7
DE ABRIL – SÁBADO –
OCTAVA DE
PASCUA – B
SAN JUAN
BAUTISTA DE LA SALLE
Lectura
del libro de los Hechos de los apóstoles (4,13-21):
En
aquellos días, los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, viendo la
seguridad de Pedro y Juan, y notando que eran hombres sin letras ni
instrucción, estaban sorprendidos. Reconocían que habían sido compañeros de
Jesús, pero, viendo de pie junto a ellos al hombre que había sido curado, no
encontraban respuesta.
Les mandaron salir del Sanedrín y se pusieron a deliberar entre
ellos, diciendo:
«¿Qué haremos con estos hombres? Es evidente que todo Jerusalén
conoce el milagro realizado por ellos, no podemos negarlo; pero, para evitar
que se siga divulgando, les prohibiremos con amenazas que vuelvan a hablar a
nadie de ese nombre».
Y habiéndolos llamado, les prohibieron severamente predicar y
enseñar en el nombre de Jesús. Pero Pedro y Juan les replicaron diciendo:
«¿Es justo ante Dios que os obedezcamos a vosotros más que a él?
Juzgadlo vosotros. Por nuestra parte no podemos menos de contar lo que hemos
visto y oído».
Pero ellos, repitiendo la prohibición, los soltaron, sin encontrar
la manera de castigarlos a causa del pueblo, porque todos daban gloria a Dios
por lo sucedido.
Salmo: 117,1.14-15.16-18.19-21
R/. Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste
Dad
gracias al Señor porque es bueno,
porque
es eterna su misericordia.
El
Señor es mi fuerza y mi energía,
él es
mi salvación.
Escuchad:
hay cantos de victoria
en las
tiendas de los justos R/.
«La
diestra del Señor es poderosa.
La
diestra del Señor es excelsa».
No he
de morir, viviré
para
contar las hazañas del Señor.
Me
castigó, me castigó el Señor,
pero no
me entregó a la muerte. R/.
Abridme
las puertas de la salvación,
y
entraré para dar gracias al Señor.
Esta es
la puerta del Señor:
los
vencedores entrarán por ella.
Te doy
gracias porque me escuchaste
y
fuiste mi salvación. R/.
Secuencia (Opcional)
Ofrezcan
los cristianos
ofrendas
de alabanza
a
gloria de la Víctima
propicia
de la Pascua.
Cordero
sin pecado
que a
las ovejas salva,
a Dios
y a los culpables
unió
con nueva alianza.
Lucharon
vida y muerte
en
singular batalla,
y,
muerto el que es la Vida,
triunfante
se levanta.
«¿Qué has
visto de camino,
María,
en la mañana?»
«A mi
Señor glorioso,
la
tumba abandonada,
los
ángeles testigos,
sudarios
y mortaja.
¡Resucitó
de veras
mi amor
y mi esperanza!
Venid a
Galilea,
allí el
Señor aguarda;
allí
veréis los suyos
la
gloria de la Pascua.»
Primicia
de los muertos,
sabemos
por tu gracia
que
estás resucitado;
la
muerte en ti no manda.
Rey
vencedor, apiádate
de la
miseria humana
y da a
tus fieles parte
en tu
victoria santa.
Lectura
del santo evangelio según san Marcos (16,9-15):
Jesús,
resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María
Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus
compañeros, que estaban de duelo y llorando.
Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la
creyeron.
Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban
caminando al campo.
También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.
Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa,
y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído
a los que lo habían visto resucitado.
Y les dijo:
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación».
1.
Este texto no fue escrito por el autor del evangelio de Marcos. No
aparece en los papiros y códices más antiguos e importantes. Fue añadido algún
tiempo después. Y ha sido aceptado como auténtico por las
comunidades cristianas y por la autoridad de la Iglesia. Su antigüedad, tan
cercana al texto original de Marcos, lo autentifica.
2.
El mismo Jesús que había liberado a la Magdalena de los males que la
oprimían es el Jesús que se le muestra a ella y a los demás discípulos. Se afirma, una vez más, la identidad del
Jesús resucitado y del Jesús que había muerto. Como se ha dicho muy bien, solo
puede haber resurrección donde previamente ha habido muerte. Pero, además, los
textos evangélicos no
hablan solo de muerte, sino más concretamente de muerte en cruz.
3.
La consecuencia que se sigue de lo dicho es clara: si la resurrección
nos habla de la cruz y se comprende desde la cruz, de forma que sin cruz no hay
resurrección, los crucificados de la historia son el lugar más apropiado para
comprender la resurrección de Jesús (J. Sobrino).
Dios no resucitó a un muerto
cualquiera. Dios
resucitó a un crucificado. La resurrección de Jesús es el
argumento, que tenemos los cristianos, para fundamentar la esperanza de las
víctimas de la historia para reivindicar la vida y la dignidad que les fueron
arrebatadas por la violencia.
SAN JUAN
BAUTISTA DE LA SALLE
San
Juan Bautista de la Salle nació el 30 de abril de 1651 en Reims (Francia). Un
mundo muy diferente al nuestro. Era hijo de una familia adinerada en la Francia
de hace 300 años.
En
ese momento, unas pocas personas vivían en el lujo, pero la mayoría de la gente
era extremadamente pobre: campesinos en las zonas rurales y habitantes de los
suburbios de las ciudades. Solo unos pocos podían enviar a sus hijos a la escuela.
La mayoría de los niños tenían pocas esperanzas para el futuro.
Juan
fue ordenado sacerdote a los 27 años. Dios le llevó, de compromiso en
compromiso, a hacerse responsable de la educación de los niños pobres,
llamándole a entregar sus riquezas a los pobres y abandonar lo que podría haber
sido una prometedora carrera. Juntó a un grupo de jóvenes a su alrededor y, con
su ayuda, abrió escuelas gratuitas. Empezaron a vivir en comunidad y tomaron el
nombre de Hermanos de las Escuelas Cristianas (ahora conocidos generalmente
como Hermanos de la Salle) porque iban a ser hermanos de los jóvenes, de Jesús
y también unos de otros. Dedicarán toda su vida a ayudar a los jóvenes a
descubrir la cultura y el Reino de Dios, por sí mismos.
De
la Salle invitaba a los alumnos a crecer en el conocimiento de la presencia de
Dios en sus vidas. A través de este espíritu de fe, quería descubrir cómo todo
lo que ocurre puede hablar del cuidado amoroso de Dios hacia cada uno. Esta
convicción se convirtió en un hábito para los maestros y los alumnos de sus
escuelas (el hacer alguna pausa a lo largo del día y recordar la presencia de
Dios). Promovía de esta manera, una forma de ver el mundo y un creciente
sentido del caminar en la presencia de Dios.
Juan
Bautista de la Salle transformó toda la educación de su tiempo. Algo que hoy
resulta evidente, no lo era tanto en su tiempo. Los alumnos de las escuelas
eran instruidos de uno en uno, él revolucionó las escuelas al enseñar a toda
una clase a la vez. Por entonces las clases eran en Latín, es sus escuelas se
enseñará en la propia lengua (francés en su caso).
Juan
fue un pionero en la fundación de Escuelas de Formación de Maestros, escuelas
especiales para jóvenes con condenas judiciales, escuelas técnicas y escuelas
secundarias para lenguas modernas, letras y ciencias.
Juan
Bautista de la Salle escribió un buen número de obras escolares y espirituales.
Entre las primeras destaca La Guía de las Escuelas Cristianas, el mejor libro
de pedagogía del siglo XVII y el que se hizo dominante en las escuelas
francesas de varones hasta nuestro siglo (Cfr Saturnino Gallego B.A.C. 478).
Hay que destacar de él que fue un libro colectivo en el que Juan Bautista de la
Salle recogió su propia experiencia pedagógica y la de los primeros Hermanos.
También podíamos destacar como manual importante el titulado Reglas de la
Cortesía y Urbanidad Cristianas. De lectura obligatoria por los escolares y con
atinados consejos de la buena educación francesa adaptados a los hijos de los
artesanos y los pobres que acudían a sus escuelas. Escribió también silabarios,
salterios y catecismos para uso escolar.
Entre
las obras de carácter espiritual es de destacar el libro Meditaciones. En las
16 tituladas: Meditaciones para el tiempo de retiro (a penas 40 folios) traza
un completo itinerario espiritual para los maestros cristianos.
Juan
Bautista de la Salle muere el 7 de abril de 1719.
En
1900 Juan Bautista de la Salle fue declarado Santo.
En
1950, por su vida y sus escritos inspiradores, fue nombrado Santo Patrón de
todos los que trabajan en la educación. Juan Bautista de la Salle inspiró a
otros cómo enseñar y cuidar a los jóvenes, cómo enfrentarse al error y a la
fragilidad con compasión, cómo afirmar, reforzar, animar.
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