jueves, 4 de junio de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 4 DE JUNIO – JUEVES - 9a SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO






4 DE JUNIO – JUEVES -
9a SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc 12,28 b-34

En aquel tiempo, un letrado se acercó a Jesús y le preguntó: "¿ Qué mandamiento es el primero de todos?. ” Respondió Jesús: “El primero es: Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. El segundo es este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que estos". El letrado replicó: “Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios".Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

1.    Si el “maestro de la ley” pregunta cuál es el mandamiento más importante de todos (el primero), es porque eso era objeto de discusión y los contemporáneos de Jesús no lo tenían claro.
    Por otra parte, lo que se discutía no era una cuestión meramente especulativa o teórica, sino un asunto de enorme importancia práctica. Porque todo se reducía a saber cuál tiene que ser el criterio central para organizar la vida y la propia conducta.

2.     Sobre este asunto tan serio había numerosas respuestas. Seguramente la más generalizada era la que ponía la observancia del sábado como el principal mandamiento. Con esto se estaba afirmando que el centro de la vida era la religión, no el ser humano. Una afirmación de extrema gravedad. Porque quien defiende eso, si lleva tal postura hasta sus últimas consecuencias, puede terminar diciendo, como dijo San Bernardo, que matar al infiel “no es un homicidio, sino un malicidio’ (“Exhort. Ad milites Templi, 1, 1). En nombre de la religión, se justifica la violencia, la mayor violencia.

3.    Jesús es tajante. El centro de la vida y del comportamiento es Dios vinculado al ser humano de tal forma que lo uno es inseparable de lo otro. Lo cual es elevar el respeto a lo humano hasta su valor supremo. Ante eso, ni sacrificios ni holocaustos, o sea, ante eso, ni la religión. Es decir, la religión no puede ser jamás justificante para agredir o marginar a alguien.





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