17
DE JUNIO – MIÉRCOLES -
11ª
SEMANA DEL TEMPO ORDINARIO
Mt 6, 1-6.
16-18
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuidad de no
practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por
ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre
celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la
trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y
por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres, os
aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas
limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así
tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te
lo pagará.
Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a
quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas yen las esquinas de
las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han
recibido su paga. Cuando tú vayas a rezar, entra en tu cuarto,
cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu
Padre que ve en lo escondido te lo pagará. Cuando ayunéis, no
andéis cabizbajos, como los farsantes que desfiguran su cara para
hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su
paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate
la cara para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre que
está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te
recompensará".
1. Jesús
plantea aquí cómo se ha de poner en práctica la religiosidad.
Jesús se refiere a eso, de entrada, hablando de la “justicia”.
Para explicar cómo ha de ser tal religiosidad, Jesús se refiere a
tres prácticas frecuentes en la piedad judía de aquel tiempo: la
limosna, la oración y el ayuno. Aquí ya hay algo que llama
poderosamente la atención: Jesús no toca el tema del culto
religioso en el templo o en la sinagoga, ni de la asistencia a la
comunidad judía. Jesús aquí no tiene en cuenta nada más que la
religiosidad del individuo.
2. Pero lo
más sorprendente es que, a juicio de Jesús, la religiosidad se ha
de practicar de forma que nadie se entere. Todo ha de hacerse “en
secreto’, sin llamar la atención para nada, “en lo escondido”.
Porque, según dice Jesús, lo secreto y lo escondido, lo que nadie
nota, es lo único que ve el Padre del Cielo.
3. Al decir
estas cosas, Jesús no se limita a recomendar la humildad. El asunto
es mucho más serio. Jesús quiere que la religiosidad se practique
“totalmente al margen del control social” (G. Theissen). Jesús
es consecuente: al ser “la Palabra encarnada” (Jn 1, 14), se
despojó de todo poder y gloria y “se hizo como uno de tantos’
(Fil 2,7). Si esto se toma en serio, ¿no apunta a un
cristianismo laico en una sociedad laica?
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