tuvo que echarle valor a aquel
viaje. Pero no se dejó dominar por el miedo. Subió a Jerusalén, se fue derecho
al Templo y allí se puso a hablar e incluso a gritar. Y gritó de tal manera que
intentaron matarlo entonces mismo. Pudo escapar porque no le había llegado su
hora.
3. Para hablar de Dios, como
lo hizo Jesús, hay que ser muy libre. Y tener valor para vencer el miedo. Y es
que hablar de Dios, como se debe hablar, es un asunto muy peligroso.
Hablar del "Dios" que les
conviene a los poderes de este mundo es una cosa que da poder y prestigio.
Hablar del Dios que cuestiona a esos
poderes, sobre todo al poder y a los intereses de los hombres de la religión,
es peligroso, en ello se juega uno hasta la misma vida.
San Raimundo de Fitero
Fundador de la Orden de Calatrava
Martirologio
Romano: En la villa de Ciruelos, en la región
española de Castilla la Nueva, san Raimundo, abad de Fitero, que fundó la Orden
de Calatrava y trabajó en favor de la cristiandad (c. 1160).
Fecha de
canonización: 1719 por el Papa Clemente XI. Abad del
monasterio cisterciense de Fitero en Navarra, y fundador de la Orden militar de
Calatrava.
Se llamaba Raymundo Sierra o Raymond Serrat. Aunque documentalmente no puede
probarse, lo más probable es que naciera en Saint Gaudens de Garona, en
Francia, y que la época fue a comienzos del siglo XII. Algunos autores sitúan
su nacimiento en Tarazona (Aragón), y otros afirman que fue en Barcelona.
Aparece como canónigo en Tarazona, atestiguado documentalmente por
testimonio de su primer obispo, Don Miguel, monje benedictino. De aquí pasó a
monje del monasterio cisterciense de Nuestra Señora de Sacala Dei, en Gascuña,
y de ahí fue enviado como prior a la nueva fundación que Don Bernardo determinó
hacer en España.
Se asentaron los nuevos monjes en el monte que llaman Yerga, con
consentimiento del rey. En 1140 Alfonso VII les donó la villa de Nienzabas que
había quedado asolada por los moros; aquí fundaron el monasterio de Nienzabas
del que fue abad Raymundo a la muerte de Durando, alrededor del año 1144. Lo
eligieron abad por la fama que tenía de santo y taumaturgo. Con el título y
oficio de abad aparece ya en la escritura del 1146, al donar el rey al
monasterio los dominios de Serna de Cervera y Baños de Tudescón, actuales
balnearios de Fitero.
En 1148 asistió al capítulo general de la orden del Císter, en calidad de
abad; en ese concilio estuvo presente el papa Eugenio III, que también era
cisterciense.
Raymundo trasladó ese mismo año el monasterio al mejor sitio de Castejón,
recibió la donación real del castillo de Tulungen y, en la heredad donada por
Don Pedro Tizón y su esposa Doña Toda, fundó en 1150 el de Santa María de
Fitero del que será el primer abad.
Raymundo y él se encuentran en Toledo el año 1158. Diego ha escuchado al rey
el gran peligro que corre la plaza de Calatrava confiada años atrás por Alfonso
VII a los Templarios, pero que ahora está casi desguarnecida que es por el
momento la llave estratégica de Toledo. El peligro es grande por la proximidad
de los almohades. Raymundo y Diego piden al rey la defensa de la plaza y con
los monjes traídos de Fitero más un ejército formado por campesinos y artesanos
consiguen defender la plaza y ahuyentar a los moros. En premio, el rey Sancho
III les concede el dominio de Calatrava donde Raymundo funda el mismo año la
Orden mitad monjes obedientes al toque de la campana, mitad soldados obedientes
al toque de la trompeta que fue aprobada posteriormente por el papa Alejandro
III, por bula de 25 de setiembre de 1164, cuando ya había muerto su fundador.
Raymundo murió en 1163 en Ciruelos y allí se enterró. En 1471 se trasladaron
sus restos al monasterio cisterciense de Monte León de Toledo y, desde el siglo
XIX, las reliquias del santo se encuentran en la catedral de Toledo.
Si los creyentes actuales quisiéramos imponer nuestra santa fe con la
violencia, ya tendríamos que empezar por gestionar quién quisiera vendernos una
bomba de hidrógeno; pero ese supuesto sería irreconciliable con la dignidad de
las personas y el respeto a su dignidad, seríamos calificados inmediatamente de
fanáticos y fundamentalistas; habríamos ciertamente perdido el norte de la
caridad que califica a los cristianos como auténticos discípulos de Cristo, y
nuestro modo de hacer supondría una renuncia total a los postulados de la
convivencia democrática.
Desde luego, habríamos dejado de confiar en los medios de siempre oración,
mortificación y buen ejemplo para ser sembradores de paz y de alegría que es el
vehículo normal de transmisión de la fe, siempre don del Espíritu Santo. Pero,
aunque hoy nos pueda parecer impropio de un santo vivir con la espada en la
mano por la mañana y en oración adorante por la noche, la historia es así;
juzgar los hechos pasados con la mentalidad actual es caer en un anacronismo.
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