6 de MARZO
– MIÉRCOLES DE CENIZA –
Lectura
de la profecía de Joel (2,12-18):
AHORA —oráculo del
Señor—,
convertíos a mí de todo
corazón,
con ayunos, llantos y
lamentos;
rasgad vuestros
corazones, no vuestros vestidos, y convertíos al Señor vuestro Dios, un Dios
compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en amor, que se arrepiente
del castigo.
¡Quién
sabe si cambiará y se arrepentirá dejando tras de sí la bendición, ofrenda y
libación para el Señor, vuestro Dios!
Tocad
la trompeta en Sion,
proclamad un ayuno
santo, convocad a la asamblea, reunid a la gente, santificad a la comunidad, llamad
a los ancianos;
congregad a los
muchachos y a los niños de pecho; salga el esposo de la alcoba y la esposa del
tálamo.
Entre
el atrio y el altar lloren los sacerdotes, servidores del Señor, y digan:
«Ten
compasión de tu pueblo, Señor; no entregues tu heredad al oprobio ni a las
burlas de los pueblos».
¿Por
qué van a decir las gentes:
«Dónde está su Dios»?
Entonces
se encendió el celo de Dios por su tierra y perdonó a su pueblo.
Palabra
de Dios
Salmo:
50,3-4.5-6a.12-13.14.17
R/.
Misericordia, Señor: hemos pecado
Misericordia, Dios mío,
por tu bondad,
por tu inmensa compasión
borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.
Pues yo reconozco mi
culpa,
tengo siempre presente
mi pecado.
Contra ti, contra ti
sólo pequé,
cometí la maldad en tu
presencia. R/.
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con
espíritu firme.
No me arrojes lejos de
tu rostro,
no me quites tu santo
espíritu. R/.
Devuélveme
la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu
generoso.
Señor, me abrirás los
labios,
y mi boca proclamará tu
alabanza. R/.
Lectura
de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (5,20–6,2):
HERMANOS:
Actuamos
como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de
nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no conocía el
pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser
justicia de Dios en él.
Y
como cooperadores suyos, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de
Dios. Pues dice:
«En el tiempo favorable
te escuché, en el día de la salvación te ayudé».
Pues
mirad: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación.
Palabra
de Dios
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (6,1-6.16-18):
EN aquel tiempo, dijo
Jesús a sus discípulos:
«Cuidad
de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por
ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial.
Por
tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen
los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la
gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú,
en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu
derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará.
Cuando
oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las
sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En
verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú,
en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre,
que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.
Cuando ayunéis, no
pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer
ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.
Tú,
en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu
ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu
Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».
Palabra
del Señor
1.
La cuaresma es el tiempo, que la liturgia de la Iglesia dedica a la
preparación para el acontecimiento
central del año cristiano: el "recuerdo peligroso" de la
muerte de Jesús y el acontecimiento de su resurrección.
Pues bien, para este tiempo, en el
que se tendría que intensificar nuestra
vida cristiana, el Evangelio nos trae a
la memoria dos términos, que son "clave", para entender y vivir lo
que Jesús nos pide. Dos términos en los que muchos cristianos no nos fijamos o
no les concedemos la importancia que
tienen. Estos términos son: kryptos, lo
que está "oculto" y "secreto"; y hypokrytés,
"hipócrita" o "impío".
2.
La expresión "en secreto" (kryptos) se repite, en este
capítulo del evangelio
de Mateo, hasta seis veces (Mt 6, 3.4. 6 a. 6
b.18 a.18 b). Se aplica a la limosna, a la oración y al ayuno. Y se refiere a
lo que debe quedar "oculto", de forma que nadie lo note, lo vea o lo
palpe. No se trata de que el propio sujeto ignore. Justamente lo
hacen tantos cristianos, que convierten en ostentación religiosa, "ni
siquiera el familiar más próximo, necesita enterarse del bien que hace el
creyente en Jesús" (cf. Ulrich Luz).
3.
El otro término fuerte, que usa Jesús, para describir cómo debe ser la vida del creyente, es
evitar, a toda costa, comportarse como un "hipócrita" “ hypokrynomai”
(Mt 6, 2. 5. 16).
Un término que proviene originalmente
del lenguaje teatral. La representación del actor de teatro vino a significar
la "hipocresía" (es el sentido del verbo hypokrynomai)
(H. Giesen).
Como es sabido, Jesús aplicó esta
imagen durísima a los fariseos, que utilizaban la religión como una forma
de espectáculo en el que se exhibían socialmente. Justamente lo que hacen tantos cristianos,
que convierten en ostentación
religiosa, lo que no debe ser sino vida evangélica. Y nada más.
Miércoles de Ceniza:
el inicio de la Cuaresma 2019
La imposición de las cenizas nos
recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva
se encuentra en el Cielo
La imposición de las cenizas nos
recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida
definitiva se encuentra en el Cielo.
La Cuaresma comienza con el
Miércoles de Ceniza hoy 6 de marzo de 2019 y es un tiempo de oración, penitencia
y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.
Las palabras que se usan para la
imposición de cenizas son:
“Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la
gracia y de la muerte a la vida”
“Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"
“Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.
Origen de la costumbre
Antiguamente los judíos acostumbraban
a cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también
usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una
vida con Dios.
En los primeros siglos de la
Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el
Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad
vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad
de convertirse.
En el año 384 d.C., la Cuaresma
adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI,
la Iglesia de Roma acostumbra a poner las cenizas al iniciar los 40 días de
penitencia y conversión.
Las cenizas que se utilizan se
obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto
nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.
También, fue usado el período de
Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua,
imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.
La imposición de ceniza es una
costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se
va a convertir en polvo. Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se
acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a
llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello
que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.
Cuando el sacerdote nos pone la
ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad
con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.
Significado del carnaval
al inicio de la Cuaresma
La palabra carnaval significa
adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que, por
falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos tenían la necesidad
de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se
podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino también leche, huevo,
etc.)
Con este pretexto, en muchas
localidades se organizaban el martes anterior al miércoles de ceniza, fiestas
populares llamadas carnavales en los que se consumían todos los productos que
se podrían echar a perder durante la cuaresma.
Muy pronto empezó a degenerar el
sentido del carnaval, convirtiéndose en un pretexto para organizar grandes
comilonas y para realizar también todos los actos de los cuales se
"arrepentirían" durante la cuaresma, enmarcados por una serie de
festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma
exagerada, tal como sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de
algunas ciudades.
El ayuno y la
abstinencia
El miércoles de ceniza y el
viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir
de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer
una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un
modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos
cambiar de vida para agradarlo siempre.
La oración
La oración en este tiempo es
importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo
que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos,
abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir
para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos
el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.
Para que nuestra oración
tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:
La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean
llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra
actitud interior.
La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más
posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a
cabo para podernos poner en presencia de Dios.
La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir
oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con
Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no
necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo
profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar.
El sacrificio
Al hacer sacrificios (cuyo
significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con
alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y
compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve
nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. “Cuando
ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro
para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su
recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean
los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que
ve en lo secreto, te recompensará.” (Mt 6,6)
Conclusión
Como vemos, la ceniza no es un rito
mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la
Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo
de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús
desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección.
Debe ser un tiempo de reflexión
de nuestra vida, de entender a donde vamos, de analizar cómo es nuestro
comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos
rodean.
En estos momentos al reflexionar
sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento
a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al
Sacramento de la Reconciliación (también llamado confesión), que como su nombre
mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con
Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle adecuadamente.
Está Reconciliación con Dios está
integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la
Penitencia y finalmente la Conversión.
El arrepentimiento debe ser
sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido (como decimos en el Yo
Pecador: en pensamiento, palabra, obra y omisión), no las debimos realizar y
que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.
La confesión de nuestros pecados,
el arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que
necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la
absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.
La penitencia que debemos cumplir
empieza desde luego por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la
Reconciliación, pero debemos continuar con la oración, que es la comunicación
íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la Iglesia en
determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la
intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.
Y finalmente la Conversión que
como hemos dicho es ir hacia delante, es el seguimiento a Jesús.
Es un tiempo de pedir perdón a
Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que
de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Pero debemos
perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos como
decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su
significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que
haber perdonado sinceramente a los demás.
Y terminemos recorriendo al revés
nuestra frase inicial, diciendo que debemos escuchar y leer el Evangelio,
meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las
palabras del Evangelio y evangelizando, es decir, transmitiendo su mensaje con
nuestras acciones y nuestras palabras.
Sugerencias para vivir
la fiesta
Asistir a la iglesia a ponerse
ceniza con la actitud de conversión que debemos tener.
Fuente: Catholic.net
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