5 DE JULIO – MIÉRCOLES –
13ª - SEMANA DEL T. O. - A
Evangelio según san Mateo 8, 28-34
En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los
gerasenos. Desde el cementerio dos endemoniados salieron a su encuentro; eran
tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino. Y le dijeron a
gritos:
“¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios?
¿Has venido a atormentarnos antes de
tiempo?"
Una gran piara de cerdos a distancia estaba
hozando. Los demonios le rogaron:
"Si nos echas, mándanos a la
piara".
Jesús les dijo:
"Id".
Salieron y se metieron en los cerdos. Y la
piara entera se abalanzó acantilado abajo y se ahogó en el agua.
Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron
todo, incluyendo lo de los endemoniados. Entonces el pueblo entero salió a
donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.
1. Se discute si la ciudad, que daba nombre a
esta región, era Gerasa, Gadara o Gergera. Seguramente el relato se refiere a
Gadara, una población pagana, dominada por los romanos (B. Metzger). Estaba situada en la Decápolis. Ciudad rica y
en la que abundaba la violencia, si nos atenemos a lo que informa F. Josefo (De
Bell. 2, 458-60, 478).
En todo caso, lo que es claro es que era un territorio
cercano al mar. Y, sobre todo, lo que allí encuentra Jesús es violencia contra
los seres humanos que el relato asocia con el cementerio y, por tanto, con la
muerte y con el miedo.
2. Es importante advertir
que se narra el episodio de forma que los endemoniados no piden ni curación, ni
remedio. Lo que hacen es protestar y hasta pedirle explicaciones a Jesús de lo
que pretende hacer:
- "¿Has venido a
atormentarnos antes de tiempo?" (Mt 8, 29).
Desde nuestra
posición de creyentes, podemos
interpretar la invocación de "Hijo de Dios" como reconocimiento de su condición divina (W.
Carter).
En realidad, después
del año 70, cuando Mateo redactó este episodio, el título de "Hijo de
Dios" era un título imperial (P. Grimal). Así se advierte mejor la grandeza
y la humanidad de Jesús, que domina el mal y la muerte. Y sobre todo que da
vida y devuelve la dignidad perdida a lo más amenazante e ingrato para la convivencia
y la dignidad humanas.
Nos cuesta aceptar
que la grandeza de la humanidad y la bondad
de Jesús nos revelan la fuerza de una misericordia que solo puede venir de lo
"sobre-humano", lo
"trascendente", de Dios mismo que se nos hace presente y se nos da a
conocer en una humanidad y una
misericordia tan inmensa como la que mostró Jesús, en este episodio concretamente.
3. El relato termina
de forma desconcertante.
Los cerdos eran
animales impuros, para los judíos (Lev 11, 7-8; Dt 14, 8). Y el hecho es que
Jesús actuó
de forma que los demonios, al salir de los
humanos-endemoniados, se fueron a los cerdos. Y la piara entera se lanzó al
mar, es decir, a la muerte.
Así, la muerte pasó
de los humanos a la enorme riqueza económica que se contenía en aquella piara
de impureza y riqueza.
Así las cosas, en cuanto los dueños de aquel
capital se enteraron de lo sucedido, vinieron a pedirle a Jesús que se marchase
de su territorio. Ante la opción de tener en su tierra y en sus posesiones o muerte
o riqueza, los gadarenos (o gírasenos) no quieren que siga entre ellos quien se
pone de parte de la salud y la vida del ser humano, antes que tener que
soportar a quien les priva de sus riquezas. O sea, de sus cerdos.
Se podrían destacar
otras enseñanzas de este relato. En cualquier caso, la que se acaba de señalar
es indiscutible. Y ahora lo estamos viendo a diario, quienes abundan en
bienestar y buen nivel de vida, prefieren su bienestar y lo anteponen a las
fuerzas y la violencia de la muerte.
San Antonio Zacarias
Sacerdote y fundador -Año 1539.
San Antonio María Zaccaria.
En este
sacerdote que murió muy joven, sí que se cumplió aquella frase del Libro de la
Sabiduría en la S. Biblia "Vivió muy poco tiempo, pero hizo obras como si
hubiera tenido una vida muy larga".
Nació en
Cremona, Italia, en 1502. Quedó huérfano de padre cuando tenía muy pocos años.
Su madre, viuda a los 18 años, renunció a nuevos matrimonios que se le ofrecían
con tal de dedicarse totalmente a la educación de su hijito y los resultados
que obtuvo fueron admirables.
Estudió
medicina en la Universidad de Padua, y allí supo cuidarse muy bien para huir de
las juergas universitarias y así conservar la santa virtud de la castidad.
Desde joven renunció a los vestidos elegantes y costosos, y vistió siempre como
la gente pobre, y el dinero que ahorraba con esto, lo repartía entre los más
necesitados.
A los 22
años se graduó de médico y su gran deseo era dedicarse totalmente a atender a
las gentes más pobres, la mayor parte de las veces gratuitamente, y aprovechar
su profesión para ayudarles también a sus pacientes a salvar el alma y ganarse
el cielo. Pero unos años después, sus directores espirituales le aconsejaron
que hiciera también los estudios sacerdotales, y así logró ordenarse de
sacerdote. Así fue doblemente médico: de los cuerpos y de las almas.
Antonio
María tuvo siempre desde muy pequeño un inmenso amor por los pobres. Ya en la
escuela, volvía a veces a casa sin saco, porque lo había regalado a algún
pobrecito que había encontrado por ahí tiritando de frío. Durante sus años de
profesional y sacerdote, todo lo que consigue lo reparte entre los más
necesitados.
Se trasladó
a Milán (la ciudad de mayor número de habitantes en Italia) porque en esa gran
ciudad tenía más posibilidades de extender su apostolado a muchas gentes. Y
allí, por medio de la hermana Luisa Torelli fundó la comunidad de las hermanas
llamadas "Angelicales" (nombre que les pusieron porque su convento se
llamaba de "Los Santos Angeles"). El fin de esta comunidad era
preservar a las jovencitas que estaban en peligro de caer en vicios, y redimir
y volver al buen camino a las que ya habían caído. Estas hermanas le ayudaron
muchísimo a nuestro santo en todos sus apostolados.
Luego con
otros compañeros fundó la Comunidad llamada "Clérigos de San Pablo"
los cuales, por vivir en un convento llamado de San Bernabé, fueron llamados
por la gente "Los Padres Bernabitas". Esta congregación tenía por fin
predicar para convertir a los pecadores, extender por todas partes la devoción
a la Pasión y muerte de Cristo, y a su santa Cruz. Y esforzarse lo más posible
por tratar de obtener la renovación de la vida espiritual y piadosa entre el
pueblo, que estaba muy decaída y relajada. Estos religiosos hicieron tanto bien
en la ciudad y sus alrededores que unos años más tarde, San Carlos, gran
arzobispo de Milán, dirá de ellos: "Son la ayuda más formidable que he
encontrado en mi arquidiócesis".
San Antonio
María sentía un gran cariño por la Sagrada Eucaristía, donde está Cristo
presente en la Santa Hostia, con su Cuerpo, Sangre, alma y divinidad. Por eso
propagó por todas partes la devoción de las Cuarenta Horas, que consiste en
dedicar tres días cada año, en cada templo, a honrar solemnemente a la Stma.
Eucaristía con rezos, cantos y otros actos solemnes de culto.
Otra de sus
grandes devociones era la pasión y muerte de Cristo. Cada viernes, a las tres
de la tarde hacía sonar las campanas, para recordar a la gente que a esa hora
había muerto Nuestro Señor. Siempre llevaba una imagen de Jesús crucificado, y
se esmeraba por hacer que sus oyentes meditaran en los sufrimientos de Jesús en
su Pasión y Muerte, porque esto aumenta mucho el amor hacia el Redentor. Y una
tercera devoción que lo acompaño en sus años de sacerdocio fue un enorme
entusiasmo por las Cartas de San Pablo. Su lectura lo emocionaba hasta el
extremo, y de ellas predicaba, y a sus discípulos les insistía en que leyeran
tan preciosas cartas frecuentemente, y que meditaran en sus importantísimas
enseñanzas. A él le sucedió lo que le ha pasado a miles y millones de creyentes
en el mundo entero, que al leer las Cartas de San Pablo han descubierto en
ellas unos mensajes celestiales tan interesantes que quedan entusiasmados para
siempre por su lectura y meditación.
A nuestro
santo le correspondió vivir en los tiempos difíciles en los que en Alemania el
falso reformador Lutero proclamaba una falsa reforma en la religión, y en Roma
y España, San Ignacio y sus jesuitas empezaban a trabajar por conseguir una
verdadera reforma de la Iglesia, y muchísimos católicos sentían un intenso
deseo que empezara una era de mayor fervor y menos frialdad y maldad. San
Antonio María fue uno de los que con su enorme apostolado preparó la gran
Reforma de la Iglesia Católica que iba a traer el Concilio de Trento.
Siendo aún
muy joven, sintió, de tanto trabajar por el apostolado, le faltaban las
fuerzas. Se fue a casa de su santa madre, y en sus brazos murió el 5 de julio
de 1539. Tenía apenas 37 años, pero había hecho labores apostólicas como si
hubiera trabajado por tres docenas de años más. El Papa León XIII lo declaró
santo en 1897. Y nosotros le pedimos a San Antonio Zaccaría, que pida mucho al
buen Dios para que la Iglesia Católica se renueve día por día y no vaya a caer
nunca en la relajación y que no se enfríe nunca en el santo fervor que Nuestro
Señor quiere de cada uno de los creyentes.
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