15 de Abril – DOMINGO –
3ª - Semana de Pascua – B
Lectura del libro de los Hechos de los
Apóstoles (3,13-15.17-19):
En aquellos días, Pedro dijo a la gente:
«El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros
padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y
rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo.
Rechazasteis al santo, al justo, y pedisteis el indulto de un asesino;
matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y
nosotros somos testigos.
Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, y
vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta manera lo que había
dicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer.
Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros
pecados.»
Salmo: 4,2.7.9
R/. Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor
Escúchame cuando te invoco,
Dios,
defensor mío;
tú que en el
aprieto me diste anchura,
ten piedad de
mí y escucha mi oración. R/.
Hay muchos que dicen:
«¿Quién nos
hará ver la dicha,
si la luz de
tu rostro
ha huido de
nosotros?» R/.
En paz me acuesto
y en seguida
me duermo,
porque tú
solo, Señor,
me haces
vivir tranquilo. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san
Juan (2,1-5):
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno
peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es
víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino
también por los del mundo entero.
En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos.
Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y
la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de
Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él.
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(24,35-48):
En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por
el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio
de ellos y les dice:
«Paz a vosotros.»
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma.
Él les dijo:
« - ¿Por qué os alarmáis?, - ¿por
qué surgen dudas en vuestro interior?
Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos
cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»
Dicho esto, les mostró las manos y los pies.
Y como no
acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis ahí algo que comer?»
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió
delante de ellos.
Y les dijo:
«Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo
escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que
cumplirse.»
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y añadió:
«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los
muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de
los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois
testigos de esto.»
Perdón, resurrección y misión.
El perdón
Las tres lecturas de hoy
coinciden en el tema del perdón de los pecados a todo el mundo gracias a la muerte
de Jesús. - La primera termina: “Por tanto, arrepentíos y convertíos, para
que se borren vuestros pecados.” - La
segunda comienza: “Hijos míos, os escribo
esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante
el Padre: a Jesucristo, el justo.” -
En el evangelio, Jesús afirma que “en su
nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los
pueblos”.
Gente con muy poco
conocimiento de la cultura antigua suele decir que la conciencia del pecado es
fruto de la mentalidad judeo-cristiana para amargarle la vida a la gente. Pero
la angustia por el pecado se encuentra documentada milenios antes, en Babilonia
y Egipto. Lo típico del NT es anunciar el perdón de los pecados gracias a la
muerte de Jesús.
La resurrección y
sus pruebas
El evangelio de este
domingo concede especial importancia al tema de la resurrección. Imaginemos la
situación de los primeros misioneros cristianos. -¿Cómo convencer a la gente para que crea en
una persona condenada a la muerte más vergonzosa por las autoridades,
religiosas, intelectuales y políticas?
Necesitaban estar muy
convencidos de que su muerte no había sido un fracaso, de que Jesús seguía
realmente vivo. Y la certeza de su resurrección la expresaban con los relatos
de las apariciones. En ellas se advierte una evolución muy interesante:
1. En el relato más
antiguo, el de Marcos, Jesús no se aparece; es un ángel quien comunica a las
mujeres que ha resucitado, y éstas huyen asustadas sin decir nada a nadie (Mc
16,1-8).
2. En el relato posterior
de Mateo, a la aparición del ángel sigue la del mismo Jesús; su resurrección es
tan clara que las mujeres pueden abrazarle los pies (Mt 28,9-10).
3. Lucas parece moverse
entre cristianos que tienen muchas dudas a propósito de la resurrección
(recuérdese que en Corinto había cristianos que la negaban), y proyecta esa
situación en los apóstoles: ellos son los primeros en dudar y negarse a creer,
pero Jesús les ofrece pruebas físicas irrefutables: camina con los dos de
Emaús, se sienta con ellos a la mesa, bendice y parte el pan. Pero sobre todo
el episodio siguiente, el que leemos este domingo, insiste en las pruebas
físicas: Jesús les muestra las manos y los pies, les ofrece la posibilidad de
tocarlos, y llega a comer un trozo de pescado ante ellos.
«¿Por qué os
alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis
pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene
carne y huesos, como veis que yo tengo»…
4. Juan parece matizar el
enfoque de Lucas: Jesús ofrece a Tomás la posibilidad de meter el dedo en sus
manos y en el costado. Pero ese tipo de prueba física no es el ideal. Lo ideal
es “creer sin haber visto”, como el discípulo predilecto cuando acude con Pedro
al sepulcro. En esta misma línea se mueve la aparición final junto al lago:
cuando llegan a la orilla y encuentran ven las brasas preparadas y el pescado
(Jesús no come) “ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era,
pues sabían que era el Señor”. Juan ha expresado de forma magistral la unión de
incertidumbre y certeza. No hay pruebas de que sea Jesús, pero no les cabe duda
de que lo es.
5. La sección final del
evangelio de Marcos, que se añadió más tarde, inspirándose en relatos
conocidos, ofrece un punto de vista muy curioso. Las personas que hablan de la
resurrección de Jesús no parecen las más dignas de crédito: de María Magdalena
había expulsado siete demonios; los dos que dialogan con él por el camino dicen
que se les apareció «con otro aspecto». Parece lógico que no les crean.
Sin embargo, Jesús les reprocha su incredulidad.
He querido alargarme en
estas diferencias entre los evangelistas porque a menudo se utilizan los
relatos de las apariciones como armas arrojadizas contra los que tienen dudas.
Dudas tuvieron todos y, de acuerdo con los distintos ambientes, se contó de
manera distinta esa certeza de que Jesús había resucitado y de que se podía
creer en él como el Salvador al que merecía la pena entregarle toda la vida.
La sección final
de Lucas
El hecho de que Jesús
comiese un trozo de pescado podría ser una prueba contundente para los
discípulos, pero no para los lectores del evangelio, que debían hacer un nuevo
acto de fe: creer lo que cuenta Lucas.
Por
eso, Lucas añade un breve discurso de Jesús que está dirigido a todos nosotros:
en él no pretende probar nada, sino explicar el sentido de su pasión, muerte y
resurrección. Y el único camino es abrirnos el entendimiento para comprender
las Escrituras. A través de ella, de los anunciado por Moisés, los profetas y
los salmos, se ilumina el misterio de su muerte, que es para nosotros causa de
perdón y salvación.
Y les dijo:
«Esto es lo
que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera
todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».
Entonces les
abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo:
«Así está
escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en
su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los
pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».
La mejor prueba
de la resurrección de Jesús
Las últimas palabras de
Jesús anuncian el futuro: “En su nombre se predicará la conversión y el
perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros
sois testigos de esto.” La frase final: “vosotros sois testigos de
esto” parece dirigida a nosotros, después de veinte siglos. Somos
testigos de la expansión del evangelio entre personas que, como dice la
primera carta de Pedro, “lo amáis sin haberlo visto”. Esta es la mejor prueba
de la resurrección de Jesús.
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