22 DE ABRIL – DOMINGO –
4ª – Semana de Pascua - B
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (4,8-12):
En aquellos días, Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo:
«Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un
enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre;
pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido en nombre
de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó
de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros.
Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que
se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no
se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.»
Palabra de Dios
Salmo:117,1.8-9.21-23.26.28-29
R/. La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es
eterna su misericordia.
Mejor es
refugiarse en el Señor
que fiarse de
los hombres,
mejor es
refugiarse en el Señor
que fiarse de
los jefes. R/.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi
salvación.
La piedra que
desecharon los arquitectos
es ahora la
piedra angular.
Es el Señor
quien lo ha hecho,
ha sido un
milagro patente. R/.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos
desde la casa del Señor.
Tu eres mi
Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo
te ensalzo.
Dad gracias
al Señor porque es bueno,
porque es
eterna su misericordia. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,1-2):
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios,
pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos,
ahora somos hijos de Dios y aun no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos
que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal
cual es.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,11-18):
En aquel tiempo dijo Jesús:
«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el
asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona
las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que a un
asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen,
igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las
ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas
las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo
Pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder
recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder
para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi
Padre.»
Palabra del Señor
Pasado, presente y futuro
En los domingos anteriores
se han recordado diversas apariciones de Jesús resucitado. A partir de este
domingo y hasta la Ascensión las lecturas del evangelio, tomadas siempre del evangelio
de san Juan, se centrarán en diversos aspectos de la relación entre Jesús y el
cristiano: buen pastor, vid y sarmientos, mandamiento nuevo, oración
sacerdotal.
No es fácil encontrar una
relación entre las tres lecturas de hoy porque se usan imágenes muy distintas:
1ª lectura: Piedra angular para hablar de Jesús.
2ª lectura: Padre e
hijos para hablar de Dios y nosotros.
El Evangelio: El Pastor
y rebaño, para hablar de Jesús y nosotros.
Buscando una relación entre
ellas la vería en el ritmo del tiempo de Jesús y de nosotros.
Pasado y presente
de Jesús (Hechos de los apóstoles 4,8-12)
Se supone
conocido el relato anterior. Pedro y Juan suben al templo para la oración de
media tarde y en la puerta Hermosa encuentran tendido a un lisiado que les
pide limosna. Pedro lo agarra de la mano derecha, lo levanta y lo cura. Ante el
asombro del pueblo, Pedro pronuncia un discurso en el que atribuye la curación
a Jesús (este discurso se leyó en parte el domingo pasado, 3º del ciclo B). Los
sacerdotes, el comisario del templo y los saduceos, se irritan al escuchar sus
palabras y al día siguiente los convocan ante el Consejo y los interrogan.
La respuesta de Pedro es la
siguiente:
En
aquellos días, lleno de Espíritu Santo, Pedro dijo:
«Jefes del pueblo y ancianos:
Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar
qué poder ha curado a ese hombre; quede bien claro a todos vosotros y a todo
Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis
y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este
sano ante vosotros.
Él es “la piedra que desechasteis
vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular”; no hay
salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro
nombre por el que debamos salvarnos».
Para un judío, el nombre
equivale a la persona. El nombre de Jesús es Jesús. En estas pocas palabras se
resume su pasado y su presente. El pasado ofrece una imagen de Jesús totalmente
pasiva: no se recuerda su predicación ni sus milagros. Sólo se cuenta lo que
hicieron con él las autoridades judías y Dios. Las autoridades lo rechazaron y
crucificaron; Dios los resucitó y convirtió en piedra angular. De esto se
deduce su situación presente: él es quien ha curado al lisiado, y el único que
puede salvarnos a todos nosotros.
Presente y futuro
del cristiano (1ª carta de Juan 3, 1-2)
Queridos
hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios,
pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él.
Queridos,
ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos
que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal
cual es.
La 1ª lectura hablaba del
pasado y el presente de Jesús. Esta 2ª habla de nuestro presente y nuestro
futuro. El presente: somos hijos de Dios. El futuro: seremos semejantes a Dios.
Cuando nace un niño siempre
se buscan parecidos con el padre, la madre y otros miembros de la familia. Para
el autor de la carta, nuestra semejanza con Dios no es algo que se perciba ya
desde ahora; se manifestará en el futuro, cuando veamos a Dios cara a cara.
Pero eso no impide que seamos ya realmente hijos de Dios. Lástima que esto no
se valore. Si fuéramos hijos de un deportista famoso o de un cantante de moda,
todos querrían hacerse una foto con nosotros.
Pasado y futuro
de Jesús (evangelio de Juan 10, 11-18)
En aquel
tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el
Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las
ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al
lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a
un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el
Buen Pastor, que conozco a las
mías, y las mías
me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida
por las ovejas.
Tengo,
además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo
rebaño y un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la
quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo
poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».»
La imagen del pastor era
frecuente en el Antiguo Oriente para referirse al rey: simbolizaba la relación
correcta con sus súbditos, que no debía ser despótica sino preocupada por su
bienestar. Jesús se la aplica, pero llegando a un extremo que no se da entre
los pastores: da la vida por sus ovejas. Es cierto que un pastor, a diferencia
del asalariado, está dispuesto a luchar con el lobo para defender al rebaño.
Pero no es normal que esté dispuesto a morir por sus ovejas. A tanto no llega.
Jesús, en cambio, ve así su misión: dar la vida por ellas. No lo hace por
obligación, forzado, sino libremente. Sabiendo que esa vida que entrega la
podrá recuperar. Y esto tampoco puede hacerlo un pastor normal y corriente.
Aunque el evangelio hable de Jesús como “el buen pastor” debería haber dicho:
bueno y excepcional.
Este pasaje del evangelio
concede también especial importancia al futuro de Jesús: a su labor con
respecto a otras ovejas, a las que debe buscar para que haya un solo rebaño y
un solo pastor. Es una referencia a las comunidades cristianas que se irían
formando en países paganos y a todos nosotros.
Relacionando las tres
lecturas, Jesús, buen pastor nos ha salvado y nos ha conseguido el ser hijos de
Dios. A nosotros nos corresponde escuchar su voz y agradecerle el don que nos
ha hecho.
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