domingo, 28 de junio de 2015

Párate un momento: Lecturas del día 29 de junio – Lunes - SAN PEDRO Y SAN PABLO









29 de junio – Lunes -
SAN PEDRO Y SAN PABLO (SOLEMNIDAD)

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12,1-11):

En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.
La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: «Date prisa, levántate.» Las cadenas se le cayeron de las manos y el ángel añadió: «Ponte el cinturón y las sandalias.» Obedeció y el ángel le dijo: «Échate el manto y sígueme.»
Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel.
Pedro recapacitó y dijo: «Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.»

Salmo

Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/:El Señor me libró de todas mis ansias

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4,6-8.17-18):

Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


Evangelio Mateo (16,13-19):

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»


1. Casi todos los estudiosos del evangelio de Mateo están hoy de acuerdo en que la respuesta de Jesús a Pedro no fue pronunciada por Jesús, sino que se introdujo más tarde. Jesús nunca habló de la “ekklesía”, la Iglesia. Este término pertenece al vocabulario propio de la democracia de Atenas
(A. Hilhorst). Un léxico que un modesto galileo, como era el caso de Jesús, no podía conocer. En Mt 18, 17, la “ekklesía” se refiere a la “comunidad”.
Pero esa palabra fue introducida en las primeras comunidades cristianas por el apóstol Pablo (1 Tes 1, 1; 2 Tes 1, 4; 1 Cor, 2; Gal 1, 2...), que fue educado en Tarso, ciudad de cultura griega. Jesús, por otra parte, no fundó la Iglesia (Ulrich Luz). Lo más que se puede decir es que, al anunciar el Reino de Dios, “puso el comienzo” (Conc. Vat. II: LG 5) de lo que después de Pentecostés empezó a ser la Iglesia.

2. Pedro tuvo el puesto más destacado entre los apóstoles y en la comunidad primitiva de Jerusalén. Con el paso del tiempo, el obispo de Roma alcanzó un puesto preeminente en la Iglesia universal. Es lógico que, en una institución de ámbito universal, exista una instancia suprema que pueda tomar decisiones y resolver problemas que a nivel local tienen difícil solución. En este sentido, el Papa es fuente de cohesión y unidad en la Iglesia.

3. Sobre todo, a partir de Gregorio VII (s. Xl), el papado ha asumido y concentrado en la Curia Vaticana un poder tan pleno y universal, y alcanzado tal protagonismo en la vida y organización de la Iglesia, que con seguridad se puede afirmar que ni ese poder viene de Jesús, ni es lo mejor para la Iglesia, entre otras razones porque, mientras el papado siga acumulando los poderes que ahora tiene, la unidad de los cristianos será imposible. Juan Pablo II pidió, repetidas veces, a los obispos y teólogos de todo el mundo, que colaborasen en la búsqueda de formas de ejercer el “ministerio de Pedro” que sean más coherentes con lo que Dios quiere para su Iglesia y también para hacer viable el diálogo entre cristianos y con otras religiones.



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