4
DE JUNIO – JUEVES -
9a
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Mc
12,28 b-34
En aquel tiempo, un
letrado se acercó a Jesús y le preguntó: "¿ Qué mandamiento
es el primero de todos?. ” Respondió Jesús: “El primero es:
Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor: amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu
mente, con todo tu ser. El segundo es este: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que estos". El
letrado replicó: “Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices
que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo
con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y
amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los
holocaustos y sacrificios".Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
1. Si
el “maestro de la ley” pregunta cuál es el mandamiento más
importante de todos (el primero), es porque eso era objeto de
discusión y los contemporáneos de Jesús no lo tenían claro.
Por
otra parte, lo que se discutía no era una cuestión meramente
especulativa o teórica, sino un asunto de enorme importancia
práctica. Porque todo se reducía a saber cuál tiene que ser el
criterio central para organizar la vida y la propia conducta.
2. Sobre
este asunto tan serio había numerosas respuestas. Seguramente la más
generalizada era la que ponía la observancia del sábado como el
principal mandamiento. Con esto se estaba afirmando que el centro de
la vida era la religión, no el ser humano. Una afirmación de
extrema gravedad. Porque quien defiende eso, si lleva tal postura
hasta sus últimas consecuencias, puede terminar diciendo, como dijo
San Bernardo, que matar al infiel “no es un homicidio, sino un
malicidio’ (“Exhort. Ad milites Templi, 1, 1). En nombre de la
religión, se justifica la violencia, la mayor violencia.
3. Jesús
es tajante. El centro de la vida y del comportamiento es Dios
vinculado al ser humano de tal forma que lo uno es inseparable de lo
otro. Lo cual es elevar el respeto a lo humano hasta su valor
supremo. Ante eso, ni sacrificios ni holocaustos, o sea, ante eso, ni
la religión. Es decir, la religión no puede ser jamás
justificante para agredir o marginar a alguien.
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