27 de MARZO – MIÉRCOLES –
3ª – SEMANA DE CUARESMA – C –
San Ruperto de Worms
Lectura
del libro del Deuteronomio (4,1.5-9):
MOISÉS habló al pueblo,
diciendo:
«Ahora,
Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos,
viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros
padres, os va a dar.
Mirad:
yo os enseño los mandatos y decretos, como me mandó el Señor, mi Dios, para que
los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella.
Observadlos
y cumplidlos, pues esa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos
de los pueblos, los cuales, cuando tengan noticia de todos estos mandatos,
dirán:
“Ciertamente
es un pueblo sabio e inteligente esta gran nación”.
Porque
¿dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el
Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?
Y
¿dónde hay otra nación tan grande que tenga unos mandatos y decretos tan justos
como toda esta ley que yo os propongo hoy?
Pero, ten cuidado y
guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten
de tu corazón mientras vivas; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos».
Palabra
de Dios
Salmo:
147,12-13.15-16.19-20
R/.
Glorifica al Señor, Jerusalén
Glorifica al Señor,
Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión.
Que ha reforzado los
cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus
hijos dentro de ti. R/.
Él
envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre
veloz;
manda la nieve como
lana,
esparce la escarcha como
ceniza. R/.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos
a Israel;
con ninguna nación obró
así,
ni les dio a conocer sus
mandatos. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (5,17-19):
EN aquel tiempo, dijo
Jesús a sus discípulos:
«No
creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir,
sino a dar plenitud.
En
verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse
hasta la última letra o tilde de la ley.
El
que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a
los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero
quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».
Palabra
del Señor
1.
Es de suma importancia saber que estos versículos del sermón del monte "son
de los más difíciles del Evangelio" (Ulrich Luz).
Si, en el sermón del monte, Jesús
presenta su proyecto, resulta sumamente
difícil entender cómo el mismo Jesús puede afirmar que él no vino a este
mundo para "disolver", "destruir" o "dejar sin
validez" (katalyó) la ley o los profetas, o sea lo que se nos había dicho
en el Antiguo Testamento sobre Dios, la religión, la ética, todo, todo.
Jesús no ha venido para prolongar y hacer más
exigente la religión del judaísmo. A juicio de Jesús, todo el Antiguo Testamento fue solamente una
preparación.
La plenitud de lo que aquello significaba -y tiene que significar
ahora- es algo mucho más profundo y entraña
una plenitud que es lo que nos
explica la vida que llevó Jesús.
2.
Cuando Jesús dice que no ha venido para abolir la ley o los profetas,
este texto de Mateo presenta a Jesús como quien, precisamente porque
cambió la ley y tantas otras cosas, el
resultado no consiste en que dejó sin validez el A. T., sino que llevó todo
aquello a su plenitud, al cumplimiento pleno (plerosai) (Mt 5, 17). Que no se
cumple sola o simplemente "por la fe" (Rom 3, 31), sino por lo
central que hay en los evangelios: "el seguimiento de Jesús'.
3.
Y es que el cambio, que representa el Evangelio respecto al A.T., es más
fuerte de lo que muchos se imaginan.
Jesús no vino a fundar una religión más
exigente que la del judaísmo.
Jesús no fundó ninguna religión.
¿Cómo iba a fundar una religión un
hombre que fue asesinado por los responsables y dirigentes de la religión?
Lo que hizo Jesús fue sustituir la
"religión" por un "proyecto de vida". Tan radicalmente humano
y laico, que es un proyecto que no se puede vivir sin la base y la fuerza de la
fe, la oración y, sobre todo, el seguimiento de la forma de vida que llevó
Jesús.
San Ruperto de Worms
En
Salzburgo, en Baviera, san Ruperto, obispo, que siendo originario de la región
de Worms, a petición del duque Teodon se dirigió a Baviera y en la antigua
ciudad de Juvavum edificó una iglesia y un monasterio, donde estuvo al frente
como obispo y como abad, y desde allí difundió la fe cristiana (c. 718).
Fue el gran misionero que
evangelizó el sur de Alemania, la región de Baviera. Era obispo de la ciudad de
Worm. Acompañado de un buen número de misioneros llegó a Baviera en el año 697
y se presentó al duque Teodo, que era pagano, y le pidió permiso para
evangelizar en esa región. Como llevaba recomendaciones del rey Childeberto, el
duque le concedió el permiso de predicar. Una hermana del duque era cristiana y
logró convencerlo para que fuera a escuchar los sermones de San Ruperto, y
tanto le agradaron que al poco tiempo se hizo cristiano, y junto con gran
número de los empleados de su palacio y de su gobierno se hizo bautizar. Esto facilitó
mucho la obra de evangelización de San Ruperto y sus compañeros, porque ya en
el gobierno no había oposición a la predicación.
El pueblo de Baviera demostró muy
buenas disposiciones para aceptar el cristianismo. Y pronto los templos paganos
se fueron transformando en templos cristianos y apoyados por las curaciones
milagrosas que hacía, los sermones de San Ruperto lograron un gran número de
conversiones.
Junto con sus misioneros fueron
recorriendo las orillas del río Danubio predicando y convirtiendo a miles de
personas. Llegando a la ciudad de Jerusalén obtuvo del gobierno el permiso de
reconstruirla y cambiarle de nombre. Le puso el nombre de Salzburgo (nombre que
se ha hecho después mundialmente famoso porque en esa ciudad nació y murió el
célebre músico Mozart). En aquella ciudad construyó ocho edificios para obras
religiosas y varios templos. Se fue a su tierra Irlanda y se trajo doce nuevos
misioneros y convenció a su hermana Santa Erentrudes a que fundara un convento
de religiosas allí, y ella y sus monjas contribuyeron mucho a propagar la
religión por toda esa región. Los compañeros de San Ruperto eran tan fervorosos
que tres de ellos han sido declarados santos por la Iglesia Católica.
El santo no sólo se preocupaba
por la instrucción religiosa de su pueblo sino por su progreso material. En los
alrededores de Salzburgo había unas fuentes de agua salada y las hizo explotar
técnicamente obteniendo sal para todas las gentes de los alrededores.
En Alemania, Austria e Irlanda se
levantaron después numerosos templos en honor de este gran misionero y
evangelizador, como agradecimiento por sus grandes obras.
Señor: envíanos muchos santos
misioneros que despierten la fe de nuestros pueblos y los hagan progresar,
material y espiritualmente.
Encomienda a Dios tus afanes y se
te cumplirán tus buenos deseos.
(Salmo 54).
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