25 DE MARZO
– LUNES
SANTO –
Lectura del libro de Isaías (42,1-7):
Así dice el Señor:
«Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi
elegido, en quien me complazco. He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la
justicia a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La
caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará. Manifestará la
justicia con verdad. No vacilará ni se quebrará, hasta implantar la justicia en
el país. En su ley esperan las islas.
Esto dice el Señor, Dios, que crea y
despliega los cielos, consolidó la tierra con su vegetación, da el respiro al
pueblo que la habita y el aliento a quienes caminan por ella:
«Yo, el Señor, te he llamado en mi
justicia, te cogí de la mano, te he formé e hice de ti alianza de un pueblo y
luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los
cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas».
Palabra de Dios
Salmo: 26,1.2.3.13-14
R/. El Señor es mi luz y mi salvación
El Señor es la defensa
de mí vida,
¿quién me hará temblar? R.
Cuando me asaltan los
malvados
para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y
caen. R.
Si un ejército acampa
contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R.
Espero gozar de la
dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.
Lectura del santo evangelio según san Juan
(12,1-11):
Seis días antes de la
Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de
entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno
de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo,
auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su
cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos,
el que lo iba a entregar, dice:
«¿Por qué no se ha vendido este perfume
por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».
Esto lo dijo, no porque le importasen
los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo
que iban echando.
Jesús dijo:
- «Déjala; lo tenía guardado para el día
de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí
no siempre me tenéis».
Una muchedumbre de judíos se enteró de
que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al
que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos
judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.
Palabra del Señor
1. Hay
dos maneras de relacionarse con la religión y, en general, con las experiencias
religiosas:
1) Para
expresar, mediante gestos simbólicos y poéticos, los sentimientos más hondos y
más nobles del ser humano.
2) Para
utilizar la religión (y las experiencias que conlleva) en provecho propio.
La primera
manera manifiesta la belleza de lo más noble que hay en nosotros. La segunda
pone en evidencia lo más detestable que tenemos (y ocultamos) los mortales.
2. María,
perfumando los pies de Jesús con esencia de nardo, del bueno y del caro,
expresaba el amor más bello y más noble, el sentimiento más sublime, del que se
habla en la Biblia: los encantos del esposo y de la esposa (Cant 1, 12. 14; 5,
1. 5).
Judas,
invocando la ayuda a los pobres, para disimular su ambición por el dinero, pone
al descubierto la bajeza vergonzosa del que se sirve del sufrimiento humano
para enriquecerse sin pudor.
3. Da
pena pensar cómo y hasta qué punto estas dos maneras de relacionarse con la
religión siguen teniendo actualidad.
La primera,
la más noble y la más hermosa, la hemos mezclado y hasta la hemos confundido
con la relación puramente erótica. Y hemos olvidado, no solo el Cantar de los
Cantares y la espléndida experiencia mística que en él se dibuja, sino hasta lo
que ya intuyeron los griegos cuando, en las Bacanales de Eurípides, el coro
entona un himno al dios Dioniso en el que "la felicidad de la
bacanal" conduce a "poner las almas en común" (M. Daraki).
La belleza y
el goce nos unen a los humanos. Por el contrario, la seducción del
dinero se disfraza de ideas sociales (saqueando, por ejemplo, a cualquier ONG)
o atesorando joyas y vanidades en la ornamentación de sagrarios, altares y
capillas, por poner otro ejemplo.
¡Qué
peligrosa es la religión!
El Evangelio,
sin embargo, hace brotar en nosotros los sentimientos de mayor
humanidad. Lo que, entre otras cosas, representa que el Evangelio
hecho vida nos humaniza. Nos hace profundamente humanos.
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