2 DE OCTUBRE
- LUNES
26ª - SEMANA DEL
T. O.-A
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
9,46-50
En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a
discutir quién era el más importante. Jesús, advirtiendo lo que pensaban, cogió
de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:
"El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el
que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el
más importante".
Juan tomó la palabra y dijo:
"Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y, como no es de los nuestros,
se lo hemos querido impedir'.
Jesús le respondió:
"No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a
favor vuestro".
1. Si
los discípulos discutían quién era el más importante, es porque el tema de la importancia
les interesaba y seguramente también les preocupaba. O
sea,
tenían apetencias de estar, cada uno de ellos, por delante (o por encima) de los
demás.
Además, discutir no es dialogar. Ni es hablar serenamente. Toda discusión es un
enfrentamiento. Por tanto, está claro que los discípulos estaban enfrentados
entre ellos, por causa de sus apetencias de primacía y de
situaciones
privilegiadas.
2. Es de
suponer que aquellos discípulos tendrían otros defectos, además de sus
apetencias de estar por encima de los demás.
Pero en lo que más insisten los evangelios es precisamente en este
problema. Un problema con el que Jesús
siempre cortó de manera tajante.
Queda así claro lo que más apetecemos los
mortales. Y lo que más rechaza Jesús.
Sin duda alguna, el Evangelio ve que aquí es
donde tenemos más peligro de enfrentarnos y generar conflictividad.
3. Jesús
no era proselitista. Ni quería tener la exclusiva de la verdad, el bien y la
bondad. Por eso no acepta la pretensión de prohibir al exorcista espontáneo que
siguiera con su tarea. Esta pretensión es también motivo de frecuentes conflictos entre grupos
religiosos y confesiones distintas.
El proselitismo, el exclusivismo, todos los elitismos
son la expresión de mecanismos torpes y desviados que Jesús no tolera. Los
intolerantes no son tolerados por el Evangelio.
SANTOS ANGELES
CUSTODIOS
El 2 de octubre la
Iglesia celebra la fiesta de los Santos Ángeles Custodios, los ángeles
encomendados por Dios «para que te cuiden en todos tus caminos», se lee en el
salmo 90. Hoy, en su fiesta, nos remontamos hasta el siglo V para conocer los
orígenes de esta fiesta que el Papa Clemente X estableció de forma oficial el 2
de octubre de 1670
«Ángel de mi guarda, dulce
compañía, no me desampares ni de noche ni de día, no me dejes solo que me
perdería». Millones de niños en todo el mundo han recitado y recitan esta
oración junto con sus padres antes de irse a dormir. El 2 de octubre se celebra
la fiesta de los Santos Ángeles Custodios, una festividad que se universalizó
en el siglo XVII, y que conmemora a los ángeles de la guarda
Los custodios aparecen ya
en el salmo 90: «No te alcanzará ningún mal, ninguna plaga se acercará a tu
carpa, porque él te encomendó a sus ángeles para que te cuiden en todos tus
caminos». Aunque los primeros vestigios de la fiesta aparecen en el siglo V, en
España y Francia, donde ya se celebraba de forma particular.
La historia de los Santos
Ángeles Custodios se fue extendiendo poco a poco y apareció de nuevo de forma
generalizada en el año 800 en Inglaterra. Fue en 1670 cuando el Papa Clemente X
estableció oficialmente el 2 de octubre como el día de la celebración de la
fiesta para los Santos Ángeles de la Guarda, la fiesta de los ángeles
particulares de cada persona.
Uno de los grandes santos
que tuvo un especial peso en la difusión de la fiesta fue san Bernardo, quien
en el año 1010 hizo un famoso sermón acerca del Ángel de la Guarda. San
Bernardo asegura que los cristianos, sobre los ángeles de la guarda, respetamos
su presencia, agradecemos sus favores y confiamos en su ayuda.
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