martes, 31 de octubre de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 1 de Noviembre – Miercoles – Festividad de TODOS LOS SANTOS




1 de Noviembre – Miercoles –
Festividad de TODOS LOS SANTOS

Lectura del libro del Apocalipsis (7,2-4.9-14):
Yo, Juan, vi a otro Ángel que subía del Oriente y tenía el sello de Dios vivo; y gritó con fuerte voz a los cuatro Ángeles a quienes había encomendado causar daño a la tierra y al mar: «No causéis daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los siervos de nuestro Dios.»
Y oí el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel. Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.
Y gritan con fuerte voz: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.»
Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo: «Amén, alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos, amén.»
Uno de los Ancianos tomó la palabra y me dijo: «Esos que están vestidos con vestiduras blancas quiénes son y de dónde han venido?»
Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás.»
Me respondió: «Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la Sangre del Cordero.»

Salmo: 23,1-2.3-4ab.5-6

R/. Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,1-3):
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en él se purificará a sí mismo, como él es puro.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

Hoy celebramos la gran fiesta de la comunidad cristiana y, por extensión, de la humanidad entera.
En la Iglesia hemos hablado mucho de los santos en sentido canónico. Son aquellas personas que han sido declaradas tales una vez que se ha probado a lo largo de un complicado proceso que han vivido una vida realmente santa. Tanto hemos hablado de esos santos que se nos ha olvidado que santos lo somos todos por la gracia de Dios, que “santo” era una forma común de denominarse los creyentes unos a otros en los primeros años de la Iglesia.

Santos son los 144.000 marcados de todas las tribus de Israel, pero santos son también todos los que forman esa muchedumbre inmensa, que nadie puede contar, venidos de todas partes, de toda clase y condición. Santos son todos los que reconocen en su corazón que Dios es el que nos da la vida y le alaban y le dan gracias. Santos son los que han pasado por las tribulaciones de la vida, han puesto su esperanza más allá de sus propias fuerzas y han dejado que sea el amor de Dios el que les salve. Santos somos los que vamos caminando en la esperanza de que Dios nos dará la vida en plenitud. Y, viviendo en esa esperanza, como dice la primera carta de Juan, nos hacemos ya puros como él, como Dios.

Santos son todos los que se alegran en su corazón con el mensaje de las bienaventuranzas, las palabras más revolucionarias de Jesús. Porque sólo los sencillos de corazón, los humildes y los pequeños entienden de verdad ese mensaje que dice que son dichosos (no dice que “serán” sino que “son”) los pobres, los sufridos, los que lloran, los hambrientos, los que trabajan por la justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz... Porque sienten en su corazón que esos son de verdad los preferidos de Dios y que él no los va a dejar de su mano. Porque saben que esos son santos de verdad.

Hoy celebramos nuestra fiesta. La fiesta de los sencillos y los humildes. La fiesta del pueblo, de la comunidad, de la humanidad. Sentimos el amor de Dios que se ha derramado sobre nosotros y nos llena de esperanza y de gozo. Porque somos “santos” y es nuestra fiesta.

Fiesta de todos los santos
Hoy, primero de noviembre se celebra la fiesta de Todos los Santos. Para toda la Iglesia es una gran celebración porque hay gran fiesta en el cielo. Para nosotros es una gran oportunidad de agradecer todos los beneficios, todas las gracias que Dios ha derramado en personas que han vivido en esta tierra y que han sido como nosotros, con las mismas debilidades, y con las fortalezas que vienen del mismo Dios. Celebremos este día con un corazón agradecido, porque Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres.
Hoy es un buen día para reflexionar todo el bien espiritual y material que por intercesión de los santos hemos obtenido y tenemos hasta el día de hoy, pues los santos que desearon la Gloria de Dios desde aquí en la tierra lo siguen deseando en la visión beatifica, y comparten el mismo deseo de Nuestro Señor Jesucristo de que todos los hombres se salven, que todos los hombres glorifiquen a Nuestro Señor.
La Iglesia ha instituido la Fiesta de Todos los santos por las siguientes razones:

1.- Para alabar y agradecer al Señor la merced que hizo a sus siervos, santificándolos en la tierra y coronándolos de gloria en el cielo.

2.- Para honrar en este día aun a los Santos de que no se hace fiesta particular durante el año.

3.- Para procurarnos mayores gracias multiplicando los intercesores.

4.- Para reparar en este día las faltas que en el transcurso del año hayamos cometido en las fiestas particulares de los Santos.

5.- Para animarnos más a la virtud con los ejemplos de tantos Santos de toda edad, sexo y condición, y con la memoria de la recompensa que gozan en el cielo.
Ha de alentarnos a imitar a los Santos el considerar que ellos eran tan débiles como nosotros y sujetos a las mismas pasiones; que, fortalecidos con la divina gracia, se hicieron santos por los medios que también nosotros podemos emplear, y que por los méritos de Jesucristo se nos ha prometido la misma gloria que ellos gozan en el cielo.
Se celebra la fiesta de Todos los Santos con tanta solemnidad porque abraza todas las otras fiestas que en el año se celebran en honor de los Santos y es figura de la fiesta eterna de la gloria.
Es importante en este día tan importante para toda la Iglesia detenernos a pensar en todo el bien que Dios ha dado a la humanidad por medio de tantos hombres y mujeres que fieles a la voluntad de Dios, fieles a su amor fueron testigos del Reino del Señor. La cantidad de santos, santas y mártires que dejaron una huella tan profunda en su paso por esta tierra que ni el tiempo ni los cambios de generaciones han podido borrar. Y si decimos que es de todos los Santos es porque también celebramos a tantos Santos y Mártires que Dios a querido tener en el anonimato, y que nosotros no conocemos por su nombre, pero sabemos por la fe que están dando gloria a Dios.
Celebremos con gozo este día, y pidámosle a Dios Nuestro Señor nos conceda disfrutar en esta tierra de la protección de sus santos y que un día nos conceda estar con ellos para glorificarlo en su eternidad.
Que Santa María Reina de los santos nos conceda la alegría de servir con humildad a Dios esta tierra para verle y gozarle en la vida eterna.



lunes, 30 de octubre de 2017

Párate un momento El Evangelio del dia 31 DE OCTUBRE - MARTES 30ª - SEMANA DEL T.O.-A SAN ALONSO RODRIGUEZ, padre de familia




31  DE OCTUBRE - MARTES
30ª - SEMANA  DEL T.O.-A
SAN  ALONSO   RODRIGUEZ, padre de familia

Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 18-21
       En aquel tiempo, Jesús decía: -“¿A qué se parece el Reino de Dios? - ¿A qué lo compararé? 
Se parece a un grano de mostaza que un hombre   toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas".
Y añadió: “¿A qué compararé el Reino de Dios?
Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta".

1.  Es conocido el significado básico de estas dos breves parábolas. Lo importante ahora es saber leerlas desde la situación que estamos viviendo, sobre todo en los últimos años.
Es un hecho - tantas veces comentado y   lamentado- que el fenómeno religioso está atravesando una crisis profunda. Una crisis que se percibe sobre todo en los países más industrializados. Esto ha acarreado, entre otras, una consecuencia preocupante   para la Iglesia: el abandono de las creencias y prácticas religiosas por grandes sectores de la población, sobre todo entre las generaciones jóvenes. Además, esta crisis de religiosidad suele ir acompañada de escasez de vocaciones y la consiguiente marginación de la Iglesia en la sociedad.
Como es lógico, a la vista de estos hechos tan patentes, son muchos los cristianos que se sienten    hondamente preocupados por esta crisis creciente que algunos la consideran irreversible.

2. El criterio de Jesús es distinto. Su punto de vista es que el Reino de Dios será siempre, en este mundo, una semilla pequeña, insignificante. Como será también   una especie de levadura que se hunde y se pierde en la masa. Pero en eso precisamente, en lo pequeño y en lo que da la impresión de que desaparece, ahí y en eso es donde está la fuerza de crecimiento del Reino de Dios. 
No estamos viviendo, por tanto, tiempos de angustia y exterminio para la causa del Evangelio en el mundo y en la cultura moderna. Más bien, se puede afirmar que estamos viviendo tiempos de profunda   transformación. Porque estamos recuperando una presencia en la sociedad que nunca debimos perder los cristianos.
Es la presencia de las primeras comunidades, que, con el ejemplo de su vida y el calor de su acogida, le dieron un giro nuevo a la historia de Occidente.

3.  Quizá uno de los problemas más serios, que   tenemos en la Iglesia actual, es que, la ausencia espontánea de fieles en las iglesias se pretende sustituir y disimular con grandes concentraciones, aprovechando para eso las visitas del Papa o con otros motivos similares. Es verdad que la Iglesia no es el Reino de
Dios. Pero, en todo caso, la Iglesia tiene el deber de hacer y decir lo que hizo y dijo Jesús.
La Iglesia no es más que el Reino. La Iglesia ha de ser siempre testigo y presencia del Reino. Pero eso -ya lo hemos visto- equivale a asumir en la historia el papel "secundario" de una semilla que se pierde en la tierra; o
de una levadura que desaparece (aparentemente), de forma que así, precisamente así, es como transforma toda la masa.

SAN  ALONSO   RODRIGUEZ, padre de familia

San Alonso Rodríguez ha ganado merecida fama por la santidad extraordinaria, y mística, a la que llegó en su trabajo ordinario de portero en un Colegio jesuita. Es el Patrono de los hermanos jesuitas. Su fiesta se celebra el 31 de octubre.
Alonso Rodríguez nació en Segovia el 25 de julio de 1531. Sus padres eran comerciantes, de lana y paños y tenían una granja en las afueras de la ciudad. Fueron 11 hermanos, él era el tercero.
Sabemos que, cuando tenía diez años, en 1541, dos jesuitas pasaron por Segovia y se alojaron en la granja de sus padres. Uno de ellos era el Bienaventurado Pedro Fabro, el primer compañero de San Ignacio. Este primer contacto con los jesuitas fue recordado siempre por Alonso, señalándole gran importancia para la orientación de su vida.
En 1545, Diego y Alonso, los dos hijos mayores varones, fueron enviados a Alcalá a estudiar en el Colegio que acababan de abrir los jesuitas en esa ciudad.
En 1557, a los 26 años, contrajo matrimonio y tuvo un hijo y una hija. Aunque no marcharan bien los negocios familiares de las lanas, parecía un hombre feliz y daba gracias a Dios por su familia. Sin embargo, la niña murió muy pronto. Poco después, en 1561, murió también la esposa. Así a los 30 años se vio viudo y con un hijo pequeño a quien cuidar. Volvió a la casa de su madre.
Pero la desgracia parecía perseguirlo. Un año más tarde, murió doña María, su madre. Un mes después, murió también su hijito, a quien quería como a nadie en el mundo.
El dolor podría haberlo llevado a la desesperación. Habían sido numerosas y demasiado grandes sus desgracias. Y, sin embargo, hombre piadoso, se volvió a Dios. ¿Qué quería el Señor? ¿Cuáles eran sus caminos? ¿Qué deseaba que hiciese?
El discernimiento duró seis años. Había que comenzar de nuevo, con casi 40 años, entregó sus bienes a sus hermanas y decidió ir a Valencia, adonde había sido destinado su director espiritual. Dos años de probaciones, algunos estudios y servicios domésticos para ganarse el sustento. Por fin, fue presentado al P. Provincial de Aragón para ser admitido como Hermano. Por segunda vez el voto de los examinadores fue negativo. Sin embargo, el P. Provincial decidió admitirlo. “Recibámoslo para santo “, fueron sus palabras.
Dada la responsabilidad que mostró en la vida comunitaria y en lo espiritual, los Superiores lo destinaron al Colegio de Montesión en Palma de Mallorca. Allí debería ayudar en la obra del Colegio que se hallaba en construcción y atender la portería.
En Mallorca hizo los votos de pobreza, castidad y obediencia el 5 de abril de 1573. Su oficio de portero consistía en abrir, cerrar, dar razones a los de dentro, dar encargos a los de fuera. Con absoluta uniformidad, día tras día. Y fueron 46 años.
Al darse cuenta los Superiores de su profunda vida interior, le pidieron, por obediencia, que escribiera su vida, con las experiencias espirituales. Lo hizo en varias entregas, desde 1604 hasta 1616. Escribió, también por obediencia, una serie de tratados espirituales que hoy ocupan tres gruesos volúmenes. Sobre el Padre nuestro, la unión con Dios, la limpieza del alma, la humildad, la mortificación, la oración, la tribulación, la caridad. Sorprendente.
En 1605, el joven jesuita Pedro Claver fue destinado al Colegio de Montesión, a terminar los estudios de Filosofía y a ejercitarse en la experiencia del magisterio. Los santos siempre se han entendido. Muy pronto surgió una amistad muy profunda entre el anciano y ese joven admirable. Pedro Claver encontró en San Alonso un confidente, una persona con quien él podría conversar cosas espirituales.
Poco a poco se transformó en discípulo. San Pedro Claver trató y discernió, con ayuda del Santo Hermano Alonso, el plan de partir a América a trabajar con los más humildes. San Alonso fue su verdadero apoyo.
San Alonso fue declinando lentamente. Cuando su salud y su edad no le permitieron ya ser el portero titular, a los 73 años, pasó a ser el ayudante del portero.
También en la enfermedad se manifestaba la voluntad de Dios. El 31 de octubre de 1617 murió plácidamente, confortado con todos los sacramentos de la Iglesia
La muerte del hermano puso en conmoción a toda la ciudad. Todos se dieron cita en el Colegio, desde el Virrey, los miembros del Cabildo, las comunidades religiosas, franciscanos, dominicos, mercedarios, agustinos, trinitarios y religiosas. Los fieles colmaron la Iglesia y con gran devoción asistieron a su funeral. Por cierto, todos estaban persuadidos de que había muerto un santo.
El santo portero siempre había sido apreciado por su delicadeza y su alegría, y sólo a su muerte pudieron conocerse sus Notas espirituales y la profundidad y calidad de su vida de oración. El hermano humilde había sido favorecido por Dios con gracias de un notable y verdadero misticismo, éxtasis y visiones, tanto de Nuestro Señor, como de la Virgen María y de los santos.
Fue canonizado el 15 de enero de 1888, en compañía de su discípulo San Pedro Claver y el joven jesuita San Juan Berchmans. La Compañía de Jesús lo reconoce como maestro espiritual y como el Patrono de los hermanos jesuitas. Mallorca lo tiene como su Patrono.






jueves, 26 de octubre de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 30 DE OCTUBRE - LUNES 30ª - SEMANA DEL T.O.-A SAN MARCELO Y SAN CLAUDIO, martires




30 DE  OCTUBRE -  LUNES
30ª - SEMANA  DEL  T.O.-A

Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 10-17
    Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había   una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar. Al verla, Jesús la llamó y le dijo:
"Mujer, quedas libre de tu enfermedad". 
Le impuso las manos, y enseguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente:
"Seis días tenéis para trabajar, venid esos días a que os curen, y no los sábados".
Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo:
"Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro, y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado?
Y a esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?"
A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.

1.  Jesús cura a una mujer. La cura en sábado.  Y, además, lo hace sin que la mujer se lo pida.  Nada más verla, Jesús toma la iniciativa y libera a aquella
mujer atada, encadenada, obligada a ir por la vida así, inclinada, sin poder levantar la cabeza, vista por todo el mundo como la mujer oprimida por Satanás. Y así, tantos años.
Era una situación humillante, indigna, que a Jesús
le resultó insoportable. Por eso la curó inmediatamente, es decir, la desató de su condición humillada y humillante.

2.  El dirigente religioso (el jefe de la sinagoga) no soportó aquello. Para él, la religión era más importante    que la liberación de aquella mujer. O sea, la obligación religiosa está por encima de la dignidad de la mujer.
Con tal que se observe el precepto, a la religión no le importa ver a la mujer con la cabeza agachada, hundida, humillada. Es más, al jefe religioso, no solo no le importa ver a la mujer así, sino que incluso no soporta que alguien la desate de la cadena que la tiene hundida hacia el suelo.
Al decir estas cosas, no se exagera nada.  Se trata   simplemente de leer el relato con cierta detención y con   un mínimo de profundidad. Enseguida se advierte todo esto.  Que es, ni más ni menos, lo que las grandes religiones siguen haciendo con la mujer. A veces, hasta imponer, justificar y mantener situaciones humillantes increíbles.

3.  La indignación del jefe de la sinagoga es comprensible, dada la legislación religiosa que él tenía que cumplir. Pero más comprensible aún es la respuesta
que le da Jesús a aquel "hipócrita".
¿Por qué "hipócrita"? Porque, en definitiva, lo que aquel hombre defendía era una forma de comportamiento que trataba mejor a los burros que a las personas. Esto es fuerte. Pero esto exactamente es lo que dijo Jesús.

SAN  MARCELO Y SAN CLAUDIO, martires


Elogio: En Tánger, ciudad de Mauritania, pasión de san Marcelo, centurión, que el día del cumpleaños del emperador. mientras los demás ofrecían sacrificios, se quitó las insignias de su función y las arrojó al pie de los estandartes, afirmando que por ser cristiano no podía seguir manteniendo el juramento militar, pues debía obedecer solamente a Cristo, y así consumó su martirio al ser inmediatamente decapitado.

La «Passio» de san Marcelo nos ha llegado en dos recensiones transmitidas por diversos manuscritos, dispersos en las bibliotecas de Roma, Bruselas, Londres, Madrid, León, Burdeos, etc. El núcleo original se lo reconoce como históricamente auténtico, y consta de dos interrogatorios verbales en dos tribunales diferentes, a distancia de tres meses. Luego, alrededor del siglo XI, esta historia sufre interpolaciones que hacen de san Marcelo esposo de santa Nona y padre de doce hijos (Claudio, Lupercio, Victorico, Facundo, Primitivo, Emeterio, Celedonio, Servando, Germano, Fausto, Genaro y Marcial). El origen y la evolución de esta leyenda, profundamente arraigada en la tradición cristiana del pueblo de León ha sido cuidadosamente estudiado por De Gaiffier.
Transcribimos los hechos tal cual lo cuenta la «Passio»: En la ciudad de Tingis (Tánger), en la época del gobernador Fortunato, cuando todo el mundo celebraba el cumpleaños del emperador, uno de los centuriones, llamado Marcelo, que consideraba los banquetes como una práctica pagana, se despojó del cinturón militar ante los estandartes de su legión y dio testimonio en voz alta, diciendo: «Yo sirvo al Rey Eterno, Jesucristo, y no seguiré al servicio de vuestros emperadores. Desprecio a vuestros dioses de madera y de piedra, que no son más que ídolos sordos y mudos». Al oír eso, los soldados quedaron desconcertados. En seguida tomaron preso a Marcelo y refirieron lo sucedido al gobernador Fortunato, quien ordenó conducir al mártir a la prisión. Cuando terminaron las fiestas, el gobernador reunió a su consejo y convocó al centurión. Cuando éste llegó, el gobernador Astasio Fortunato le dijo: «¿Por qué te quitaste el cinturón militar en público, en desacato a la ley militar, y porqué arrojaste tus insignias?»
Marcelo: El 21 de julio, día de la fiesta del emperador, ante los estandartes de nuestra legión, proclamé en público y abiertamente que yo era cristiano y que no podía servir al ejército, sino sólo a Jesucristo, el Hijo de Dios Padre Todopoderoso.
Fortunato: No puedo pasar por alto ese modo de proceder tan precipitado, de suerte que daré cuenta a los emperadores y al césar. Voy a enviarte a mi señor Aurelio Agricolano, diputado de los prefectos pretorianos.
El 30 de octubre, el centurión Marcelo compareció ante el juez, a quien se comunicó lo siguiente: «El gobernador Fortunato ha remitido a tu autoridad al centurión Marcelo. He aquí una carta suya, que te leeré si lo deseas.» Agricolano dijo: «Lee». Entonces se leyó el informe oficial: «De parte de Fortunato a ti, mi señor», etc. Entonces Agricolano preguntó a Marcelo: «¿Hiciste lo que dice el informe oficial?»
Marcelo: Sí.
Agricolano: ¿Servías regularmente en el ejército?
Marcelo: Sí.
Agricolano: ¿Qué te impulsó a cometer la locura de arrojar las insignias y a hablar en esa forma?
Marcelo: No es una locura temer a Dios.
Agricolano: ¿Dijiste realmente todo lo que cuenta el informe oficial?
Marcelo: Sí.
Agricolano: ¿Arrojaste las armas?
Marcelo: Sí, porque a un cristiano que sirve a Cristo, no le es lícito militar en los ejércitos de este mundo.
Agricolano: La acción de Marcelo merece un castigo.
En seguida pronunció la sentencia: «Marcelo, que tenía el rango de centurión, ha admitido que él mismo se degradó al arrojar públicamente las insignias de su dignidad. Por otra parte, el informe oficial hace constar que pronunció palabras insensatas. En vista de lo cual, disponemos que perezca por la espada». Cuando le conducían al sitio de la ejecución, Marcelo dijo: «Que mi Dios sea bueno contigo, Agricolano». En esa forma tan digna, partió de este mundo el glorioso mártir Marcelo.
Del cuidadoso estudio de De Gaifiier resulta claro y evidente que Marcelo es un verdadero mártir africano y sólo en las sucesivas interpolaciones posteriores, realizadas por escritores españoles, se ha transformado en ciudadanos de León, sobre la base falsa de que él pertenecía a la Legión de Trajano, el presunto fundador de la ciudad. Después de esta identificación, realizada en siglo XVI, se creía también ser capaces de decir cuál había sido en León la casa donde había vivido, convertida en una iglesia dedicada al mártir. Según esa tradición, al advenimiento de la paz de Constantino en León se habría construido una iglesia dedicada al santo. El códice 11 del Archivo de la catedral de León refiere que Ramiro I (842-850) «restauró la iglesia de San Marcelo en el suburbio legionense cerca de la Puerta Cauriense, fuera de las murallas de la ciudad ...»
La devoción que había hecho de Marcelo el patrono principal de la ciudad de León, sin embargo, nació y creció lejos de sus restos mortales, que se conservaban en Tánger, por lo cual, inmediatamente después de la liberación de esta ciudad por el Rey de Portugal, León tomó el botín de su mártir. Pero también las ciudades de Jerez y Sevilla se disputaban la posesión. El 29 de marzo de 1493, sin embargo, los restos de Marcelo, llevados por el propio rey Fernando el Católico, hicieron su entrada en León y se colocaron en la iglesia dedicada a él. Según documentos de la época conservados en el archivo municipal de la ciudad, los restos tuvieron «una bienvenida como no podía ser mejor».
Las reliquias se conservan actualmente en un cofre de plata en el altar mayor, donde se hallan también un pergamino que narra el ingreso a la ciudad y los milagros de los que estuvo acompañado, los documentos relativos a la donación de una reliquia del mártir a la iglesia de san Gil de Sevilla, y algunas cartas del rey Enrique IV de Castilla y de Isabel la Católica al papa Sixto IV sobre el traslado del cuerpo del mártir a León.




Párate un momento: El Evangelio del dia 29 DE OCTUBRE - DOMINGO 30ª – SEMANA DEL T.O.-A




29  DE OCTUBRE  - DOMINGO
30ª – SEMANA DEL  T.O.-A

Lectura del libro del Éxodo (22,20-26):
Así dice el Señor:
«No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto.
No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque, si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos.
Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses.
Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo.»

Salmo:17,2-3a.3bc-4.47.51ab

R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza
Yo te amo, Señor;
tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca,
mi alcázar, mi libertador. R/.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R/.
Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido. R/.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,5c-10):
Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya.
Desde vuestra Iglesia, la palabra del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes. Vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la acogida que nos hicisteis: cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,34-40):
    En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba:
"Maestro, - ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?"
Él le dijo:
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser'.
Este mandamiento es el principal y primero.
 El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y
    los profetas".

1.  Los fariseos se acercaron a Jesús para ponerlo en apuros mediante una pregunta que entrañaba malicia.
Hoy, a nosotros, nos resulta difícil entender la malicia que llevaba consigo la pregunta que hicieron los fariseos. La cosa se comprende si tenemos en cuenta  que los rabinos establecieron una distinción entre    mandamientos "grandes" y "pequeños" de la Torá (la Ley de Dios), que contenía 248 preceptos y 365 prohibiciones.
Pero además había quienes destacaban que también los preceptos pequeños eran de máximo peso (cf. 4 Mac 5, 20 s) (U. Luz).
Había, pues, entre los entendidos de la Ley fuertes controversias sobre cuál era el precepto "más grande".
Pronunciarse sobre este asunto era enfrentarse a grupos influyentes de entonces.

2.  Jesús responde citando Deut 6, 5, texto fundamental, que era recitado cada día como parte del   Shemá Israel. Y que abarcaba el amor sexual, a la
familia, a los amigos, a las relaciones de lealtad política, hasta la relación con Dios. Pero todo esto, de forma que el amor a Dios era dedicar toda la vida a
cumplir los mandamientos divinos (A. Nissen).
Era, pues, un amor entendido y vivido en el ámbito de lo religioso y en forma de sumisión y obediencia.

3.  Pero Jesús no se limita a responder a la literalidad de la pregunta. Porque, sin ser preguntado sobre el particular, junto al amor a Dios, Jesús pone el
amor al prójimo. Lo hace citando Lev 19, 18. Y además añadiendo, mediante el adjetivo "homoios", se indica  que el mandamiento del amor al prójimo es de igual valor o de igual rango que el mandamiento del amor a Dios (G.  Haufe, D. A. Carson, J. Schneider).
Y esto, da un valor insospechado. Porque le da a la
religión y a la ética un giro enteramente nuevo en la historia de las tradiciones religiosas de la humanidad.  
Jesús une "lo divino" con "lo humano". Y hace
inseparable lo uno de lo otro. De forma que es una ilusión y un engaño pensar que uno está en buena relación con Dios, si se relaciona mal con alguien,
con quien sea.
Es más, al unir "lo divino" con "lo humano", Jesús "seculariza" la religión y pone lo religioso en el ámbito de lo laico. Así, Jesús simplifica asombrosamente la religión. Y viene a decir: lo más grande en la vida es ser
respetuoso, tolerante y buena persona, buen ciudadano y persona de bien.  Y todo esto siempre.



Párate un momento: El Evangelio del dia 28 DE OCTUBRE - SÁBADO 29ª - SEMANA DEL T.O.-A SAN SIMON Y JUDAS TADEO, APOSTOLES




28 DE OCTUBRE  - SÁBADO
29ª - SEMANA  DEL  T.O.-A

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (2,19-22):
Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

Salmo: 18,2-3.4-5

R/. A toda la tierra alcanza su pregón
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R/.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,12-19):
En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles:
Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

1.    Cuenta una antigua tradición que celebramos a San Simón y San Judas el mismo día porque siempre iban en sus correrías apostólicas predicando juntos. Uno se apodaba “el Zelote” y otro “el Tadeo”. Uno, aludiendo a su pertenencia a una banda armada violenta de resistencia y otro que significa “el valiente”, de corazón bastante apasionado -por lo que sabemos-.
Imagino que tanto Simón el Zelote como Judas Tadeo, en el ala más tradicionalista, estarían encantados escuchando a Jesús las palabras del evangelio de ayer: ¡vengo a traer fuego, nada de paz sino división y guerra!
Y me imagino que, a otros discípulos como Juan o Felipe, de corte más helenista, les enfadaría bastante estos arranques de Jesús.
Me apuesto a que unos y otros se sentían desconcertados con Él y desbordados con su libertad. Ni contigo ni sin ti… Al César lo que es del César… No convirtáis la Casa de mi padre en un mercado… Mi Reino no es de este mundo…

2.    Me vienen a la cabeza enfrentamientos sociales recientes o cualquier conflicto político en todo tiempo. Cuanto más complicado es un asunto, más difícil es ver juntos a quienes se sitúan ideológicamente en las antípodas. No sé si hay algún caso como el de Jesús y sus apóstoles. No sé si alguien que haya llevado a cabo una empresa semejante rodeado de gente tan dispar.
El evangelio de hoy recuerda la llamada de Jesús a los doce. Por su nombre. Con su identidad propia. Y los llama siempre para todo el mundo, para todos, por todos los lugares.
Qué curioso… Tantas veces nosotros agarrados a “mi” bandera”, “mis” valores, “mi” partido”, “mi” patria, “mi” visión…. Y Jesús y su Evangelio empeñado en que la fuerza que sale de él cure siempre “a todos”, “a todos”, “a todos”.

SAN SIMON Y JUDAS  TADEO, APOSTOLES

San Judas Tadeo es uno de los santos más populares, a causa de los numerosos favores celestiales que consigue a sus devotos que le rezan con fe. En Alemania, Italia, América y muchos sitios más, tiene numerosos devotos que consiguen por su intercesión admirable ayuda de Dios, especialmente en cuanto a conseguir empleo, casa u otros beneficios.
Santa Brígida cuenta en sus Revelaciones que Nuestro Señor le recomendó que cuando deseara conseguir ciertos favores los pidiera por medio de San Judas Tadeo. Judas es una palabra hebrea que significa: "alabanzas sean dadas a Dios".

Tadeo quiere decir: "valiente para proclamar su fe".
Simón significa: "Dios ha oído mi súplica".
A San Simón y San Judas Tadeo se les celebra la fiesta en un mismo día porque según una antigua tradición los dos iban siempre juntos a todas partes a predicar la Palabra de Dios. Ambos fueron llamados por Jesús para formar parte del grupo de sus 12 escogidos o apóstoles. Ambos recibieron el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego el día de Pentecostés y presenciaron los milagros de Jesús en Galilea y Judea y oyeron sus sermones; le vieron ya resucitado y hablaron con Él después de su santa muerte en la Cruz, le vieron luego de Su gloriosa resurrección y fueron testigos presenciales de su ascensión al cielo.
A Judas se le llama Tadeo para diferenciarlo de Judas Iscariote que fue el que entregó a Jesús.
San Judas Tadeo escribió una de las Cartas del Nuevo Testamento. En la misma, ataca a los gnósticos y dice que los que tienen fe, pero no hacen buenas obras son como nubes que no tienen agua, árboles sin fruto, y olas con sólo espumas, y que los que se dedican a los pecados de impureza y a hacer actos contrarios a la naturaleza, sufrirán la pena del fuego eterno.
La antigua tradición cuenta que a San Simón lo mataron aserrándolo por medio y, a San Judas Tadeo, cortándole la cabeza de un hachazo. A San Judas le pintan muchas veces con un hacha en la mano.