16 DE OCTUBRE
- LUNES –
28ª - SEMANA DEL T.O.-A
Santa EDUVIGIS,
religiosa
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
11,29-32
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor
de Jesús y él se puso a decirles:
"Esta generación es una generación
perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás.
Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo
será el Hijo del Hombre para esta generación.
Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina
del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los
confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay uno que
es más que Salomón.
Cuando sea juzgada esa generación, los
hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se
convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que
Jonás".
1. La fórmula
"esta generación" (geneá
aúte), que aparece en este evangelio, no procede de Jesús, sino de la versión griega de un texto tardío de la
llamada
fuente
Q (V. Hasler).
Se trata de una fórmula que acusa, de forma polémica,
a Israel como si el pueblo entero fuera la última generación, antes del juicio definitivo
y condenatorio. Dicho más claramente,
estamos ante una fórmula que no fue pronunciada por Jesús, sino inventada por
grupos de cristianos resentidos contra los judíos a los que despreciaban
llamándoles "generación
adúltera"
(Mc 8, 38) o, como en este texto, "generación perversa" (cf. Mt 11,
16; Lc 7, 31; Mt 23, 36; Lc 11, 50 s; Mt 12, 29 par; Mt 12, 45; Lc 11, 30).
2. Sin
duda la lección que se puede (y se debe) extraer de estos textos es que el hecho
de poner en boca de Jesús este tipo de
expresiones no ha hecho ningún
bien,
ni al recuerdo de Jesús, ni a las relaciones del cristianismo con el pueblo de
Israel, en el que los cristianos tenemos nuestras raíces.
Nunca deberíamos olvidar que, a fin de cuentas,
Jesús fue judío. Además, todo lo que sea fomentar el
enfrentamiento
con quienes no tienen nuestras mismas
creencias es una ofensa al Dios que es Padre de todos los seres humanos que buscan el bien.
3. Este
problema se acentúa en los tiempos en que vivimos. En estos tiempos de
"mundo global", en el que las personas y las ideas circulan por todo
el planeta; y cuando nos vemos obligados a convivir con toda clase de gentes,
si no tomamos muy en serio el respeto, la tolerancia, la capacidad de convivir
en paz con quienes piensan y viven de
manera distinta a como nosotros pensamos y vivimos, estamos expuestos a crear
un mundo en el que sea imposible vivir con
sosiego y seguridad.
Y nunca deberíamos olvidar que las ideas
religiosas,
cuando
se ven amenazadas y combatidas, en lugar de desaparecer, lo que sucede es que
se hacen más fuertes y más violentas. Justamente
lo que está ocurriendo en este momento con tantas intolerancias y tantas incomprensiones.
Las ideas religiosas no se matan a cañonazos. Ni con ellas acaban los policías o los
militares, ni las guerras con sus misiles y sus bombas. Con eso, lo que se
logra es hacer más violentos a quienes ya son intolerantes y violentos.
Santa EDUVIGIS,
religiosa
Año 1243
Santa
Eduvigis: pídele al Señor que
nosotros seamos más generosos en compartir nuestros bienes con los necesitados.
Quien
da al pobre presta a Dios y Dios le recompensará (S. Biblia).
Una viuda con tres hijos
y tres hijas, que se dedica a restaurar conventos y repartir ayudas con gran
generosidad a los pobres, esa es Eduvigis, santa muy antigua pero muy popular
todavía en muchas regiones de la tierra.
Nació en Baviera,
Alemania en 1174. Era hermana de Santa Gertrudis y tía de Santa Isabel de
Hungría.
Desde sus tiernos años
colocó Dios en Santa Eduwigis todos sus afectos; no obstante que le lisonjeaban
los aplausos y delicias de la corte de Bertoldo, su padre, Marqués de Moravia
(en la actual República Checa).
Puesta en estado de
matrimonio con Enrique, Duque de Polonia, igual suyo así en la soberanía como
en la piedad, movió a éste con sus ejemplos a cultivar las virtudes propias de
un príncipe cristiano. Por consejo de ella, su marido fundó varios conventos de
religiosas, y para construirlos llevaba a los bandidos que estaban en las
cárceles, y así les hacía ser útiles a la patria.
Educó a sus hijos en el
temor divino y logró que todos vivieran arreglados a la Ley del Señor.
Alcanzó de su esposo
licencia para vivir en castidad y el buen Enrique, a imitación de su esposa, se
obligó también a guardarla. Casi treinta años vivieron estos consortes como
ángeles. Luego de la muerte de su esposo, se hizo religiosa.
Los largos años de su
vejez los empleó en fundar conventos y en ayudar pobres. En los conventos
pasaba muchas temporadas viviendo como la más observante de las monjas. Oraba
sin intermisión y derramando su corazón cierta vez ante un crucifijo, vio que,
desclavando de la cruz la mano diestra, Jesús le daba su bendición y oyó que le
decía: "He escuchado tu oración, alcanzarás lo que pidas".
Todo lo daba para los
necesitados. Mortificaba su cuerpo con sangrientas penitencias. Andaba descalza
sobre la nieve y los pies le sangraban. Llevaba un par de zapatos en la cintura
por si venía alguna persona, calzárselos y que así no se dieran cuenta de la
penitencia que hacía. Un día un sacerdote le dio un par de zapatos nuevos y le
dijo: "le pongo como penitencia el llevarlos siempre puestos". Días
más tarde la encontró descalza. "¿No le dije que debía llevar los zapatos
puestos?" Ella le respondió: "Sí, los llevo puestos en un maletín que
llevo a las espaldas". Y los sacó de allí.
Aseguró doncellas, dotó
monjas, amparó religiosas y en el mundo, por su caritativa compasión, se
constituyó deudora de los desvalidos; pero especialmente se esmeró con trece
pobres, que en la honra de su Divino Jesús y sus doce apóstoles, agregó a su
familia y a los cuales llevaba siempre consigo, para servirles y regalarles. Le
llevó a la Santa gran
parte de su misericordia
la tribulación de aquellos miserables que, hallándose cargados de deudas, no
podían por su pobreza satisfacerlas; ella las pagaba, los liberaba de ellas.
A una religiosa ciega la
curó al imponerle las manos y rezar por ella. A varias personas les anunció lo
que les iba a suceder en lo futuro. Ella misma supo con anticipación la fecha
de su muerte. Pidió la Unción de los enfermos, cuando no parecía sufrir de enfermedad
grave. Y en verdad que sí ya se iba a morir y nadie lo imaginaba.
Amó tiernísimamente a
María Santísima, de quien traía siempre consigo una pequeña imagen que le cabía
en el puño, y fue caso prodigioso que habiendo muerto con ella en la mano, no
fue posible quitársela. Lo más admirable fue que, trasladándose el cadáver
después de muchos años, se le halló con la imagen empuñada, y los dedos con los
que la tenía, incorruptos. Murió el 15 de octubre de 1243 a los 65 años.
Las grandes riquezas que
le dejó su esposo las repartió entre los pobres. En Polonia ha sido siempre muy
estimada por los católicos.
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