16
DE JUNIO – MARTES -
11ª
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Mt 5,43-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
“Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a
tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced
el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y
calumnian. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el
cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia
a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman ¿qué
premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si
saludáis solo a vuestro hermano, ¿qué hacéis de extraordinario?
¿No hacen lo mismo también los paganos? Por tanto, sed perfectos
como vuestro Padre celestial es perfecto".
1. El
precepto del amor a los enemigos es uno de los textos cristianos
fundamentales. Incluso se ha dicho que este amor, tan infrecuente,
“se considera como lo propio y nuevo del cristianismo” (U. Luz).
Porque es fuerte y único lo que aquí se manda: “amar",
“hacer el bien”, “bendecir” y “orar”, todo eso
precisamente en favor de quien peor te quiere, de quien te odia y te
hace todo el daño que puede.
2. Evidentemente,
ir así por la vida, portándose de esta manera con la gente más
mala que uno puede encontrar en este mundo, es algo que supera con
mucho lo que normalmente da de sí la condición humana. El que
reacciona así, ante el odio y la calumnia, es que tiene una
motivación y una fuerza que ha dominado lo inhumano que todos
llevamos dentro de nosotros. Por eso Jesús dice a los que se portan
de esta manera inusual: “Así seréis hijos de vuestro Padre que
está en el cielo".
“Ser” hijo de Dios no es fruto de unas
creencias o de asistir a unos ritos religiosos. Jesús es tajante:
Es hijo de Dios el que ama siempre y a todos, incluso a sus peores
enemigos.
3. Cuando
Jesús pide esto, no está urgiendo que alcancemos una alta santidad,
sino una profunda humanidad. Se trata, en efecto, de que seamos
sencillamente humanos. Y humanos siempre. Jamás inhumanos con
nadie ni por nada. El mejor ejemplo, que Jesús encuentra, es la
“humanidad de Dios". El Padre que dispone lo más natural del
mundo: que el sol que sale cada
mañana alumbre a todos; y que la lluvia que cae del cielo dé vida
a todos. Lo más perfectamente natural y humano es no establecer
desigualdades, nunca ni por nada.
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