lunes, 29 de enero de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 30 DE ENERO - MARTES 4ª- SEMANA DEL T. O. – B Santa Martina de Roma





30  DE   ENERO - MARTES
4ª- SEMANA DEL  T. O. – B
Lectura del santo evangelio según san Marcos 5,21-43
    En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo a la otra orilla, se reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de/a sinagoga, que se llamaba Jairo, y al verlo se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
    "Mi niña está en las últimas, ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva".
Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.
      Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años.  Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero en vez de mejorar, se había puesto peor.  Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que, con solo tocarle el vestido, curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado.
Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente, preguntando: 
"¿Quién me ha tocado el manto?".
Los discípulos le contestaron:
      "Ves cómo se apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado?".
Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temerosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo.
Él le dijo:
"Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud".
Todavía estaba hablando cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
       "Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al Maestro?".
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
"No temas; basta que tengas fe".
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo:
"¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta, está dormida'. 
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos, y con el padre y la madre de la niña, la cogió de la mano y le dijo:
"Talitha Kum" que significa: "Contigo hablo, niña,
    levántate'.
La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar -tenía doce años- y se quedaron viendo visiones.
Les insistió en que nadie se enterase y les dijo que dieran de comer a la niña.

1.  Jesús cura a una mujer enferma y devuelve la vida a una niña difunta. Las mujeres es el único grupo     humano con el que, según los evangelios, Jesús no
tuvo jamás conflicto o enfrentamiento alguno.  Siempre las trató con respeto, con suma atención, nunca les reprochó nada, y desde luego siempre atendió sus peticiones y les ayudó en lo que necesitaban. 
La situación de la mujer, en las sociedades   mediterráneas de la Antigüedad, era de total dependencia del hombre.  El padre o el marido eran los dueños de ellas y las trataban como sirvientas o incluso como esclavas. Jesús, por el contrario, las dignificó, las curó, las liberó de cualquier forma de opresión o desprecio.  En este relato, a una la cura de su enfermedad, a la otra le devuelve la vida.
Jesús es, en la historia de la cultura y del derecho, uno de los más grandes defensores de la mujer y su dignidad.

2.  En el caso de la mujer que padecía hemorragias, es importante tener en cuenta que se trataba de hemorragias menstruales. Esta enfermedad hacía impura ritual o religiosa a la mujer que la padecía. Y además impurificaba a quien tocase a una mujer víctima de esa enfermedad.   
Se pensaba que la sangre contiene vida (cf. Lev 17, 10-14; Deut 12, 23). Hasta se pensaba que la proximidad a una mujer con período causaba la muerte (Marcus Joel).
Pues bien, Jesús no solo se dejó tocar por una mujer con tal enfermedad, sino que, además de eso, el contacto con ella la sanó por completo.

3.  Pero hay más en este relato. De la curación de la mujer enferma e impura legal, Jesús se fue derecho a una casa en la que había una jovencita difunta, de forma que ya se le estaba haciendo el duelo. Y allí también Jesús le dio vida a esta chica, que era la hija del jefe de la sinagoga.
El lugar de la reunión religiosa y su jefe se asocian con la muerte. Jesús es siempre fuente de vida. La religión, por el contrario, es fuente de impureza o se muestra incapaz de dar vida donde hay muerte.

Santa Martina de Roma


Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de santa Martina, a quien el papa Dono dedicó una basílica a su nombre en el foro romano (677).

Etimología: Martina = femenino de Martín = martillo, es de origen latino.

Breve Biografía
La historia de esta joven santa comienza por su tumba, 1400 años después de su martirio; es decir, cuando en 1634 el activísimo Urbano VIII, empeñado en lo espiritual en la contrareforma católica, y en lo material en la restauración de famosas iglesias romanas, descubrió las reliquias de la mártir, les propuso a los romanos la devoción a Santa Martina y fijó la celebración para el 30 de enero. El mismo compuso el elogio con el himno: “Martinae celebri plaudite nomini, Cives Romulei, plandite gloriae”, que era una invitación a honrar a la santa en la vida inmaculada, en la caridad ejemplar y en el valiente testimonio que demostró a Cristo con su martirio.
Son pocas las noticias históricas. La más antigua es del siglo VI, cuando el Papa Onorio le dedicó una iglesia en Roma. Quinientos años después, al hacer excavaciones en esta iglesia, se encontraron efectivamente las tumbas de tres mártires. En el siglo VIII ya se celebraba la fiesta de la santa. No se sabe nada más, y por eso es necesario buscar noticias en una Passio legendaria. Según esta narración, Santa Martina era una diaconisa, hija de un noble romano. Debido a su abierta profesión de fe, la arrestaron y la llevaron al tribunal del emperador Alejandro Severo (222-235). Este príncipe semioriental, abierto a todas las curiosidades, hasta el punto de incluir a Cristo entre los dioses venerados en la familia imperial, fue muy tolerante con los cristianos y su gobierno marcó un fructuoso paréntesis de calma respecto de la Iglesia, que en ese tiempo logró una gran expansión misionera.
El autor de la Passio ignora todo esto, y hace más bien una lista de las atroces tortures con que el emperador martirizó a la santa. Cuenta que cuando Martina fue llevada ante la estatua de Apolo, la convirtió en pedazos y ocasionó un terremoto que destruyó el temple y mató a los sacerdotes del dios.
El prodigio se repitió con la estatua y el templo de Artemidas. Todo esto hubiera debido hacer pensar a sus perseguidores; pero no, se obstinaron más y sometieron a la jovencita a crueles tormentos, de los que salió siempre ilesa. Entonces resolvieron cortarle la cabeza con una espada, y su sangre corrió a fertilizar el terreno de la Iglesia romana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario