11
DE ENERO - JUEVES –
1ª
-SEMANA DEL T. O - B
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1,40-45
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de
rodillas:
"Si quieres, puedes limpiarme".
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó
diciendo:
"Quiero: queda limpio".
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó
limpio.
Él lo despidió, encargándole
severamente.
"No se lo digas a nadie; pero para que
conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó
Moisés".
Pero cuando se fue, empezó a divulgar el
hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar
abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así
acudían a él de todas partes.
1. Literalmente, lo que el texto de Marcos dice
es que la enfermedad, que padecía el hombre del que aquí se habla, era la
"enfermedad de las escamas" (lepros) (J. Milgrom, Joel Marcus).
En realidad, era una
enfermedad de la piel, que, en algunos casos, era muy contagiosa. De esta
enfermedad se tienen noticias desde
unos 600 años antes de Cristo. En la Biblia, se le concede especial
importancia, de forma que el libro del Levítico le dedica íntegramente dos capítulos, el 13 y el 14. Lo más
llamativo es que, en las religiones antiguas, se hacía un trasvase de la
"enfermedad" a la "culpa". Y, de ahí, a la
"impureza".
Esto lo analizó Robert Parker, en su notable
estudio Miasma. Estudios que recientemente ha completado y
difundido Walter Burkert.
2. El problema de fondo, que se esconde debajo
de estos hechos, estos procesos y estos fenómenos, es el fenómeno que consiste en la relación,
establecida ya en la antigua Grecia, cuando se relacionó la "Cultura de la
Vergüenza" con la "Cultura de la
Culpa".
Los chamanes, los
escritores y los dirigentes religiosos establecieron una conexión, muy
peligrosa para el equilibrio emocional de la persona, que asocia lo que nos
avergüenza con hechos de los que nos sentimos culpables. Lo que motivó, tanto en las "culturas primitivas",
como en la "alta cultura", a
dar el paso decisivo: relacionar determinadas conductas humanas con un "diagnóstico trascendente". Y entonces, cuando nos sentimos así, nos
sentimos "avergonzados",
"culpables", "leprosos" y, por
tanto, "impuros".
3. ¿Remedio? Los
hombres de la religión dicen: "el ritual sagrado". Jesús afirma: la
solución es ser profundamente humano, en la honradez, la bondad, la
misericordia, el buen corazón. Hasta llegar, si
es preciso, a reproducir la suerte y el destino de Jesús, que se quedó como
"un excluido", fuera del pueblo, de la ciudad, de la
convivencia.
Cuando estamos
dispuestos a correr la misma
suerte de los excluidos, asociando nuestra vida
a la de ellos, entonces es cuando de verdad empezamos a limpiar este mundo y
esta repugnante cultura de
todas las marginaciones, muros de separación y
de exclusión.
Santo
Tomás de Cori Placidi
Sacerdote Franciscano -1655-1729.
Martirologio Romano: En Bellegra, en el Lacio (Italia), santo Tomás de Cori
(Francisco Antonio) Placidi, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores,
preclaro por la austeridad de vida y por la predicación, iniciador de los
retiros (1729).
Fecha de canonización: 21 de noviembre de 1999, por el Papa Juan Pablo II.
Nacido
en Cori (Latina) el 4 de junio de 1655, Tomás tuvo una infancia marcada por la
pérdida prematura de su madre primero y de su padre después, quedando sólo, a
los catorce años, al cuidado de la hermana más pequeña. Hará de pastor,
aprendiendo la sabiduría de las cosas simples. Casadas las hermanas, queda
libre para seguir la inspiración que desde algún año guardaba en el silencio
del corazón: pertenecer completamente a Dios en la vida religiosa franciscana.
Había conocido a los Frailes Menores en su misma ciudad en el Convento de S.
Francisco. Casadas las dos hermanas y libre de toda preocupación, fue acogido
en la Orden y enviado a Orvieto para hacer el año de noviciado. Profesada la
Regla de S. Francisco y finalizados los estudios de teología, se ordena
sacerdote en 1683. Fue nombrado inmediatamente vice maestro de novicios en el
convento de la SS. Trinidad de Orvieto; sus superiores reconocieron desde muy
pronto sus dotes.
Poco tiempo
después fray Tomás oyó hablar de los Retiros que comenzaban a florecer en la
Orden y de la intención de los Superiores de la Provincia Romana de instaurar
uno en el Convento de Civitella (hoy Bellegra). Su petición fue acogida y el
joven fraile llamó así a la puerta del pobre Convento en 1684, diciendo:
"Soy fray Tomás de Cori y vengo para hacerme santo". Con un lenguaje
quizás lejano al nuestro, expresaba él su ansia de vivir radicalmente el
Evangelio según el espíritu de S. Francisco.
Desde
entonces, fray Tomás permanecerá en Bellegra hasta la muerte, excepto seis años
(1703-1709) en los que será Guardián en el Convento de Palombara, donde
instauró el Retiro, en base al de Bellegra. Escribió Reglas para uno y para
otro, que él el primero observó cuidadosamente, consolidando con la palabra y
con el ejemplo la nueva institución de los dos Retiros.
Los
largos años transcurridos en S. Francisco de Bellegra se pueden resumir en tres
puntos:
Oración
Santo
Tomás de Cori fue seguramente, como se ha dicho de S. Francisco, no tanto un
hombre que oraba, como un hombre hecho oración. Esta dimensión animó toda la
vida del Fundador del Retiro. El aspecto más evidente de su vida espiritual fue
sin duda la centralidad de la Eucaristía, testimoniada por Tomás en la
celebración eucarística, intensa y participada, y en la oración silenciosa de
adoración en las largas noches de Retiro después del oficio divino celebrado a
medianoche. Su vida de oración estuvo marcada por una aridez persistente de
espíritu. La ausencia total de una consolación sensible en la oración y en su
vida de unión con Dios, se prolongaría durante más de cuarenta años,
encontrándole siempre sereno y radical en la vivencia del primado de Dios. Verdaderamente
su oración se configuró como " memoria Dei " realizando concretamente
la unidad de vida no obstante las múltiples actividades.
Evangelización
Santo
Tomás no se cerró en el Retiro, olvidando el bien de sus hermanos y el corazón
de la vocación franciscana, que es apostólico. Fue llamado con razón el apóstol
del " Sublacense ", habiendo recorrido comarcas y ciudades en el
anuncio incansable del Evangelio, en la administración de los sacramentos y en
el surgir de milagros a su paso, signo de la presencia y cercanía del Reino. Su
predicación era clara y simple, persuasiva y fuerte. No subió a los púlpitos
más ilustres del tiempo: su personalidad pudo entregar lo mejor de sí en el ámbito
restringido de la región del Lazio, viviendo su vocación franciscana en
minoridad y a la opción concreta por los más pobres.
Exquisita caridad
Santo
Tomás de Cori fue para sus hermanos padre amabilísimo. Ante las resistencias de
algunos hermanos en su deseo de reforma y de radicalidad en vivir el ideal
franciscano, el Santo supo responder con paciencia y humildad, encontrándose
incluso sólo para atender el convento. Había comprendido muy bien que toda
auténtica reforma inicia por sí mismo.
El
notable epistolario que nos ha llegado demuestra la atención de Tomás a las más
pequeñas expectativas y necesidades de sus hermanos y de tantos amigos,
penitentes y frailes que se dirigían a él para recibir un consejo. En el convento
demostró su espíritu de caridad en la disponibilidad a cualquier necesidad,
incluso la más humilde.
Rico de
méritos, se durmió en el Señor el 11 de enero de 1729.
Santo Tomás de Cori resplandece entre nosotros y en Roma, del que es copatrón,
sobre todo en su ansia de ideal cristiano y franciscano puro y vivido en lo
esencial. Una provocación para todos nosotros, a no tomar a la ligera el
Evangelio y sus exigencias radicales.
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