jueves, 26 de octubre de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 29 DE OCTUBRE - DOMINGO 30ª – SEMANA DEL T.O.-A




29  DE OCTUBRE  - DOMINGO
30ª – SEMANA DEL  T.O.-A

Lectura del libro del Éxodo (22,20-26):
Así dice el Señor:
«No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto.
No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque, si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos.
Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses.
Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo.»

Salmo:17,2-3a.3bc-4.47.51ab

R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza
Yo te amo, Señor;
tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca,
mi alcázar, mi libertador. R/.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R/.
Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido. R/.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,5c-10):
Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya.
Desde vuestra Iglesia, la palabra del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes. Vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la acogida que nos hicisteis: cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,34-40):
    En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba:
"Maestro, - ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?"
Él le dijo:
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser'.
Este mandamiento es el principal y primero.
 El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y
    los profetas".

1.  Los fariseos se acercaron a Jesús para ponerlo en apuros mediante una pregunta que entrañaba malicia.
Hoy, a nosotros, nos resulta difícil entender la malicia que llevaba consigo la pregunta que hicieron los fariseos. La cosa se comprende si tenemos en cuenta  que los rabinos establecieron una distinción entre    mandamientos "grandes" y "pequeños" de la Torá (la Ley de Dios), que contenía 248 preceptos y 365 prohibiciones.
Pero además había quienes destacaban que también los preceptos pequeños eran de máximo peso (cf. 4 Mac 5, 20 s) (U. Luz).
Había, pues, entre los entendidos de la Ley fuertes controversias sobre cuál era el precepto "más grande".
Pronunciarse sobre este asunto era enfrentarse a grupos influyentes de entonces.

2.  Jesús responde citando Deut 6, 5, texto fundamental, que era recitado cada día como parte del   Shemá Israel. Y que abarcaba el amor sexual, a la
familia, a los amigos, a las relaciones de lealtad política, hasta la relación con Dios. Pero todo esto, de forma que el amor a Dios era dedicar toda la vida a
cumplir los mandamientos divinos (A. Nissen).
Era, pues, un amor entendido y vivido en el ámbito de lo religioso y en forma de sumisión y obediencia.

3.  Pero Jesús no se limita a responder a la literalidad de la pregunta. Porque, sin ser preguntado sobre el particular, junto al amor a Dios, Jesús pone el
amor al prójimo. Lo hace citando Lev 19, 18. Y además añadiendo, mediante el adjetivo "homoios", se indica  que el mandamiento del amor al prójimo es de igual valor o de igual rango que el mandamiento del amor a Dios (G.  Haufe, D. A. Carson, J. Schneider).
Y esto, da un valor insospechado. Porque le da a la
religión y a la ética un giro enteramente nuevo en la historia de las tradiciones religiosas de la humanidad.  
Jesús une "lo divino" con "lo humano". Y hace
inseparable lo uno de lo otro. De forma que es una ilusión y un engaño pensar que uno está en buena relación con Dios, si se relaciona mal con alguien,
con quien sea.
Es más, al unir "lo divino" con "lo humano", Jesús "seculariza" la religión y pone lo religioso en el ámbito de lo laico. Así, Jesús simplifica asombrosamente la religión. Y viene a decir: lo más grande en la vida es ser
respetuoso, tolerante y buena persona, buen ciudadano y persona de bien.  Y todo esto siempre.



No hay comentarios:

Publicar un comentario