30 de MARZO – SÁBADO –
3ª – SEMANA DE CUARESMA – C –
San Zósimo de Siracusa
Lectura
de la profecía de Oseas (6,1-6):
VAMOS, volvamos al Señor.
Porque él ha desgarrado,
y él nos curará; él nos ha golpeado, y él nos vendará.
En
dos días nos volverá a la vida y al tercero nos hará resurgir; viviremos en su
presencia y comprenderemos.
Procuremos conocer al
Señor.
Su
manifestación es segura como la aurora. Vendrá como la lluvia, como la lluvia
de primavera
que empapa la tierra».
¿Qué
haré de ti, Efraín, qué haré de ti, Judá?
Vuestro
amor es como nube mañanera, como el rocío que al alba desaparece.
Sobre
una roca tallé mis mandamientos; los castigué por medio de los profetas con las
palabras de mi boca.
Mi
juicio se manifestará como la luz. Quiero misericordia y no sacrificio, conocimiento
de Dios, más que holocaustos.
Palabra
de Dios
Salmo:
50,3-4.18-19.20-21ab
R/.
Quiero misericordia, y no sacrificios
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión
borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.
Los sacrificios no te
satisfacen:
si te ofreciera un
holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable
a Dios
es un espíritu
quebrantado;
un corazón quebrantado y
humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo
desprecias. R/.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas
de Jerusalén:
entonces aceptarás los
sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (18,9-14):
EN aquel tiempo, dijo
Jesús esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse
justos y despreciaban a los demás:
«Dos
hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano.
El
fariseo, erguido, oraba así en su interior:
“¡Oh,
Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos,
adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el
diezmo de todo lo que tengo”.
El
publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al
cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:
¡Oh,
Dios!, ten compasión de este pecador”.
Os
digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se
enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra
del Señor
1. En el N. T. se habla 99 veces de
los "fariseos". Es, pues, un tema importante
para entender sobre todo los evangelios en los
que aparecen con frecuencia.
Casi siempre como adversarios de Jesús. Lo que
Jesús les echa encara, con frecuencia, es la "hipocresía" (Mt 23, 28
ss; Lc 12, 1).
Un término que pertenece originalmente
al lenguaje teatral. La "representación teatral" vino a significar
"hipocresía" (H. Giesen). A los
fariseos se les llama "hipócritas" (Mt 6, 2. 5. 16; 7,
5...) y se los caracteriza como personas que
viven en contradicción con sus propias ideas (Mt 23, 3), porque no ponen en
práctica lo que enseñan (Mt 23, 3, 23).
2.
No es posible describir exhaustivamente el modelo humano-religioso del
"eterno fariseo". Porque ha variado en no pocas cosas con los
cambios culturales. Pero hay
características permanentes del
"modelo fariseo".
Podemos señalar dos:
1) Fariseo es el que tiene conciencia
de vivir en condiciones de superioridad moral respecto a los que él ve como
gente equivocada, perdida, ignorante, culpable de que la sociedad y la Iglesia
estén como están.
2) Fariseo es el que, supuesto lo
dicho, se siente satisfecho de sí mismo y no consiente ni mezclarse con
los degenerados, los equivocados, los impuros,
los canallas que están arruinando la religión y la patria.
3.
El fariseo se caracteriza por su modo de orar a Dios. En realidad,
"su oración es un elogio de sí mismo"
(Alberto Maggi), hasta el extremo de
verse superior al común de la gente
común, vulgar, degenerada y perdida.
Es el polo opuesto al "eterno
publicano", que es el que se ve perdido, sin salida moral en la vida,
indigno hasta de mirar a Dios. Y el colmo
de todo este asunto está en que Dios no tolera al satisfecho fariseo, al tiempo
que abraza con cariño indecible al "modelo publicano", que a muchos
nos produce tanto rechazo.
4.
El "modelo fariseo" es, en las religiones, más frecuente de lo
que imaginamos. La tentación más frecuente en las personas
religiosas es el fariseísmo.
En tales personas, se superpone el
"parecer" al "ser". Y lo que les importa es el
"parecer", o sea "quedar bien". El fariseo no soporta fracasar. De ahí, su
origen.
Los fariseos tienen su origen en el
"fracaso de los Grandes Profetas", en la incapacidad de aquellos
hombres para convertir al pueblo (Paul Ricoeur).
Por eso optaron por la observancia y
la sumisión al rito y a la ley. Lo que les importaba era aparecer como observantes
fieles, aunque sus verdaderas apetencias fueran el amor propio, el poder, el
orgullo satisfecho.
San Zósimo de Siracusa
En
Siracusa, de Sicilia, san Zósimo, obispo, que fue primero humilde custodio del
sepulcro de santa Lucía y después abad del monasterio de ese lugar (c. 600).
Vida
de San Zósimo de Siracusa
S. ZOSIMO (417-418) griego. Fue
elegido por señalación de Inocencio. Su pontificado fue breve y atormentado,
debido a la herejía pelagiana que había seguido difundiéndose.
Este papa pecó de ingenuidad,
rehabilitando una primera vez al pelagiano Celestio, que había sido condenado
por S. Agustín y por los obispos africanos en el concilio de Cartago. Se
mantuvo firme en su posición hasta que un nuevo concilio decretó la misma
condena.
Ahí Zósimo, con una carta llamada
"Tractoria" tomó una postura, condenó el pelagianismo, y defino el dogma
del pecado original, indicando en la gracia divina el único medio para la
salvación espiritual.
Otra equivocación la cometió
cuando estableció que los sacerdotes y los diáconos excomulgados por los
obispos africanos podían acudir a Roma o bien a las iglesias cercanas para ser
juzgados y rehabilitados. Una disposición que fue considerada una indebida injerencia
en campo disciplinario. No hubo secuelas, gracias a la actitud conciliadora de
los obispos africanos que no levantaron ningún problema.
Su cuerpo es conservado en la
iglesia romana de S. Lorenzo Extramuros.
Fuente: ewtn.com
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