3 de MARZO – DOMINGO –
8ª– Semana del T. O. – C
Lectura
del primer libro de Samuel.
CUANDO se agita la criba,
quedan los desechos; así, cuando la persona habla, se descubren sus defectos.
El
horno prueba las vasijas del alfarero, y la persona es probada en su
conversación.
El
fruto revela el cultivo del árbol, así la palabra revela el corazón de la
persona.
No
elogies a nadie antes de oírlo hablar, porque ahí es donde se prueba una
persona.
Palabra
de Dios.
Salmo:
91, 2-3. 13-14. 15-16
R/. Es bueno
darte gracias, Señor.
Es bueno dar gracias al
Señor
y tocar para tu nombre,
oh Altísimo;
proclamar por la mañana
tu misericordia
y de noche tu fidelidad.
R/.
El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro
del Líbano:
plantado en la casa del
Señor,
crecerá en los atrios de
nuestro Dios. R/.
En la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y
frondoso,
para proclamar que el
Señor es justo,
mi Roca, en quien no
existe la maldad. R/.
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios: 15, 54-58.
HERMANOS:
Cuando
esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de
inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita:
«La
muerte ha sido absorbida en la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria?
¿Dónde está, muerte, tu aguijón?».
El
aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado, la ley.
¡Gracias
a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!
De
modo que, hermanos míos queridos, manteneos firmes e inconmovibles.
Entregaos
siempre sin reservas a la obra del Señor, convencidos de que vuestro esfuerzo
no será vano en el Señor.
Palabra
de Dios.
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas.
EN aquel tiempo, dijo
Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso
puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el
discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como
su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no
reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano:
“Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que
llevas en el tuyo?
¡Hipócrita!
Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del
ojo de tu hermano.
Pues
no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por
ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las
zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El
hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es
malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la
boca».
Palabra
del Señor.
Cuatro
errores a que debes evitar
Si un
ciego guía a otro ciego...
La última parte del “Discurso de la llanura”
desconcierta por la variedad de personajes que aparecen: dos ciegos, un
discípulo y su maestro, dos miembros de la comunidad, un hombre bueno y otro
malo; uno inteligente, que construye su casa sobre roca, otro insensato, que la
edifica sobre arena. Y también son muy diversas las imágenes: un hoyo, la mota
y la viga en el ojo, el árbol sano y el árbol podrido; higos y zarzas, uvas y
espinos. Evidentemente, se trata de frases de Jesús pronunciadas
en diversos momentos y circunstancias. Sin embargo, pueden relacionarse con el
tema que preocupa a Lucas, leído el domingo pasado: “no juzguéis, no
condenéis”.
[Nota:
la liturgia, con su afición a mutilar el evangelio, ha suprimido la
importantísima advertencia final sobre la necesidad de poner en práctica todo
lo anterior. La añado en el comentario.]
Cuatro errores que debes evitar
1. Si te consideras con buena vista para juzgar y
condenar a los demás, te equivocas. Estás ciego. Y si un ciego guía a otro ciego,
los dos caen en el hoyo.
¿Acaso puede un ciego guiar
a otro ciego?
¿No caerán los dos en el
hoyo?
2. Si te consideras muy listo y bien
preparado para juzgar y condenar a los demás, te equivocas. No eres un
catedrático, sino un alumno de 1º. A lo más que puedes aspirar, después de
mucho esfuerzo, es a ser como el catedrático.
Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su
aprendizaje, será como su maestro.
3. Si te consideras digno de juzgar y condenar a los demás, te
equivocas y eres un hipócrita. Tus fallos son mucho mayores. La viga de tu ojo
es mucho más grande que la mota en el ojo de tu hermano y te impide ver bien.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en
la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano:
"Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la
viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y
entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
4. Si piensas que cuando juzgas y críticas a los demás
lo único que haces es disfrutar o hacerles daño, te equivocas. Te haces daño a
ti mismo, porque las palabras que salen de tu boca dejan al descubierto la
maldad de tu corazón. [En esta última comparación del árbol bueno y el malo,
cada uno con sus frutos, la clave está en las palabras finales: “De lo que
rebosa el corazón habla la boca”. Del hombre bueno nunca saldrán críticas,
juicios malévolos ni murmuraciones; solo saldrá perdón y generosidad. En
cambio, quien critica, juzga, murmura, revela que tiene el corazón podrido.]
No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano.
Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas,
ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que
atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal;
porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca».
Advertencia final (suprimida en la liturgia)
El discurso ha terminado. Jesús ha indicado a sus
seguidores que hay dos grupos opuestos: pobres-odiados y ricos-elogiados. Ellos
pertenecen al primero. Pero no deben enfrentarse a sus enemigos, sino amarlos,
tratarlos bien, bendecirlos, rezar por ellos. Su modelo debe ser el Padre
misericordioso y compasivo, “generoso con ingratos y malvados”. Con respecto a
los hermanos, los miembros de la comunidad, las exigencias han sido también
grandes: no juzgar, no condenar, perdonar, dar.
Cabe un peligro: considerar lo anterior un bonito
discurso que no es preciso poner en práctica. Basta con llamar a Jesús “¡Señor,
Señor!”, que es una gran confesión de fe. Como quien dice: “Basta con ir a
misa”. No. La enseñanza de Jesús hay que ponerla en práctica. En caso contrario,
serías como el insensato que construye una casa al borde de un río. Cuando
ocurre la inundación, se la lleva. Sé sensato y ponlo en práctica.
1ª lectura: ¿Quieres saber cómo es una persona?
(Eclesiástico 27,5-8)
Este breve texto, desconcertante a primera vista,
resulta claro cuando lo relacionamos con las palabras del evangelio: “De lo que
rebosa el corazón habla la boca”. ¿Quieres saber cómo es una persona? Fíjate en
lo que hace la gente de tu entorno (estamos en el siglo II a.C.).
Cuando quiere separar el trigo de la paja, criba.
Cuando quiere probar una vasija de barro, la mete en
el horno del alfarero.
Cuando quiere saber si un árbol es bueno, mira sus
frutos.
Cuando tú quieras conocer a fondo a una persona fíjate
en cómo razona y en lo que dice. “De lo que rebosa el corazón habla la
boca”.
Se agita la criba y queda el desecho,
así el desperdicio del hombre cuando es examinado.
así el desperdicio del hombre cuando es examinado.
El horno prueba la vasija del alfarero,
el hombre se prueba en su razonar.
el hombre se prueba en su razonar.
El fruto muestra el cultivo de un árbol,
la palabra, la mentalidad del hombre.
la palabra, la mentalidad del hombre.
No alabes a nadie antes de que razone,
porque esa es la prueba del hombre.
porque esa es la prueba del hombre.
Reflexión
El “Discurso de la llanura”, aunque no tenga la fama
del “Sermón del monte” de Mateo, es un resumen muy bueno de la actitud que
debemos tener ante enemigos y hermanos. Generalmente se recuerda el amor a los
enemigos. Pero es frecuente olvidar el amor a los otros miembros de la iglesia,
la obligación de no juzgar ni condenar a quienes piensan o actúan de forma
distinta.
En el siglo I, el papa Clemente preveía este
peligro: «Cuando [los paganos] nos oigan decir que Dios dice: “No tenéis
mérito si amáis a los que os aman; tenéis mérito si amáis a los enemigos y a
los que os odian”, al escuchar esto se admirarán de una bondad tan
grande; pero si ven que no solo no amamos a los que nos odian, sino
que ni siquiera amamos a los que nos aman, se reirán de nosotros y blasfemarán”
(Segunda carta de Clemente a los Corintios, 13,4).
Por otra parte, el carácter tan radical de algunas
afirmaciones requiere explicación. Pero el mejor comentario no está en inglés
ni en alemán. Es el mismo evangelio de Lucas. Leyendo y releyéndolo se iluminan
muchas frases misteriosas.
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