11 DE
ABRIL – MIÉRCOLES –
2ª
– SEMANA
DE PASCUA – B
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,17-26):
En aquellos días, el sumo sacerdote y todos los
suyos, que integran la secta de los saduceos, en un arrebato de celo,
prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero, por la
noche, el ángel del Señor les abrió las puertas de la cárcel y los sacó fuera,
diciéndoles:
«Marchaos y, cuando lleguéis al templo, explicad
al pueblo todas estas palabras de vida».
Entonces ellos, al oírlo, entraron en el templo
al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el sumo sacerdote con
todos los suyos, convocaron el Sanedrín y el pleno de los ancianos de los hijos
de Israel, y mandaron a la prisión para que los trajesen. Fueron los guardias,
no los encontraron en la cárcel, y volvieron a informar, diciendo:
«Hemos encontrado la prisión cerrada con toda
seguridad, y a los centinelas en pie a las puertas; pero, al abrir, no
encontramos a nadie dentro».
Al oír estas palabras, ni el jefe de la guardia
del templo ni los sumos sacerdotes atinaban a explicarse qué había pasado.
Uno se presentó, avisando:
«Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel
están en el templo, enseñando al pueblo».
Entonces el jefe salió con los guardias y se los
trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedrease.
Salmo: 33,2-3.4-5.6-7.8-9
R/. Si el afligido invoca al Señor, él lo
escucha
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.
El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan (3,16-21):
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su
Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida
eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para
juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado,
porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y
los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues
todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse
acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la
luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.
1. Jesús desmonta la teoría jurídica de la
satisfacción, aplicada a la salvación. Dios no mandó a su Hijo al mundo porque estuviera
ofendido e irritado por nuestros pecados. Dios nos dio a su Hijo porque nos
quiere tanto, que no quiere que se pierda ninguno de los que creen en Jesús.
2. - ¿Significa esto que quienes no creen en
Jesús no tienen salvación?
Jesús no habla ni de
creencias religiosas ni de observancias o prácticas de piedad.
Jesús se refiere al
comportamiento de cada uno.
El que es honrado,
respetuoso, tolerante, buena persona, de forma que de él se puede decir que
vive en la luz, ese está en camino de salvación.
El que se comporta
perversamente, ese está en camino de perdición.
3. Por tanto, el problema de la salvación, tal
como lo presenta aquí Jesús, no es cuestión de religión, sino de ética. Se
trata de vivir en la luz y en la verdad.
El que vive de tal
forma que su vida es transparente y hace el bien que está a su alcance, ese es
el que" hace sus obras según Dios".
La religión, con sus
creencias y sus prácticas, es importante en la
medida en que motiva a cada persona y le da la fortaleza necesaria para vivir
en la luz y en la verdad.
SAN ESTANISLAO
Nació cerca de Cracovia, Polonia, en el año 1030. Sus padres
llevaban treinta años de casados sin lograr tener hijos y consideraron el
nacimiento de Estanislao como un verdadero regalo de Dios. Lo educaron lo más piadosamente
que pudieron.
Estudió en Polonia y en París, y una vez ordenado sacerdote por
el obispo de Cracovia (que es la segunda ciudad de Polonia), le nombraron
párroco de la catedral. Se distinguió por su gran elocuencia, por el
impresionante ejemplo de vida santa que brindaba a todos con su buen
comportamiento, y por la reforma de costumbres que lograba conseguir con sus
predicaciones y con su dirección espiritual.
El señor obispo deseaba que Estanislao fuera su sucesor, pero él
no aceptaba ser obispo porque se creía indigno de tan alta dignidad. Sin
embargo, al morir el prelado, el pueblo lo aclamó como el más digno para asumir
su puesto. Ejerció el obispado por siete años, desde el año 1072, hasta el año
de su muerte, 1079.
Era muy estricto en exigir a cada sacerdote el cumplimento exacto
de sus deberes sacerdotales. Visitaba cada año a todas las parroquias y
dedicaba mucho tiempo a la predicación y a la instrucción del pueblo. Su
palacio episcopal vivía lleno de pobres, porque jamás negaba ayudas a los
necesitados. Tenía una lista de las familias que estaban pasando por
situaciones económicas más penosas, para enviarles sus generosas ayudas.
El rey de Polonia, Boleslao, era un valiente guerrero pero se
dejaba dominar por sus bajas pasiones. Al principio se entendía muy bien con el
obispo Estanislao, pero luego empezó a cometer faltas muy graves que
escandalizaban y daban muy mal ejemplo al pueblo. El obispo tuvo que intervenir
fuertemente en esta situación. San Estanislao recordaba muy bien aquel mandato
de San Pablo: “Es necesario reprender, aconsejar y hasta amenazar, con toda
paciencia y doctrina, porque llega el tiempo en que los hombres arrastrados por
sus propias pasiones ya no quieren oír las doctrinas verdaderas, sino las
falsedades” (2 Tim 4,2).
Como San Juan Bautista con respecto a Herodes, el valiente Obispo
de Cracovia, levantó la voz, amonestando al poderoso soberano sobre el deber de
respetar los derechos ajenos. En efecto, las crónicas del tiempo narran que el
rey se enamoró de la bella Cristina, esposa de Miecislao, y sin pensarlo dos
veces, la hizo raptar con grave escándalo para todo el país. Consecuentemente,
Estanislao le amenazó con la excomunión, y después le excomulgó. Entonces el
rey Boleslao se enfureció y ordenó asesinar a Estanislao en Cracovia, en la
iglesia de santa Matilde, durante la celebración de la Santa Misa. Cuentan que
el horrible asesinato lo hubo de cometer el mismo soberano, después que los
guardias a quienes envió, se vieron obligados a retirarse por una fuerza misteriosa.
Desde el mismo día de su martirio, los polacos comenzaron a venerarlo. San
Estanislao fue canonizado el 17 de agosto de 1253, en la basílica de San
Francisco de Asís, y desde entonces se difundió su culto en toda Europa y
América.
Juan Pablo II fue obispo de Cracovia y como tal, sucesor de San
Estanislao.
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