18 DE JULIO - MARTES –
XV - SEMANA DEL T. O. -A
Evangelio según san Mateo 11,20-24
En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había
hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido:
"¡Ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y Sidón
se hubieran hecho los milagros que, en vosotras, hace tiempo que se habrían
convertido, cubiertas de sayal y ceniza.
Os digo que el día del juicio les será más
llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafarnaúm, ¿piensas escalar el cielo?
Bajarás al abismo. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que, en
ti, habría durado hasta hoy.
Os digo que el día del juicio le será más
llevadero a Sodoma que a ti".
1. Hay motivos razonables para sospechar que Jesús
no pronunció estas amenazas, al menos tal como aquí quedaron recogidas y
redactadas.
Es probable que estas
increpaciones de tipo justiciero no tengan su origen en Jesús, sino en
experiencias y sentimientos de frustración que estaba viviendo la comunidad de
Mateo cuando se redactó este texto. - ¿Por
qué?
Los evangelios no
dicen en ninguna parte que Jesús hiciera numerosos milagros en Corozaín y
Betsaida. Hasta el punto de que ni se sabe a ciencia cierta dónde estaban esas
dos ciudades. Y en cuanto a Cafarnaúm, sabemos con seguridad que Jesús encontró
allí muy buena acogida (Mt 8, 5-13 par; 8, 14-17 par; 9, 2-8 par...). De forma
que el mismo Mateo llama a Cafarnaúm la ciudad de Jesús (Mt 9, 1).
2. Entonces, -¿por qué estas amenazas, que no
parecen tener razón de ser?
Hay quienes han
pensado que estas increpaciones reflejan la frustración que seguramente pudo tener
la comunidad de Jesús en una posible misión por Galilea (E. P. Sanders, R. W.
Funk, G. Lüdemann).
Pero ocurre que el
texto de este evangelio habla de la misión de Jesús, no de una hipotética
misión de los
seguidores que más tarde creyeron en Jesús.
3. Probablemente, este texto refleja la tensión
que existía entre las comunidades cristianas y el pueblo judío en los años
posteriores a la guerra y conquista de Jerusalén por los romanos (año 70).
Esta tensión dejó su
desagradable huella en algunos textos evangélicos, señaladamente en los relatos
de la pasión. Pero a eso hay que decir que quien se enfrentó a Jesús no fue el pueblo
judío, sino sus dirigentes, especialmente los sumos sacerdotes y dirigentes de
la religión.
Una religión a la que
se enfrentó Jesús por causa de sus numerosas y graves desorientaciones.
4. Todo esto, en definitiva, nos viene a decir
que debemos tratar con sumo cuidado y respeto el significado de lo que fue la
vida y la enseñanza de Jesús para nosotros. Y evitar, sobre todo, cuanto pueda
representar o expresar una utilización del Evangelio para legitimar nuestros
problemas, nuestros fracasos
o nuestras frustraciones.
No pongamos nunca el
Evangelio al servicio de nuestras conveniencias.
Lo que tenemos que
hacer es someter nuestros intereses a las exigencias del Evangelio. Que son las
exigencias de la humanidad.
SAN BRUNO, obispo
Martirologio Romano: En Segni, en el Lacio, san Bruno,
obispo, que trabajó intensamente en la reforma de la Iglesia, por lo que tuvo
que sufrir mucho y se vio incluso obligado a dejar su diócesis, encontrando
refugio en Montecasino, monasterio del que fue abad durante un tiempo (1123).
Etimología:
Bruno = coraza, del alemán
Obispo de
Segni, en Italia, nació en Solero, Piemonte (tierras bajas), alrededor del año
1048; murió en el año 1123.
Recibió
educación elemental en un monasterio benedictino de su lugar natal. Después de
concluir sus estudios en Bolonia y recibir la ordenación sacerdotal, fue
designado canónigo de Siena. Como agradecimiento a su gran aprendizaje y piedad
inminente, fue llamado a Roma, donde, como consejero capaz y prudente, cuatro
Papas sucesivos buscaron su consejo.
Durante un
sínodo en Roma en 1079 obligó a Berengario de Tours, que negaba la presencia
real de nuestro Señor en la Santa Eucaristía a retractarse de su herejía.
Disfrutó de la amistad de Gregorio VII, y fue consagrado Obispo de Segni por él
en la Campagna di Roma, en 1080. Su humildad le llevó a declinar el cardenalato. Se le conoce como "el brillante
defensor de la iglesia" por el coraje invencible que mostró ayudando a Gregorio VII y a sus sucesores en sus esfuerzos para la
reforma eclesiástica, especialmente en denunciar la investidura laica, que
inclusive declaró como herética.
Acompañó al
Papa Urbano II en 1095, al Concilio de Clermont en el que se inauguró la
Primera Cruzada. En 1102 se convirtió en monje de Monte Casino y fue electo
abad en 1107, sin renunciar a su cargo episcopal. Junto a muchos Obispos de
Italia y Francia, Bruno rechazó el tratado conocido por la historia como el
"Privilegium", el cual Enrique V de Alemania había extraído del Papa
Pascual II durante su encarcelamiento.
En una
misiva dirigida al Papa lo censuró francamente por concluir una convención que
le concedió al rey Alemán el inadmisible reclamo al derecho a la investidura
del anillo y del crucifijo exclusivo de obispos y abades, y exigió que el
tratado fuera anulado. Irritado por su oposición, Pascual II ordenó a Bruno a
renunciar a su abadía y regresar a su sede episcopal. Con un celo incansable
continuo la labor en favor de su grey, así como el interés común de toda la
Iglesia, hasta su muerte. Fue canonizado por el Papa Lucio III el 5 de
septiembre del año 1183.
Su fiesta se
celebra el 18 de Julio. San Bruno fue el autor de numerosas obras,
principalmente Escriturísticas. De estas se deben mencionar sus comentarios
sobre el Pentateuco, el Libro de Job, los Salmos, los cuatro Evangelios y el
Apocalipsis.
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