10
DE JUNIO – MIÉRCOLES -
l0ª
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Mt
5, 17-19
En
aquel tiempo, dijo Jesús: “No creáis que he venido a abolir la
ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os
aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que se deje de
cumplir hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno
solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los
hombres, será el menos importante en
el Reino de los Cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande
en el Reino de los Cielos".
1. Estas
palabras de Jesús, después de lo que ha dicho en las
bienaventuranzas y con las metáforas de la sal y de la luz, tienen
su razón de ser. Es más, Jesús tenía que decir algo de esto.
Porque él hablaba a gente educada en la religión de la ley y los
profetas. Pero ahora acaban de escuchar que lo central en la vida no
es someterse a la ley religiosa o escuchar las diatribas de los
profetas de Dios. Lo central para Jesús es la felicidad de los
humanos. De forma que eso es la sal y la luz de este mundo. Pero, entonces,
¿no es eso acabar con la religión? ¿Qué queda en pie de la ley y
los profetas?
2. Jesús
sale al paso de quienes, entonces o ahora, se hacen tales preguntas.
El punto de vista de Jesús es muy claro: “No ha venido a suprimir la ley o los profetas, sino a llevar todo eso a su
plenitud”. Con esto Jesús quiso decir lógicamente que
la religión alcanza su plenitud, no cuando se centra en sí misma y
se reduce a la perfecta observancia de sus ritos y normas. La
religión alcanza su plenitud cuando ella deja de ser el centro y se
pone al servicio de la felicidad humana, no mediante promesas para
otra vida, sino mediante hechos tangibles para esta vida.
3. El
que entiende y vive así la religión de la ley y los profetas es el
que alcanza grandeza en el Reino de Dios, O sea, así la religión
alcanza su pleno sentido. Jesús no anuló la religión. La puso en
su sitio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario