lunes, 30 de abril de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 1 DE MAYO – MARTES – 5ª – SEMANA DE PASCUA – B San José Obrero



1 DE MAYO –  MARTES –
5ª – SEMANA DE  PASCUA – B

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (14,19-28):
En aquellos días, llegaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y se ganaron a la gente; apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, dejándolo ya por muerto. Entonces lo rodearon los discípulos; él se levantó y volvió a la ciudad.
Al día siguiente, salió con Bernabé para Derbe.
Después de predicar el Evangelio en aquella ciudad y de ganar bastantes discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquia, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios.
En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y después de predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquia, de donde los habían encomendado a la gracia de Dios para la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. Se quedaron allí bastante tiempo con los discípulos.
Palabra de Dios

Salmo:144,10-11.12-13ab.21

R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás. R/.

Lectura del santo evangelio según san Juan (14,27-31a):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo.
Que no turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.
Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo yo».
Palabra del Señor

1.  Jesús les deja a sus discípulos la paz. Es deseo y mandato de Jesús para su comunidad de discípulos. La paz, por tanto, es principio fundante del cristianismo. Y, sin embargo, la experiencia histórica nos enseña que el cristianismo ha sido (y sigue siendo) una de las tres grandes religiones "de confrontación", fuente y origen de indecibles violencias. No hace falta recordarlas de nuevo. Son de sobra conocidas.
Los dos últimos papas han pedido perdón al mundo
por esta historia tan sombría.

2.  Hay quien se ha preguntado si la relación entre religión y violencia es una relación meramente histórica o es, además, una relación esencial.  De ser esto así, sería cierto que donde hay religión (sea la que sea) hay violencia. Pero no parece que esto se pueda demostrar.  Porque la experiencia histórica nos dice que han existido personas y grupos profundamente religiosos que   jamás fueron violentos, sino todo lo contrario. El ejemplo de Francisco de Asís es elocuente en este sentido.

3.  Pero ocurre que Jesús distingue sabiamente   entre la paz que Él da y la que da el "orden establecido" (kósmos = "mundo").
La paz de este mundo se basa en el equilibrio de fuerzas y está basada, por tanto, en el principio de la
"violencia controlada", que, como sabemos, con tanta frecuencia se descontrola.
El problema está en que, no sin razón, se ha dicho que "toda religión es política" (E. Barnavi). Porque toda religión, en cuanto grupo organizado, es poder.  De ahí, su conexión con la violencia. Por eso Jesús afirma que él no da la paz como la da el mundo.
La paz, que ha de ofrecer el cristianismo, se basa
en que hay hombres que toman en serio la presencia de Jesús en ellos y entre ellos. En hombres así, el corazón no tiembla ni se acobarda.  Solo así se anula la raíz de la violencia.

San José Obrero

El 1 de mayo la Iglesia celebra la Fiesta de San José Obrero, patrono de los trabajadores, fecha que coincide con el Día Mundial del Trabajo. Esta celebración litúrgica fue instituida en 1955 por el Siervo de Dios, Papa Pío XII, ante un grupo de obreros reunidos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.
El Santo Padre pidió en esa oportunidad que “el humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias”.
Pío XII quiso que el Santo Custodio de la Sagrada Familia, “sea para todos los obreros del mundo, especial protector ante Dios, y escudo para tutela y defensa en las penalidades y en los riesgos del trabajo”.
Por su parte, San Juan Pablo II en su encíclica a los trabajadores “Laborem exercens” destacó que “mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido ‘se hace más hombre’”.
Posteriormente, en el Jubileo de los Trabajadores en el 2000, el Papa de la Familia dijo: “Queridos trabajadores, empresarios, cooperadores, agentes financieros y comerciantes, unid vuestros brazos, vuestra mente y vuestro corazón para contribuir a construir una sociedad que respete al hombre y su trabajo”.
“El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene. Cuanto se realiza al servicio de una justicia mayor, de una fraternidad más vasta y de un orden más humano en las relaciones sociales, cuenta más que cualquier tipo de progreso en el campo técnico”, añadió”.
Se cristianizó una fiesta que había sido hasta el momento la ocasión anual del trabajador para manifestar sus reivindicaciones, su descontento y hasta sus anhelos. Fácilmente en las grandes ciudades se observaba un paro general y con no menos frecuencia se podían observar las consecuencias sociales que llevan consigo la envidia, el odio y las bajas pasiones repetidamente soliviantadas por los agitadores de turno. En nuestro occidente se aprovechaba también ese momento para lanzar reiteradas calumnias contra la Iglesia que era presentada como fuerza aliada con el capitalismo y consecuentemente como el enemigo de los trabajadores.
Fue después de la época de la industrialización cuando toma cuerpo la fiesta del trabajo. Las grandes masas obreras han salido perjudicadas con el cambio y aparecen extensas masas de proletarios. También hay otros elementos que ayudan a echar leña al fuego del odio: la propaganda socialista-comunista de la lucha de clases.

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