miércoles, 17 de junio de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 17 DE JUNIO – MIÉRCOLES - 11ª SEMANA DEL TEMPO ORDINARIO







17 DE JUNIO – MIÉRCOLES -
11ª SEMANA DEL TEMPO ORDINARIO

Mt 6, 1-6. 16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres, os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.
Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas yen las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Cuando tú vayas a rezar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre que ve en lo escondido te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los farsantes que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará".

1. Jesús plantea aquí cómo se ha de poner en práctica la religiosidad. Jesús se refiere a eso, de entrada, hablando de la “justicia”. Para explicar cómo ha de ser tal religiosidad, Jesús se refiere a tres prácticas frecuentes en la piedad judía de aquel tiempo: la limosna, la oración y el ayuno. Aquí ya hay algo que llama poderosamente la atención: Jesús no toca el tema del culto religioso en el templo o en la sinagoga, ni de la asistencia a la comunidad judía. Jesús aquí no tiene en cuenta nada más que la religiosidad del individuo.

2. Pero lo más sorprendente es que, a juicio de Jesús, la religiosidad se ha de practicar de forma que nadie se entere. Todo ha de hacerse “en secreto’, sin llamar la atención para nada, “en lo escondido”. Porque, según dice Jesús, lo secreto y lo escondido, lo que nadie nota, es lo único que ve el Padre del Cielo.

3. Al decir estas cosas, Jesús no se limita a recomendar la humildad. El asunto es mucho más serio. Jesús quiere que la religiosidad se practique “totalmente al margen del control social” (G. Theissen). Jesús es consecuente: al ser “la Palabra encarnada” (Jn 1, 14), se despojó de todo poder y gloria y “se hizo como uno de tantos’ (Fil 2,7). Si esto se toma en serio, ¿no apunta a un cristianismo laico en una sociedad laica?





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