lunes, 8 de junio de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 8 DE JUNIO – LUNES - 10ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO







8 DE JUNIO – LUNES -
10ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mt 5, 1-12

En aquel tiempo, al ver Jesús El gentío, subió a la montaña, se sentó y se le acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: "Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre
y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán “los Hijos de Dios". Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el Cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros".

1. Si algo hay claro en este texto, que siempre se ha considerado central en el Evangelio, es que lo primero que le preocupa a Jesús, lo primero que desea para los seres humanos, es la felicidad. Jesús insiste en eso machaconamente. Jesús habla de los que son “dichosos". No habla de los “ricos", ni de los “poderosos”, ni de los “notables”. Ni siquiera se refiere a los que son “religiosos”. Jesús se centra en lo que es central para todos los seres humanos. Está clara la mentalidad de Jesús.

2. Jesús piensa y quiere la felicidad de todos. Pero, ¿desde dónde ve Él esa felicidad? No la ve, ni la piensa, desde lo que tienen los mejor sitios en la vida. La ve desde lo que no tienen los que están más abajo en este mundo. Ahora bien, el desde dónde se ve la vida determina cómo se ve vida. Jesús ve este mundo y esta vida desde las carencias de los pobres, desde el dolor de los que sufren y lloran, desde el trabajo de los que se afanan porque en este mundo haya paz, desde el corazón limpio de las buenas personas, desde la humillación de los que se ven perseguidos, insultados, calumniados. Cuando la vida se ve desde tales situaciones, lógicamente se moviliza lo mejor que cada cual lleva en sus entrañas: la sensibilidad ante el sufrimiento; y la protesta ante los causantes de tanta
injusticia.


3. El peligro que tienen las “Bienaventuranzas” es que las promesas del Cielo, que Jesús hace en ellas, sean utilizadas por gente inmoral para desplazar su contenido a la “otra vida’. Es la inmoralidad de los “espirituales", que se sirven del Cielo para vivir ellos mejor en la Tierra.

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