sábado, 6 de enero de 2018

Párate un momento: El evangelio del dia 7 DE ENERO - DOMINGO - BAUTISMO DEL SEÑOR




7 DE ENERO  - DOMINGO -
BAUTISMO  DEL  SEÑOR

Lectura del libro de Isaías (42,1-4.6-7):
Así dice el Señor:
«Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.»

Salmo: 28, 1a.2.3ac-4.3b.9b-10

R/. El Señor bendice a su pueblo con la paz
Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R/.
La voz del Señor sobre las aguas,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica. R/.
El Dios de la gloria ha tronado.
En su templo un grito unánime: «¡Gloria!»
El Señor se sienta por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno. R/.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (10,34-38):
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
«Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.
Envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos. Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.»

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,7-11):
En aquel tiempo, proclamaba Juan:
«Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma.
Se oyó una voz del cielo:
«Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»

1.   Sabemos que la figura y la predicación profética de Juan Bautista fue un acontecimiento que impresionó a todo el país, desde Judea hasta Galilea. Era el anuncio de que Israel necesitaba urgentemente "convertirse". Es decir, necesitaba cambiar. Para poder reorientar su religiosidad, sus costumbres, su forma de vida, la honestidad y las pautas de conducta, en la vida de los individuos y de la sociedad entera.
Juan no venía del Templo. Ni era un representante de los sumos sacerdotes. Juan venía del desierto. Lo enviaba Dios para todo el pueblo.

2.   Y el pueblo respondió al llamamiento de Juan. El bautismo, en las aguas del río Jordán, era un ritual simbólico, que consistía en meterse   en el agua hasta hundirse en ella. Para luego salir de nuevo. Era un "morir" y un "nacer de
nuevo".  El que muere y nace de nuevo es "otra persona". Ha nacido de nuevo.
Por eso, el solo hecho de ir a escuchar lo que decía Juan, sus proclamas y diatribas al pueblo, eso ya era reconocer que uno necesitaba cambiar.  Y tenía que vivir de otra manera.

3.   Pues esto es lo que hizo Jesús. Un día, abandonó su casa y su familia, se fue solo, de Nazaret en Galilea hasta el río Jordán en Judea, y se metió entre la masa de gente pecadora, desorientada, a la que el Bautista llegó a llamar raza de víboras (Lc 3, 7 b).
Y Jesús allí, en la fila de los pecadores, como uno más entre ellos, viéndose necesitado de cambiar su vida. Esta "encarnación" total de Jesús entre la masa, entre la gente, en el pueblo y con el pueblo, como uno de tantos (cf. Fil 2, 7-9), es el punto de arranque de la gran lección que nos vino a dar Jesús: desde "lo más humano"   se nos revela "lo divino".

4.   Este fenómeno sobrecogedor es el gran acontecimiento que se nos indica cuando los evangelios nos dicen que, al ser bautizado Jesús, se abrió el cielo y vino el Espíritu de Dios a posarse en aquel hombre, en el humilde galileo
de Nazaret que estaba allí. Y allí, en lo más sencillamente humano, SE HIZO PRESENTE Y VISIBLE EL DIOS TRASCENDENTE. Aquí está la clave del Evangelio.



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