13
de Junio - Sábado -
INMACULADO
CORAZÓN DE MARÍA
Lucas
2, 41-51
Los
padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de
Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según
la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús
se quedo en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos,
creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se
pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no
encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días,
lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros,
escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían
quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al
verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: “Hijo, ¿por qué
nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos
angustiados.” Él les contestó: “¿Por qué me buscabais? ¿No
sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?”. Pero ellos
no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret
y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su
corazón.
1. En
lenguaje de andar por casa, diríamos que celebramos lo de ayer de
Jesús, hoy en María. De alguna forma, así es. Sin embargo, el
carácter mariano de esta fiesta parece que nos la hace más cercana.
Claro que María, elegida por Dios, es la madre del Salvador, la
Theotokos, pero su condición de mujer, de madre, y su presencia en
los momentos más importantes de la vida de Jesús hasta el instante
final de su muerte, a los pies de la Cruz, hacen de ella un modelo de
mujer que se ha visto reflejado a lo largo de estos más de 2.000
años en la cantidad de advocaciones que tiene. El corazón de María
Inmaculada refleja el valor extraordinario de quien, siendo la
elegida para ser reina, se vuelve la servidora más humilde de todos.
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