13 DE JULIO - JUEVES –
XIV - SEMANA DEL T. O. -A
Evangelio según san Mateo 10, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
"Id y proclamad que el Reino de los
Cielos está cerca: curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad
demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.
No llevéis en la faja oro, plata ni
calderilla, ni tampoco alforja para el camino, ni otra túnica, ni sandalias, ni
bastón; bien merece el obrero su sustento.
Cuando entréis en un pueblo o aldea,
averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis.
Al entrar en una casa saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis
vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros.
Si alguno no os recibe o no os escucha, al
salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el
día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra, que a aquel
pueblo".
1. Jesús les plantea
con claridad a sus apóstoles dos cuestiones enteramente fundamentales para la
misión que les encarga:
1) La tarea que han
de cumplir.
2) Las condiciones
para poder cumplir con esa tarea.
La tarea consiste en
proclamar que ya está cerca una situación completamente nueva en las relaciones
del Cielo con la Tierra, de la Trascendencia
con la Inmanencia, de "lo divino" con "lo humano".
- ¿En
qué consiste esa nueva situación?
En que el ejercicio
de reinar, o sea de ejercer el poder, ya no va a ser ni el de la jerarquía
social vertical,
ni el del poder despótico, todo ello inventado
en la tierra, para satisfacer los privilegios e intereses de quienes ejercen
tales jerarquías y poderes. La nueva
situación es una amenaza directa para esas
jerarquías y poderes. No olvidemos que, desde sus orígenes más remotos, la
religión es generalmente aceptada como "un sistema de rangos, que implica
dependencia, sumisión y subordinación a superiores invisibles" (W.
Burkert, H. Steible).
Lo que Jesús plantea
aquí, lo que en realidad entraña, es un "cambio revolucionario".
2. ¿En qué consiste
ese cambio?
El Cielo va a reinar,
no mediante el poder que
somete, sino mediante la misericordia que sana
y alivia el sufrimiento.
- ¿Qué manda Jesús a
sus apóstoles?
No imponerse, ni
someter, ni exigir obediencia.
Para hacer esas cosas, no da Jesús ninguna
autoridad. Su mandato es claro: el Reinado de los cielos consistirá en:
"Curar enfermos, resucitar muertos, limpiar leprosos, expulsar demonios".
O sea: el Cielo reina
en la Tierra haciendo más soportable la vida aquí, haciéndonos a todos menos
desgraciados y más felices. Eso, nada más y nada menos, es el Reinado de Dios.
La misión de los
apóstoles. La misión de la Iglesia.
3. Al hacer eso, Jesús no fundó una "obra
social", una ONG. Jesús restauró un nuevo orden de relaciones entre los
humanos. Por eso, las condiciones para conseguir que se realice el proyecto de
Jesús se centran en ir por la vida sin ostentación, sin medios económicos, sin
seguridades, sin privilegios.
El dolor de los
cristianos es que los sucesores de los apóstoles, y la Iglesia que ellos han
organizado, no van por el camino que trazó Jesús. Los hombres de Iglesia, sin
darnos cuenta de lo que hacemos, le hemos dicho a Jesús que se equivocó. Nosotros sabemos, mejor que Jesús, cómo se
arregla este mundo. Y hemos conseguido ostentación, dinero, seguridades y
privilegios.
-¿Estamos consiguiendo
que el Cielo mande en la Tierra?
Eso —decimos
tranquilamente— ya no depende de nosotros. ¡Qué cinismo!
Urge crear una nueva
mentalidad en la teología, en la pastoral, en la Curia Vaticana.
SAN ENRIQUE
972 - † 1024
Fue el único emperador
canonizado. Nace en el año 972 en el castillo de Abaudia, sobre el río Danubio
siendo hijo de Enrique, duque de Baviera y de Gisela, hija de Conrado, rey de
Borgoña. Fue criado en un ambiente cristiano, su hermano Bruno era obispo, su
hermana Brígida monja.
Se casó con Santa Cunegunda de Luxemburgo, que más tarde llegaría a ser
Santa, con la que vivió como hermanos guardando perfecta castidad y tuvo como
tutor a San Wolfgan, obispo. Al poco tiempo de morir Wolfgan lo soñó
escribiendo en una pared la frase "después de 6". Enrique creyó que
se trataba del momento de su muerte en 6 días y se prepara santamente, luego
creyó que sería 6 meses y se siguió preparando y al cabo de 6 años fue elegido
emperador. El daba gracias a Dios por tan magnífica preparación. Funda, dota y
restaura los monasterios, ya que veía en ellos una fuerza viva, un foco de
oración, de estudio y de actividad bienhechora. Consigue la conversión del
esposo de su hermana Gisela, Esteban, el rey de Hungría, que sería San Esteban.
Consultaba con Dios lo que había de disponer en el gobierno, oraba intensamente,
era bondadoso con sus súbditos.
San Enrique Era amado por su
pueblo. Amante de la paz, se esfuerza por verla reinar en su imperio. Trabajó
también por la extensión del evangelio. Junto a esta vida agitada, llevaba
cuando podía una vida recogida y piadosa como un monje.
De entre
todas las iglesias, la que merecía su particular predilección era la catedral
de Bamberga, que Él mismo había edificado, y en la que reposa junto con Santa
Cunegunda. Junto a la estatua del famoso caballero, se encuentra un monumento
en memoria de los "Santos Enrique y Cunegunda, que brillaron en medio de
las tinieblas de su tiempo como dos lises de oro sobre el altar". Al final
de su vida, Enrique, llamado con razón el Piadoso, se retira al monasterio de
Vanne. El abad Ricardo le ordena volver al trono.
Pero poco
después, el 13 de julio del año 1024, a los cincuenta y dos años, recibía la
corona de la gloria en el castillo de Grona. Fue canonizado el 1146 por Eugenio
III.
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