10 DE JULIO -
LUNES –
14ª -SEMANA
DEL T. O. – A
Stª. AMALIA
Evangelio según san Mateo 9, 18-26
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó
un personaje que se arrodilló ante él y le dijo:
"Mi hija acaba de morir. Pero ven tú,
ponle la mano en la cabeza, y vivirá".
Jesús lo siguió con sus discípulos.
Entretanto, una mujer que sufría flujos de
sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó el borde del
manto, pensando que con solo tocarle el manto se curaría.
Jesús se volvió, y al
verla le dijo:
"¡Ánimo, hija! Tu fe te ha curado".
Y en aquel momento quedó curada la mujer.
Jesús llegó a casa del personaje y, al ver a
los flautistas y el alboroto de la gente, dijo:
"¡Fuera! La niña no está muerta, está
dormida".
Se reían de él.
Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a
la niña de la mano, y ella se puso en pie.
La noticia se divulgó por toda aquella
comarca.
1. El relato de Mateo, en este evangelio, se
centra en tres personas que se destacan sobre los demás: un
"personaje" de la clase dominante, una mujer enferma y Jesús.
El texto paralelo de
Mc5, 22 presenta al "personaje" como "jefe de la sinagoga",
pero se trata de una traducción incorrecta.
Lo que se puede decir
de este hombre distinguido, según este relato, es que era un jefe gobernante (archón),
es decir, un miembro de la clase gobernante, un hombre distinguido y con poder.
Pero, tal como lo presenta el evangelio, en realidad era un hombre humilde (que
se postra delante de Jesús) y además un
hombre de fe, que se fía totalmente de Jesús.
Es ejemplar que una
persona así no duda en acudir, entre el público, a pedir vida para una hija ya
difunta.
Pide vida ante la
evidencia de la muerte.
Así y una vez más, el
Evangelio nos presenta un
nuevo y ejemplar modelo de la vida que lucha
contra la muerte.
2. La segunda persona
que destaca este episodio es "una mujer que padecía flujos de
sangre".
La enfermedad de esta
mujer se indica mediante el verbo "aimorreó", que en Lev 15,33 indica
flujos corporales (el seminal o el menstrual) que, en las culturas antiguas,
eran causa de impureza. Pero podía denotar cualquier tipo de hemorragia
(Liddell-Scott; Hipócrates, Coac. 292, 300).
Por el comportamiento
de la mujer, al acercarse como a escondidas, para tocar el manto de Jesús, parece
que se trataba de una mujer que padecía, no solo una "enfermedad",
sino, además, una "impureza" legal.
El hecho es que el
solo contacto con Jesús le devolvió la "salud" y la
"dignidad".
Se cumple, al pie de
la letra, el admirable hecho de la curación por contagio. Cuando vivimos de tal
manera, que contagiamos salud y dignidad, eso es el indicador más elocuente de
que nuestra vida está de parte de lo que más anhela todo ser humano: vida y
dignidad.
3. La persona central
de todo el relato es Jesús.
En este caso, Jesús es fuente de vida, de
salud y de dignidad.
Una vez más, el
Evangelio nos presenta a Jesús dando vida, felicidad, motivos de gozo, alegría
y sentimientos positivos a quienes se ven privados de todo eso.
Así entendió Jesús la
vida. Así presentó sus convicciones, su ética, su espiritualidad y su mística.
Todo lo que sea
entender y vivir la religiosidad de otra manera es andar extraviados, por
mucha categoría religiosa que se tenga;
o por muchas devociones y piedades que se vivan y fomenten.
Ni la finalidad o intención más noble de obtener
obediencia, sumisión, observancia..., nada de eso
puede justificar que vayamos por la vida contagiando sufrimiento,
preocupaciones o sentimientos de culpa e indignidad.
Stª. AMALIA
(s. VIII).
(+690)
También es conocida como Amalburga, Amelia o
Amalia.
Santa Amelia o Amelberga era la hermana de
Pepino el Breve, padre de Carlomagno; casó con Witger, conde palatino de
Lorena. Uno de sus hijos ilustres fue san Alberto de Reims.
Vivió a principios del siglo VII. Amelia
participó en la política de aglutinación de todos los reinos y señoríos francos
en un solo gran imperio, que por fin pudo culminar su sobrino Carlomagno. Como
era habitual en la Edad Media, después de haber contribuido con todas sus
facultades a la unidad de sus dominios y al bienestar de sus súbditos, se
retiró a la abadía de Maubeuge monasterio, donde pasó los últimos años de su
vida dedicada a la oración.
Su festividad en el santoral está situada en el
10 de julio, aunque, en algunas poblaciones, se celebra el traslado de sus
reliquias desde Lobbes a Binche y se celebra el 10 de junio.
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