martes, 24 de octubre de 2017

párate un momento: El Evangelio del dia 25 DE OCTUBRE -MIÉRCOLES 29ª - SEMANA DEL T. O.-A SANTOS CRISTIANO Y DARIA, mártires





25 DE OCTUBRE -MIÉRCOLES
29ª - SEMANA DEL T. O.-A

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 39-48
     En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Comprended que si supiera el dueño de la casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete.
     Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis, viene el Hijo del Hombre".
Pedro le preguntó:
"Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?"
El Señor le respondió:
¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas?
Dichoso el criado a quien su amo al llegar lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos los espera y lo despedirá, condenándolo   a la pena de los que no son fieles.
El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra, recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos.
Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá".

1.  El cristianismo primitivo supo resolver con acierto la equivocación evidente de que el mundo no se acababa y que, por tanto, la venida del Señor no era inminente. La solución fue el llamamiento apremiante a la propia responsabilidad, no ante el destino futuro en el "más allá", sino ante los demás seres humanos en el "más acá". Por eso, la aplicación concreta, que hace Jesús, se refiere a la conducta del que, pensando que lo de la otra vida está lejos, se dedica en esta vida a pasarlo lo mejor posible y, además, se pone a cometer
violencias y atropellos con quienes tiene a su alcance. La recriminación que hace el Evangelio, para el que procede así, es fuerte.

2.  La predicación eclesiástica ha hecho, durante siglos, una utilización abusiva de las "postrimerías" o los también llamados “novísimos": muerte, juicio,
infierno y gloria. Los sermones sobre este asunto han sido tan numerosos y abusivos que eso ha marcado la cultura de Occidente como una "cultura del miedo" (J. Delumeau). 
La imagen de Dios y de la religión, que así se ha ofrecido a la gente, ha sido sencillamente patética, destructiva y embustera. Dios no es así.
Al menos, el Padre del que nos habló Jesús, no se parece en nada a ese Pantocrátor justiciero, amenazante y hasta vengativo, que los predicadores
difundieron desde el s. XIII al XVIII.
Por otra parte, la religión que así se le ha ofrecido a la gente ha sido un fracaso. La prueba está en el abandono masivo de los templos y de las prácticas religiosas que hoy estamos viendo.

3.  Jesús no fundó una religión, sino que puso en marcha un movimiento de espiritualidad que tiene   como fin hacernos más humanos, mejores ciudadanos, más honrados, más responsables, respetuosos y tolerantes.
En definitiva, hacernos buenas personas, sensibles al sufrimiento y a la felicidad de los demás.   
Normalmente, nuestra humana condición no da eso de sí. De ahí, la necesidad de una fe y una mística que le dé un sentido a esta vida y nos la haga más soportable y llevadera. Para que este mundo sea más humano.  Así, será posible la esperanza.

SANTOS CRISTIANO Y DARIA, mártires


El culto de estos mártires en Roma, que data de muy antiguo, prueba que existieron realmente y que dieron su vida por Cristo; pero el relato de su martirio es una invención de fecha muy posterior. Según dicho relato, Crisanto era hijo de un patricio llamado Polemio, quien se trasladó, con su hijo, de Alejandría a Roma, durante el reinado de Numeriano. Un sacerdote llamado Carpóforo, instruyó y bautizó a Crisanto. Al enterarse, Polemio se indignó en extremo y con objeto de que Crisanto renunciase a la castidad y a su nueva religión, introdujo en su habitación a cinco mujeres de mala vida. Como la estratagema no diese resultado, Polemio propuso a su hijo que contrajese matrimonio con una sacerdotisa de Minerva, llamada Daría. No sabemos cómo ni por qué, Crisanto aceptó la proposición de su padre, convirtió a Daría al cristianismo y ambos guardaron la virginidad en el matrimonio. Juntos convirtieron a muchos personajes de la sociedad romana. Finalmente, fueron denunciados y comparecieron ante el tribuno Claudio. Este entregó a Crisanto a un pelotón de soldados, con la orden de obligarle por todos los medios a ofrecer sacrificios a Hércules. Los soldados sometieron a Crisanto a diferentes torturas, pero la firmeza del mártir fue tal que el propio tribuno, su esposa Hilaria y sus dos hijos confesaron a Cristo. También los soldados siguieron su ejemplo. El emperador mandó asesinarlos a todos. Hilaria consiguió escapar, pero fue capturada más tarde, cuando se hallaba orando ante el sepulcro de los mártires. El Martirologio Romano celebraba a san Claudio y sus compañeros el 3 de diciembre, pero la conmemoración ha sido retirada en la última revisión.
Entre tanto, Daría había sido enviada a una casa de prostitución, donde la defendió un león que se había escapado del circo. Para acabar con la fiera, los soldados tuvieron que incendiar la casa. Daría y Crisanto comparecieron entonces ante el propio Numeriano, quien los condenó a muerte. Fueron primero apedreados y después, enterrados vivos en una antigua mina de arena de la Via Salaria Nova. El día del aniversario de la muerte de los mártires, algunos cristianos se reunieron allí a orar junto a su sepulcro. El emperador se enteró de que los fieles se hallaban dentro y mandó tapiar la entrada de la mina con rocas y tierra, de suerte que los cristianos murieron ahí. Se trata de los santos Diodoro (sacerdote), Mariano (diácono) y sus compañeros, a quienes se conmemoraba también en el Martirologio anterior (1 de diciembre), y lo mismo que Claudio, han sido retirados del actual.
Es posible que san Crisanto y santa Daría hayan sido realmente apedreados y enterrados en vida en una mina. Se cuenta que su tumba y la de los cristianos martirizados el día de su aniversario fue descubierta más tarde. San Gregorio de Tours describió de oídas el santuario que se había erigido sobre la mina, pero sin nombrar a los mártires. En el siglo IX, las pretendidas reliquias de san Crisanto y santa Daría fueron trasladadas a Prüm, en la Prusia renana, y cuatro años después, a Münstereifel, donde se encuentran en la actualidad. El sepulcro de los mártires se hallaba en las cercanías del cementerio de Trasón, en la Via Salaria Nova, donde hay varias antiguas minas de arena. Se sabe que el papa san Dámaso (s. IV) escribió un epitafio para el sepulcro de los mártires, pero el que se le atribuía antiguamente data ciertamente de una fecha posterior.


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