23
DE ENERO
- MARTES –
3ª
- SEMANA DEL T. O. - B
Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 31-35
En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y
desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo:
"Mira, tu madre y tus hermanos están
fuera y te buscan".
Les contestó:
"¿Quiénes son mi madre y mis
hermanos?".
Y pasando la mirada por el corro, dijo:
"Estos son mi madre y mis hermanos. El
que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi
madre".
1. Está claro que, para Jesús, era más
importante la relación que le unía a
quienes estaban allí, escuchándole y conversando con él, que la relación que
tenía con su madre y sus hermanos. Es decir,
para Jesús, era más importante la relación humana, basada en la amistad o en la
fe, que la relación humana basada en el
parentesco. Jesús pensaba así, por la importancia que para él tenía la
libertad.
Las relaciones de
amistad o de fe son libres porque se basan en convicciones libremente asumidas,
mientras que las relaciones de
parentesco nos son dadas. Nadie puede
elegir libremente quién es su madre o quiénes son sus hermanos.
2. Para Jesús, los más cercanos a él son los que
hacen la voluntad de Dios.
Ahora bien, la
voluntad de Dios es que todos nos respetemos, nos ayudemos, nos queramos, y que
jamás nos hagamos daño.
La voluntad de Dios
es que no nos relacionemos desde el
interés y, menos aún, desde el egoísmo. Pero
de sobra sabemos con qué frecuencia y hasta qué
extremos de brutalidad se deforman las relaciones de parentesco, que empiezan
por manifestaciones de prepotencia, de uso y de abuso, y terminan en rivalidades,
rencores, desprecios, odios, venganzas y muerte.
Por una herencia o
por una envidia, hay hermanos que se
odian. Como hay madres castradoras que anulan a sus hijos.
No. Jesús solo quería
la relación humana enteramente libre. Porque es la única que nos hace más humanos y más libres.
3. Vistas, así las
cosas, se puede afirmar que la forma de relación humana más perfecta es la
amistad. Porque la amistad —en cuanto tal amistad— es la
única relación entre los humanos que no tiene
sobre sí ningún mandamiento, ninguna obligación, ninguna prohibición. Ni en los códigos de leyes
civiles o religiosas, nunca se manda o se prohíbe algo en nuestras relaciones
con nuestros amigos. La amistad tiene su
consistencia en sí misma. Por eso es completamente libre. Un amigo es una persona que me
quiere o me aprecia porque así lo
quiere con total libertad. Nuestros mejores amigos tendrían que ser nuestros
padres, hermanos, los esposos entre sí, los padres con sus hijos,
etc.
Dietrich Bonhoeffer
escribió a un amigo, poco antes de ser asesinado por los nazis en la 2ª Guerra
Mundial: "creo que, dentro del ámbito de la libertad,
la amistad es con mucho el bien más precioso y
raro". Porque la amistad es la única relación que se mantiene desde la más completa libertad.
Este tipo de relación
es el ideal para Jesús.
SAN
IDELFONSO
Obispo de Toledo - 606- 669
Martirologio Romano: En la ciudad de Toledo, en la Hispania Tarraconensis (hoy España),
san Ildefonso, que fue monje y rector de su cenobio, y después elegido obispo.
Autor fecundo de libros y de textos litúrgicos, se distinguió por su gran
devoción hacia la santísima Virgen María, Madre de Dios (667).
Etimología:
Ildefonso = Aquel que está listo para la batalla, es de origen germánico.
Breve Biografía
Para
reconstruir su biografía, además de los datos contenidos en sus obras,
disponemos principalmente del Beati Ildephonsi Elogium de San Julián de Toledo,
contemporáneo suyo y segundo sucesor en la sede toledana, escrita como apéndice
al De viris illustribus (PL 96,43-44). La Vita vel gesta S. Ildephonsi Sedis
Toletanae Episcopi, atribuida a Cixila, obispo de Toledo ca. 774-783 (PL
96,44-88; Flórez, V,501-520), donde se mencionan por primera vez los milagros
de su vida y la Vita Ildephonsi Archiepiscopi Toletani de fray Rodrigo Manuel
Cerratense, s. XIII (Flórez V,521-525), añaden al Elogium tradiciones
posteriores con tinte legendario.
Nacido
en el 607, durante el reinado de Witerico en Toledo, de estirpe germánica, era
miembro de una de las distintas familias regias visigodas. Según una tradición
que recoge Nicolás Antonio (Bibliotheca Hispana Vetus, PL 96,11), fue sobrino
del obispo de Toledo San Eugenio III, quien comenzó su educación. Por el estilo
de sus escritos y por los juicios emitidos en su De viris illustribus sobre los
personajes que menciona, se deduce que recibió una brillante formación
literaria. Según su propio testimonio fue ordenado de diácono (ca. 632-633) por
Eladio, obispo de Toledo (De vir. ill. 7: PL 96,202). En un pasaje interpolado
del Elogium, se dice que, siendo aún muy niño, ingresó en el monasterio
Agaliense, en los arrabales de Toledo, contra la voluntad de sus padres. Más
adelanté se afirma que «se deleitaba con la vida de los monjes», frase que debe
interpretarse siguiendo a Flórez (V,276) en el sentido de que desde niño se
inclinó al estado religioso. Ildefonso estuvo muy vinculado a este monasterio,
como él mismo recuerda al hablar de Eladio, y como se deduce del De vir. ill.
con el que pretende exaltar la sede toledana y quizá mostrar el papel
privilegiado que correspondía al monasterio Agaliense. Estando ya en el
monasterio, funda un convento de religiosas dotándolo con los bienes que hereda,
y en fecha desconocida (650?), es elegido abad. Firma entre los abades en los
Concilios VIII y IX de Toledo, no encontrándose su firma, en cambio, en el X
(656). Muerto el obispo Eugenio III es elegido obispo de Toledo el a. 657, y
según el Elogium obligado a ocupar su sede por el rey Recesvinto. En la
correspondencia mantenida con Quirico, obispo de Barcelona, se lamenta de las
dificultades de su época. A ellas atribuye el Elogium que dejase incompletos
algunos escritos.
Muere el
667, siendo sepultado en la iglesia de Santa Leocadia de Toledo, y
posteriormente trasladado a Zamora. Su fiesta se celebra el 23 de enero.
Es
patrón de la ciudad Zamora, en cuya Iglesia Arciprestal de San Pedro y San
Ildefonso, reposan sus restos; de Toledo y de Herreruela de Oropesa, en la
misma provincia, donde sus fiestas se celebran cada año con bastante fervor.
También es el santo patrón de la ciudad de Mairena del Aljarafe en la provincia
de Sevilla. La Orden de Caballeros Cubicularios se encarga de la custodia de sus
reliquias en la citada iglesia zamorana.
Milagro del encuentro con la Virgen
La noche
del 18 de diciembre del 665 San Ildefonso junto con sus clérigos y algunos
otros, fueron a la iglesia, para cantar himnos en honor a la Virgen María.
Encontraron la capilla brillando con una luz tan deslumbrante, que sintieron
temor. Todos huyeron excepto Ildefonso y sus dos diáconos. Estos entraron y se
acercaron al altar. Ante ellos se encontraba la Virgen María, sentada en la
silla del obispo, rodeada por una compañía de vírgenes entonando cantos
celestiales. María al ir hizo una seña con la cabeza para que se acercara.
Habiendo obedecido, ella fijó sus ojos sobre él y dijo: "Tu eres mi
capellán y fiel notario. Recibe esta casulla la cual mi Hijo te envía de su
tesorería." Habiendo dicho esto, la Virgen misma lo invistió, dándole las
instrucciones de usarla solamente en los días festivos designados en su honor.
Esta
aparición y la casulla fueron pruebas tan claras, que el concilio de Toledo
ordenó un día de fiesta especial para perpetuar su memoria. El evento aparece
documentado en el Acta Sanctorum como El Descendimiento de la Santísima Virgen
y de su Aparición. La importancia que adquiere este hecho milagroso sucedido en
plena Hispania Ghotorum y transmitido ininterrumpidamente a lo largo de los
siglos ha sido muy grande para Toledo y su catedral. Los árabes, durante la
dominación musulmana, al convertirse la Basílica cristiana en Mezquita
respetaron escrupulosamente este lugar y la piedra allí situada por tratarse de
un espacio sagrado relacionado con la Virgen María a quien se venera en el
Corán. Esta circunstancia permite afirmar que el milagro era conocido antes de
la invasión musulmana y que no se trata de una de las muchas historias piadosas
medievales que brotaron de la fantasía popular. En la catedral los peregrinos
pueden aun venerar la piedra en que la Virgen Santísima puso sus pies cuando se
le apareció a San Ildefonso.
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