14 DE JULIO - VIERNES –
XIV - SEMANA DEL T. O. -A
Evangelio según san Mateo 10, 16-23
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
"Mirad que os mando como ovejas entre
lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas.
Pero no os fieis de la
gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os
harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa; así daréis testimonio
ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que
vais a decir o de cómo lo diréis; en su momento se os sugerirá lo que tenéis
que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre
hablará por vosotros.
Los hermanos entregarán a sus hermanos para
que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus
padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre: el que persevere hasta
el final, se salvará.
Cuando os persigan en una ciudad, huid a
otra. Creedme, no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el
Hijo del Hombre".
1. Lo que aquí dice
Jesús resulta difícil de entender, si se mira a simple vista. Porque no es
lógico que quienes van por ciudades y aldeas, aliviando penas,
enfermedades y dolencias, sean advertidos de
que van a ser odiados, perseguidos y asesinados.
Matizando más: van a
ser llevados a los "tribunales" y serán azotados en las
"sinagogas". O sea, la persecución va a ser civil y religiosa, es
decir, persecución total.
- ¿Cómo se explica
que quienes van a hacer el bien, recibirán como respuesta el mal?
2. La cosa se
entiende enseguida, en cuanto se piensa despacio el proyecto que Jesús les
propone a sus discípulos. Porque se trata de un proyecto que no acepta el
sometimiento a los de arriba, sino que mira únicamente al sufrimiento de los de
abajo.
Ahora bien, esto es
literalmente "contra-cultural" y "anti-sistémico". O sea,
se trata de un proyecto estrictamente "revolucionario". Una
"revolución pacífica". Pero, por ser pacífica, no va a ser menos
radical.
Los tribunales y las
sinagogas miran siempre a sus intereses. Y el medio para conseguirlos es crear,
fomentar y perpetuar la mentalidad sumisa, no precisamente la mentalidad
solidaria. Se dirá que no tiene por qué haber incompatibilidad entre estas dos
mentalidades. En teoría, de acuerdo. En la práctica diaria de la vida, y tal
como funcionan las instituciones de este mundo, sabemos de sobra que las
jerarquías y los poderes verticales no saben funcionar, no pueden funcionar,
como no sea anteponiendo lo que les conviene a ellos a todo cuanto puede necesitar
la gente, sobre todo la gente que carece de influencias.
- ¿Por qué las
oraciones de la liturgia oficial invocan tanto el Dios todopoderoso, omnipotente,
y pocas veces al Dios misericordioso?
Así, se nos introduce
en los "Rituales de Sumisión", en los que nos sentimos tan tranquilos
y seguros.
No olvidemos que
humildad viene de humus, tierra, y así humilis es el que va por la vida
"cercano al suelo", el que se arrastra ante el superior poderoso (I.
Eibl-Eibesfeld). Jesús no quiso esto.
3. Pero Jesús llega
más lejos. Y agudiza la contradicción hasta el límite. Porque quienes ven la
vida y actúan en consecuencia, donde más conflictividad crean es entre las
personas más allegadas: la familia, los parientes, los vínculos de
carne y sangre.
Querer a los que
sufren, y sacar de eso todas sus consecuencias, es un cuchillo de dos filos que
hace sangrar hasta las fibras más hondas de nuestra propia humanidad. Tienen que ser muy fuertes las convicciones
de fe de quienes asumen esta forma de vivir. Solo la fe en Jesús puede hacer
esto.
SAN CAMILO
DE LELIS
1550-1614. Fundador de los
Siervos de los enfermos.
Patrono de los enfermos,
profesionales de la salud y hospitales.
De la vida de San Camilo:
Servidor de Cristo en la persona de los hermanos,
encontró a Jesucristo en los enfermos pobres, a los que amaba y servía con todo
su corazón. Su congregación cuidaba de los enfermos y contribuyó en el
saneamiento de Roma y otras ciudades. Enseñaban como prevenir y cuidar las
enfermedades. Consideraron la función de la dieta en la salud y enseñaron el
sistema de organizar a los enfermos por pabellones. Todo movido por amor a
Cristo. San Camilo está enterrado en la Iglesia de Sta. María Magdalena, Roma.
San Camilo nació en 1350 en Bucchianico, cerca de
Chieti, región de los Abruzos, Italia. Su madre era sexagenaria cuando tuvo a
su hijo.
Era alto de estatura para la época, de 1.9mts. Se
enroló en el ejército veneciano para luchar contra los turcos, pero pronto
contrajo una enfermedad en la pierna que le hizo sufrir toda su vida. En 1571
ingresó como paciente y criado en el hospital de incurables de San Giacomo, en
Roma. Nueve meses después fue despedido a causa de su temperamento revoltoso y
volvió a ser soldado contra los turcos.
Mas tarde reconoció que era un gran pecador. Uno
de sus vicios era el juego de azar que se nutre de la avaricia. En 1574 apostó
en las calles de Nápoles sus ahorros, sus armas, todo lo que poseía y perdió
hasta la camisa que llevaba puesta. Obligado a la miseria y recordando un voto
que había hecho mucho tiempo antes de ingresar en los franciscanos, entró a
trabajar en la construcción de un convento capuchino (franciscanos) en
Manfredonia. Las prédicas en el convento
lo llevaron a una profunda conversión. Camilo cayó de rodillas, pidió perdón de
sus pecados con muchas lágrimas y se encomendó a la misericordia de Dios. La conversión tuvo lugar en 1575, a sus 25
años de edad. Desde entonces comenzó una nueva vida de completa sumisión a
Jesucristo y de penitencia. Ingresó a los capuchinos, pero la enfermedad de su
pierna impidió su profesión. Entonces volvió al hopital de San Giacomo donde se
consagró al cuidado de los enfermos. Al cabo de un tiempo llegó a ser
superintendente del hospital, sirviendo como con ejemplar caridad.
Los hospitales de la época empleaban a personas
sin dedicación hacia los enfermos. Esto llevó a Camilo a fundar una asociación
de personas deseosas de consagrarse, por caridad, al cuidado de los enfermos.
Encontró seguidores, pero también graves obstáculos por las envidias y rumores
que provocan las grandes obras de Dios. Después de consultar con su confesor,
San Felipe Neri, decidió recibir las órdenes sagradas. Fermo Calvi, un
caballero romano, le asignó una renta el día de su ordenación. San Camilo decidió
entonces independizarse del hospital de San Giacomo y empezar la tarea por su
cuenta, contra la opinión de San Felipe Neri. Con dos compañeros comenzó la
nueva congregación, los Siervos de los Enfermos, observando una regla común.
Iban cada día al gran hospital del Espíritu Santo para asistir a los enfermos.
Lo hacían con tanto amor como si curasen las heridas de Cristo. Los preparaban
para recibir los sacramentos y morir en las manos de Dios.
En 1585, habiendo crecido la comunidad, prescribió
a sus miembros un voto de atender a los prisioneros, a los enfermos infecciosos
y a los enfermos graves de las casas particulares. Desde 1595 envió religiosos
con las tropas para servir de enfermeros.
Tal fue el comienzo de los enfermeros de guerra, antes que existiese la
Cruz Roja fundada por Enrique Dunant.
En 1588 un barco con enfermos apestados no recibió
permiso para entrar en Nápoles. Los Siervos de los Enfermos fueron al barco a
asistirlos y murieron de la enfermedad, los primeros mártires de la nueva congregación.
San Camilo también asistió heroicamente a Roma durante una peste que asoló a la
ciudad. En 1591 San Gregorio XIV elevó la congregación de San Camilo a la
categoría de orden religiosa.
En la actualidad los Siervos de los Enfermos
cuentan con sacerdotes y hermanos consagrados a cuidar a los enfermos.
San Camilo sufrió mucho toda su vida. Padeció por
46 años por su pierna, que además tuvo fracturada desde sus 36 años. Tenía
también dos llagas muy dolorosas en la planta del pie. Desde mucho antes de morir
padeció de náuseas y apenas podía comer. Sin embargo, en vez de buscar el
cuidado de sus hermanos, los enviaba a servir a otros enfermos.
San Camilo introdujo la práctica de cerciorarse
que los enfermos estuviesen muertos antes de enterrarlos, que las oraciones
continuasen al menos un cuarto de hora después de la muerte aparente. Fundó 15
casas religiosas y 8 hospitales. Tenía el don de profecía y milagros además de
muchas gracias extraordinarias.
En 1607, San Camilo renunció a la dirección de su orden,
pero asistió al capítulo de su orden en 1613.
Murió el 14 de julio de 1614, a los 64 años.
Fue canonizado en 1746. El Papa León XIII le
proclamó patrono de los enfermos junto con San Juan de Dios, Pío XI lo nombró
patrono de los enfermos y de sus asociaciones.
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