
3 - DE FEBERO
– LUNES –
4ª- SEMANA DE T.O. – C
SAN BLAS, obispo y mártir
Lectura de la carta a los Hebreos
(11,32-40):
HERMANOS:
¿Para qué
seguir? No me da tiempo de referir la historia de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,
David, Samuel y los profetas; estos, por fe, conquistaron reinos, administraron
justicia, vieron promesas cumplidas, cerraron fauces de leones, apagaron
hogueras voraces, esquivaron el filo de la espada, se curaron de enfermedades,
fueron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; hubo mujeres
que recobraron resucitados a sus muertos.
Pero
otros fueron torturados hasta la muerte, rechazando el rescate, para obtener
una resurrección mejor. Otros pasaron por la prueba de las burlas y los azotes,
de las cadenas y la cárcel; los apedrearon, los aserraron, murieron a espada,
rodaron por el mundo vestidos con pieles de oveja y de cabra, faltos de todo,
oprimidos, maltratados —el mundo no era digno de ellos—, vagabundos por
desiertos y montañas, por grutas y cavernas de la tierra.
Y todos
estos, aun acreditados por su fe, no consiguieron lo prometido, porque Dios
tenía preparado algo mejor a favor nuestro, para que ellos no llegaran sin
nosotros a la perfección.
Palabra de Dios
Salmo: 30,20.21.22.23.24
R/. Sed fuertes y valientes de corazón, los que
esperáis en en Señor.
V/. Qué bondad tan grande, Señor, reservas para los que te temen, y concedes a
los que a ti se acogen a la vista de todos. R/
V/. En el asilo de tu presencia los escondes de las conjuras humanas; los
ocultas en tu tabernáculo, frente a las lenguas pendencieras. R/.
V/. Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia en la
ciudad amurallada. R/.
V/. Yo decía en mi ansiedad:
«Me has arrojado de tu vista»;
pero tú escuchaste mi voz suplicante cuando yo te gritaba. R/.
V/. Amad al
Señor, fieles suyos; el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios los paga con creces. R/.
Evangelio según san Marcos 5,
1-20
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago en la
región de los Gerasenos.
Apenas desembarcaron,
le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en las tumbas, un
hombre poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo;
muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas
y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo.
Se
pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e
hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante
él y gritó a voz en cuello:
"¿Qué
tienes que ver conmigo, Jesús Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me
atormentes".
Porque
Jesús le estaba diciendo:
"Espíritu
inmundo, sal de este hombre".
Jesús
le preguntó:
"¿Cómo
te llamas?".
Él
respondió:
"Me
llamo Legión, porque somos muchos".
Y
le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había
cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte. Los espíritus le
rogaron:
"Déjanos
ir a meternos en los cerdos".
Él se lo permitió.
Los espíritus inmundos
salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se
abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago.
Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en
el campo. Y la gente fue a ver lo que había pasado. Se acercaron a Jesús y
vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su
juicio.
Se
quedaron espantados.
Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado
y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país. Mientras se
embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se
lo permitió, sino que le dijo:
"Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho
contigo por su misericordia".
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús
había hecho con él; todos se admiraban".
Palabra del Señor
1.- El Antiguo
Testamento está repleto de testimonios colectivos de esta fe ejemplar de los
antepasados. "Recibieron aprobación
divina por su fe". Fe que ha sido y es un rasgo distintivo del pueblo de
Dios de todos los tiempos.
Por fe, los antepasados; dominaron males de la naturaleza, practicaron
la justicia, se curaron de enfermedades, pasaron por todo tipo de pruebas,
penas en la cárcel… no consiguieron lo prometido. Dios tenía preparado algo
mejor para nosotros, para que no llegaran sin nosotros a la perfección. No
podrían ser hechos “perfectos-completos” hasta la muerte de Jesús.
2.- El mundo no los merecía; el mundo no era digno de ellos: El mundo no
es amigable con la gente de fe.
Nosotros creyentes en Cristo queremos valorar el tiempo presente de
gracia y salvación; ser testigos de manera colectiva, en comunidad sinodal, de
la fe gozosa en Cristo resucitado.
Testigos creíbles del Evangelio en la celebración comunitaria y festiva
de la Eucaristía, en el testimonio de vida fraterna, especialmente con los más
necesitados, en la formación continua de la fe; en la fidelidad a Cristo y a su
Iglesia.
Testigos en la misión de anunciar la alegría de vivir: amando la vida,
cuidándola, apoyándola en cada persona porque Cristo ha resucitado.
3.- El Evangelio describe a un hombre con un espíritu inmundo, que tenía
su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas. Andaba
desnudo dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras.
Ambiente de muerte y destrucción de violencia y de tormento; de
autolesión y autodestrucción, enfrentándose a fuerzas físicas y poderes
espirituales que buscan la destrucción de la persona. Esto nos muestra la
profunda angustia, el dolor y tormento interior que aquel hombre sentía… vivía
entre los muertos; presentaba claras tendencias suicidas; situación de opresión
y muerte.
El hombre pregunta: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo?
(conoce quien es Jesús)
Jesús pregunta ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo.
Es como si Jesús le dijera; cae en la cuenta de que tú no eres eso… eso es la
ideología (de la legión de destrucción y muerte) y la sola presencia de Jesús
lo saca de un mundo impuro (cerdos) y su pregunta hace que el espíritu salga y
el sanado empiece a experimentar una vida nueva restaurada su libertad y
dignidad (vestido) y en su sano juicio.
4.- Cristo no es bienvenido por las ideologías de destrucción, locura y
muerte, de injusticia y ceguera materialista. Le piden que se vaya.
Y ahora es Jesús el que le pide al que ha sanado: Vete a tu casa, a los
tuyos y anuncia lo que Dios ha hecho contigo por su misericordia.
Cristo deseaba restaurar a este hombre social y familiarmente. El hogar
debe ser el primer lugar donde el creyente debe dar evidencias de su nueva
vida.
Sigue el camino de Jesús; lucha contra ideologías de deshumanización,
injusticia y locura, y colabora en todo lo que sea devolver la dignidad a las
personas, hacer la vida más humana y anuncia el poder de la fe que es un gran
camino para destruir ideologías, humanizar y dignificar la vida.
SAN BLAS, obispo y mártir
Nació en Francia a principios del siglo IX y fue educado en el monasterio de
Corbie. En el año 826 marchó a Dinamarca a predicar la fe cristiana, pero sin
mucho fruto; en Suecia, en cambio, obtuvo mejores resultados. Fue elegido
obispo de Hamburgo, y el papa Gregorio IV, después de confirmar su
nombramiento, lo designó legado pontificio para Dinamarca y Suecia.
Tuvo que enfrentarse a una serie
de dificultades en su obra evangelizadora, pero todas las superó su fortaleza
de ánimo. Murió en el año 865.
Blas significa:
"arma de la divinidad". (año 316) San Blas fue obispo de Sebaste,
Armenia (al sur de Rusia).
Al principio ejercía la
medicina, y aprovechaba de la gran influencia que le daba su calidad de
excelente médico, para hablarles a sus pacientes en favor de Jesucristo y de su
santa religión, y conseguir así muchos adeptos para el cristianismo.
Al conocer su gran
santidad, el pueblo lo eligió obispo.
Cuando estalló la
persecución de Diocleciano, se fue San Blas a esconderse en una cueva de la
montaña, y desde allí dirigía y animaba a los cristianos perseguidos y por la
noche bajaba a escondidas a la ciudad a ayudarles y a socorrer y consolar a los
que estaban en las cárceles, y a llevarles la Sagrada Eucaristía.
Cuenta la tradición que
a la cueva donde estaba escondido el santo, llegaban las fieras heridas o
enfermas y él las curaba. Y que estos animales venían en gran cantidad a
visitarlo cariñosamente. Pero un día él vio que por la cuesta arriba llegaban
los cazadores del gobierno y entonces espantó a las fieras y las alejó y así
las libró de ser víctimas de la cacería.
Entonces los cazadores,
en venganza, se lo llevaron preso. Su llegada a la ciudad fue una verdadera
apoteosis, o paseo triunfal, pues todas las gentes, aun las que no pertenecían
a nuestra religión, salieron a aclamarlo como un verdadero santo y un gran benefactor
y amigo de todos.
El gobernador le
ofreció muchos regalos y ventajas temporales si dejaba la religión de
Jesucristo y si se pasaba a la religión pagana, pero San Blas proclamó que él
sería amigo de Jesús y de su santa religión hasta el último momento de su vida.
Entonces fue apaleado
brutalmente y le desgarraron con garfios su espalda. Pero durante todo este
feroz martirio, el santo no profirió ni una sola queja. El rezaba por sus
verdugos y para que todos los cristianos perseveraran en la fe.
El gobernador, al ver
que el santo no dejaba de proclamar su fe en Dios, decretó que le cortaran la
cabeza. Y cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio iba bendiciendo por
el camino a la inmensa multitud que lo miraba llena de admiración y su bendición
obtenía la curación de muchos.
Pero hubo una curación
que entusiasmó mucho a todos. Una pobre mujer tenía a su hijito agonizando
porque se le había atravesado una espina de pescado en la garganta. Corrió
hacia un sitio por donde debía pasar el santo. Se arrodilló y le presentó al
enfermito que se ahogaba. San Blas le colocó sus manos sobre la cabeza al niño
y rezó por él. Inmediatamente la espina desapareció y el niñito recobró su
salud. El pueblo lo aclamó entusiasmado.
Le cortaron la cabeza
(era el año 316). Y después de su muerte empezó a obtener muchos milagros de
Dios en favor de los que le rezaban. Se hizo tan popular que en sólo Italia
llegó a tener 35 templos dedicados a él. Su país, Armenia, se hizo cristiano
pocos años después de su martirio.
En la Edad Antigua era invocado como Patrono de los cazadores, y las gentes
le tenían gran fe como eficaz protector contra las enfermedades de la garganta.
El 3 de febrero bendecían dos velas en honor de San Blas y las colocaban en la
garganta de las personas diciendo: "Por intercesión de San Blas, te libre
Dios de los males de garganta". Cuando los niños se enfermaban de la
garganta, las mamás repetían: "San Blas bendito, que se ahoga el
angelito".
A San Blas, tan amable y generoso, pidámosle que nos consiga de Dios la
curación de las enfermedades corporales de la garganta, pero sobre todo que nos
cure de aquella enfermedad espiritual de la garganta que consiste en hablar de
todo lo que no se debe de hablar y en sentir miedo de hablar de nuestra santa
religión y de nuestro amable Redentor, Jesucristo.
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