sábado, 6 de junio de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 6 DE JUNIO - SÁBADO - 9ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO






6 DE JUNIO - SÁBADO -
9ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc 12,38-44

En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y les decía: “¡Cuidado con los letrados! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos. Esos recibirán una sentencia más rigurosa”: Estando Jesús sentado enfrente del cepillo del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulas les dijo: “Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”.

1. Está bien documentado que los escribas eran hombres bastante estimados ante la opinión pública en el s. l. De ahí el riesgo que corrió Jesús al atacar a los Maestros de la Ley, como aparece en este texto (J. Jeremias). Lo que llama la atención es que Jesús censura con dureza a los escribas, no por la doctrina que enseñan, sino por la forma de vivir que llevan. Para Jesús, es más grave la imagen que dan, que la enseñanza que imparten. ¿De qué imagen se trata?

2. Usan una vestimenta que los distingue de forma que así inspiran un respeto especial. Apetecen reverencias en público. Quieren estar siempre los primeros, lo mismo en los actos religiosos que en los banquetes. Y, como muchos de ellos eran de origen humilde, se aprovechaban de la religión y sus rezos para sacarle el dinero a la gente más sencilla o ingenua. El problema de fondo no era la vanidad o el orgullo. Era el uso de la religión para gozar de prestigio, tener buena imagen, ser vistos como los selectos y así, tener argumentos irrefutables para sacar dinero y vivir bien.


3. Jesús no soporta un montaje así. Lo rechaza con más dureza que las desviaciones doctrinales, que también se daban en aquellos rabinos. ¿Por qué tal rechazo? Porque una institución, que lo que más cuida es su buena imagen, cae en la degradación peor que se puede caer, en la “hipocresía de los buenos", los que viven obsesionados por sí mismos pensando que están sirviendo a Dios, al mundo o a los demás. Esto sucedía en tiempo de Jesús y sigue sucediendo ahora. Es más peligrosa la imagen pomposa de un personaje religioso que las doctrinas desviadas que pueda enseñar.


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