viernes, 5 de enero de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 6 ENERO - SÁBADO - LA EPIFANÍA DEL SEÑOR





6 ENERO   - SÁBADO -
LA EPIFANÍA  DEL  SEÑOR

Lectura del libro de Isaías (60,1-6):

¡LEVÁNTATE y resplandece, Jerusalén,
porque llega tu luz; ¡la gloria del Señor amanece sobre ti!
Las tinieblas cubren la tierra,
la oscuridad los pueblos,
pero sobre ti amanecerá el Señor,
y su gloria se verá sobre ti.
Caminarán los pueblos a tu luz,
los reyes al resplandor de tu aurora.
Levanta la vista en torno, mira:
todos ésos se han reunido, vienen hacia ti;
llegan tus hijos desde lejos,
a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás, y estarás radiante;
tu corazón se asombrará, se ensanchará,
porque la opulencia del mar se vuelca sobre ti,
y a ti llegan las riquezas de los pueblos.
Te cubrirá una multitud de camellos,
dromedarios de Madián y de Efá.
Todos los de Saba llegan trayendo oro e incienso,
y proclaman las alabanzas del Señor.

Salmo:71

R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos dé la tierra.
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.
En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.
Los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
póstrense ante él todos los reyes,
y sírvanle todos los pueblos. R/.
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (3,2-3a.5-6):

Hermanos:
Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor de vosotros, los gentiles.
Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 1-12
    Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
"¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarle.
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
"En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el Profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel".
    Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella y los mandó a Belén diciéndoles:
    "Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo".
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

1.  La fiesta de la "Epifanía" es la fiesta de la "manifestación". Eso significa el sustantivo griego   epiphaneia, del que se deriva el verbo epiphaino que significa "manifestarse".
Lo que viene a decir que el nacimiento de Jesús es la revelación del esplendor de la presencia de Dios en   este mundo, a los seres humanos de este mundo (P. G. Müller).  Este relato, por tanto, indica que Jesús se manifiesta a todos los pueblos del mundo, representados en los Magos de Oriente. Aquellos Magos eran hombres de otras culturas y practicaban otras religiones.
La salvación, que se manifiesta en Jesús, no se reduce a una cultura (Occidente), ni se limita a una religión (cristianismo). En Jesús, se crea o no se crea en él, la salvación alcanza a todas las culturas y a todas las religiones del mundo.

2. El Evangelio no dice que los Magos de Oriente se convirtieran o cambiaran de religión. Sin duda, aquellos hombres siguieron manteniendo las creencias y
las costumbres que traían de sus países lejanos. Lo lamentable es que la diversidad de culturas y de religiones ha servido más para dividir y enfrentar a los
pueblos y a los humanos que para unirnos a todos. Por eso las religiones han causado tanta violencia.
La fiesta de la "Epifanía" es la fiesta de la "Aceptación" de la diversidad. No podemos abandonar   nuestra propia piel cultural y religiosa. Ni debemos pretender que otros abandonen la suya. Los Magos no se quedaron con Jesús, se volvieron a su cultura y a su religión, y sin embargo la Iglesia venera a los Magos   como santos.

3. El Dios de Jesús no es "excluyente", sino "incluyente.  Porque se define como amor (1 Jn 4, 8.16). Y sabemos que el amor no excluye, sino que une a todo lo que es verdaderamente humano.  Porque Dios, en Jesús, se ha fundido y confundido con lo humano.
El respeto, la tolerancia, la aceptación de las diferencias... he aquí los "regalos de reyes" que más    necesitamos en este mundo tan estremecido y tan roto por tantos enfrentamientos, especialmente los
enfrentamientos religiosos o en los que interviene la religión.

4.  Las costumbres han hecho de este recuerdo de los evangelios, el día de Reyes, una fiesta de regalos, sobre todo los regalos a los niños. Pero también a los adultos. Es el desenfreno de los intereses del comercio, que, mediante la publicidad, maneja nuestros bolsillos y maltrata nuestras economías.  Pero, sobre todo, estas costumbres pueden ser origen, más que de expresiones de cariño, de manifestaciones de intereses con frecuencia inconfesables.
Los cristianos quizá deberíamos repensar    muy en serio este punto capital de nuestros hábitos de conducta, en los que se mezcla lo religioso y otros mecanismos extraños que manejan nuestra vida. Con un regalo despachamos el problema de nuestras relaciones interpersonales. Por ahí no vamos a nada bueno. Todo   eso es un engaño, que disfraza la realidad.

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